30. colors

2.1K 159 20
                                    

Punto de Vista de Harry

— Necesitarás más que eso. — la voz de Mitch ingresando a la habitación provocó que rodara los ojos.

— Esto es suficiente. — cerré el bolso de cuero luego de haber colocado la última prenda que llevaría en él.

— ¿Qué hay de Angeline? ¿Le has contado? — preguntó inquisitivo, sentándose al borde de la cama.

— Le he contado sí. — coloqué mis manos a ambos lados de mi cadera, girando sobre mi sitio para enfrentarlo.

Tomaba una lata de cerveza sobre mi cama, mirando directo a mi rostro con una de sus cejas enarcadas.

— ¿Y entonces? ¿Qué ha dicho? — sus manos se alzaron en el aire, realizando un ademán para que continuara.

Suspiré dejándome caer a su lado en la cama y revolviendo mi cabello con una de mis manos continué.

— Se lo ha tomado bien, eso supongo... pero, ¿no has sentido que a pesar de lo bien que se encuentra una persona aún hallas algo que te indica que verdaderamente no lo está? — él no respondió. — Creo que eso es lo que he visto en ella... está feliz, de hecho siempre lo está. Pero pude verlo en su mirada, que de alguna extraña manera me pedía que me quedara. — apoyando los antebrazos sobre mis rodillas caí nuevamente en los brazos de la indecisión.

Tan solo ella podía lograr que dudara sobre la idea de irme.

— Angeline te adora, sabes que si se hubiese enterado cuando apenas estaba surgiendo esta idea ella habría sido la primera persona en haberte animado a hacerlo. Estoy seguro de que es lo que ella quiere, independientemente de lo que hayas visto en su mirada o no. — se colocó en mi misma posición, entre sus manos la lata de cerveza ya vacía. — En todo caso... — realizó una leve pausa.

— ¿En todo caso? — insistí.

Podrías considerar la idea de que ella pase un tiempo allí en Japón. — comentó a mi lado. — Sabes, puedes invitarla a pasar una semana. Le ayudará de algún modo a ella, me ha contado que viene súper atareada con el trabajo y que pronto necesitará unas pequeñas vacaciones. — golpeó mi hombro, indicando que era la perfecta ocasión.

Sacudiendo mi nariz con el nudillo del dedo índice me levanté al instante, retirando el dispositivo telefónico de mis bolsillos. Me detuve un instante, girando nuevamente hacia el hombre sentado en la suave superficie.

— ¿Estás seguro? ¿Es lo correcto? — Mitch respondió con un simple rodeo de ojos, bufando ante mis preguntas.

— Eres sumamente insoportable, H. ¿Te lo he dicho ya? — realizó una pregunta retórica y sin esperar respuesta se retiró de la habitación con la excusa de que debía buscar otra de esas cervezas en mi refrigerador.

— Bien... — respiré con profundidad, apretando el contacto que me llevaría a escuchar su delicada voz a través del teléfono.

Primer tono...

Nada.

Segundo tono...

Nada.

Tercer tono...

Girando sobre mis pies, entrecierro mis ojos con dificultad, capturando la hora del reloj de mi mesa de noche. 12:38 p.m.

¡Claro que no contestaría, tonto!

Tomo velocidad hacia la sala, dándole una rápida mirada a la cabellera de Mitch a lo lejos, indagando en mi refrigerador.

— Regreso en un momento. — elevé la voz hacia él, tomando entre mis manos las llaves de mi Range Rover.

Beachwood Cafe |h.s.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora