31. i adore you

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El sol comenzaba a salir de su escondite, iluminando la ciudad de Los Ángeles con un gran resplandor. El calor comenzando a abrazar al pequeño bulto en la amplia cama.

El silencio dentro del hogar era tan solo interrumpido por el sonido de las olas a través de la abertura de la ventana en su habitación.

Angeline se encontraba cómodamente tirada en su cama, quizá en el quinto sueño, pero se encontraba más cómoda que nunca.

Sin embargo, el pequeño ruido de la puerta, seguido de las uñas de los animales rasgar y golpear contra el suelo de madera en dirección a su habitación comenzaba a alertar sus sentidos, pero incapaz de abrir sus ojos.

El tirón firme de su tobillo al ser abrazado por una mano provocó que se despertara de golpe. Había sido arrastrada hasta el borde de la cama y girada para observar el rostro limpio y animado de Harry.

— Harry. — se quejó bostezando, a punto de girar sobre su cuerpo y deslizarse nuevamente hacia las almohadas.

— Es nuestro último día en Los Ángeles, Girasol. — sus muñecas fueron atrapadas y el cuerpo grande de Harry impidió que se moviera de su sitio.

Acostumbrando sus ojos a la luz que ingresaba a su habitación e iluminaba el perfil izquierdo del muchacho, sonrió en su dirección.

Adormilada y tímidamente estiró sus brazos rodeando el cuello del muchacho, dejando que este perdiera el equilibrio y cayera sobre su cuerpo. Sin importarle la presión ejercida por él, escondió su rostro en la piel de su cuello, inhalando el aroma que desprendía luego de sus duchas matutinas.

— Esto no es exactamente lo que planeaba, pero podemos hacer esto por un tiempo. — Angeline soltó una risa al sentir las manos de Harry colarse por debajo de su camiseta hasta llegar a la piel suave de su espalda para que, con una increíble facilidad, arrastrara ambos cuerpos hacia las almohadas y terminaran ambos acostados en la blanda superficie.

[...]

— ¿Del Taco? — preguntó ilusionada sintiendo la arena bajo sus pies mientras bajaban hacia la playa.

— Del Taco, Ángel. Te prometí que traería lo que te gusta. — podía ver lo verdoso de sus ojos a través de sus extravagantes gafas de sol.

Una mano era ocupada por las dos correas que aseguraban a ambos perros mientras que la otra era sostenida por la mano de Harry. Entrelazaba sus dedos y acariciaba el pulgar sobre el dorso de la mano de Angeline.

Se sentía cuidada, protegida y segura. Algo que lograba con tan solo estar a su lado.

Nuevamente bajo el sol en aquel sitio de la playa, el cual solo era visitado por las pocas personas que vivían en la zona

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Nuevamente bajo el sol en aquel sitio de la playa, el cual solo era visitado por las pocas personas que vivían en la zona.

Costó tan solo un par de segundos cuando Harry volteó para dejar la bolsa de playa que cargó en todo el camino y escuchar detrás de sí el inmenso chapoteo del mar.

Beachwood Cafe |h.s.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora