22. little mouse

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Ingresé por las amplias puertas, dirigiéndome a través de un largo pasillo finalizando con una puerta de la cual colgaba una pequeña placa que ya reconocía a la perfección.

Estudio A.

No me creerás si te lo digo. — fue lo primero que dije al ingresar, llamando la atención de los presentes, pero en especial del rizado de ojos verdes. — No había café americano, he traído ese café negro con mantequilla que te gusta. — dejé la bebida caliente frente a él junto a sus ya conocidos brownies y un par de galletas de avena.

Gracias, girasol. — sonreí de regreso, acostumbrada completamente a aquel apodo que utilizaba a menudo para molestarme.

— ¿Algo para mí, Angeline? — preguntó una voz detrás de mí.

— Aquí está tu batido, Mitch. No me he olvidado de ti esta vez. — rodé mis ojos extendiendo la bebida hacia él.

— Esta chica está aprendiendo. — me señaló divertidamente.

Habíamos tenido ocasiones donde siempre olvidaba los batidos caseros para Mitch, aquellos que debía preparar de una específica manera en mi hogar antes de conducir hacia el estudio de grabación.

— Gracias, Angie. — besó mi frente sonoramente como un padre, haciéndome reír.

Llevábamos aproximadamente un mes y medio de conocernos, un extenso tiempo para mí, muy corto para algunos. Muchas cosas transcurrieron en ese período de tiempo, tantas cosas que me permitieron entablar nuevas amistades y afirmar aquella que tenía con Harry.

Continué repartiendo un par de cafés, milkshakes y tés a los integrantes del equipo, como Sarah, Clare, Kid, entre otros más. Había un par de productores y escritores que no tuve la oportunidad de conocer, pero de todas formas me mantuve al tanto de su rol desempeñado dentro de aquellas sesiones.

Muy seguido, en aquellos días que luego del trabajo en Beachwood Cafe no tenía absolutamente nada que hacer, Harry se encargaba de enviar mensajes con los pedidos de cada uno para que condujera hasta allí y se los entregara.

Aprovechaba los últimos minutos de mi turno para preparar todos los pedidos, con el celular en mano, reflejando en la pantalla la larga y específica lista.
Era una costumbre adaptada; ahora memorizaba los pedidos y solía traerlos hacia el estudio con regularidad.

Harry me guiñó uno de sus ojos dentro de la cabina de grabación, bebiendo un poco de su café previo a alzar sus pulgares hacia Kid, quien se encontraba a cargo de todos los dispositivos.

Una cantidad inmensa de paneles e instrumentos rodeaban aquella cabina en la cual se encontraba Harry. Sentado en un taburete acomodándose nuevamente sus audífonos.

Decidí sentarme junto a Mitch quien se encontraba estirado sobre el pequeño sofá del estudio.

— Un pequeño espacio para la chica batidos. — comentó burlonamente antes de levantar sus piernas y permitirme sentarme.

Al acomodarme allí, Mitch decidió nuevamente estirarse y dejar sus piernas sobre mi regazo. Reí negando con mi cabeza antes de enfocar mis oídos en la conversación dentro de ese estudio.

— Necesitaremos grabar los coros del estribillo, H. — fruncí mi ceño ante el apodo de Kid, pero al ver a Harry asentir atento a las indicaciones decidí restarle importancia.

— Ok. — contestó frunciendo su entrecejo ligeramente, bajando su rostro para acomodar nuevamente sus rizos hacia atrás.

La música resonó en la habitación, las voces pregrabadas de Harry, hasta que el sonido en el estudio cesó y un delicado piano comenzó a sonar, deleitando todos los oídos de los presentes.

Beachwood Cafe |h.s.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora