Era siempre el mismo lugar, ese mismo lugar, nunca avanzaba, nunca se movía, era el inicio del laberinto.

—Solo debes pensar —alguien dijo eso, no reconoció esa voz, no era el hombre del sombrero negro —.Para lograr llegar al final del laberinto, solo tienes que pensar...

De nuevo estaba la voz, Charlie quien estaba ahora recostado en el cristal de las paredes descansando, se levantó y dirigió rápidas miradas hacia todos lados tratando de ver a quien hablaba, pero no había nadie.

¿Debía pensar? Debían pensar en que... ¿Era este otro acertijo? Pues entonces era el acertijo más difícil del mundo.

—Está bien —se dijo —, debo pensar... debo pensar en salir de aquí.

Sus pies ahora se movían como por instinto entre las paredes de cristal del laberinto que se hacían cada vez más angostas. —Debes pensar... la voz se escuchaba, y ahora cada vez más cerca, como si sus pies le llevaran hacia ella.

—¿Quién eres? —pregunto Charlie tratando de encontrar a quien hablaba.

—Solo debes pensar —la voz ahora se escuchaba enfrente del chico, pero no había nadie allí. El muchacho se detuvo.

—¿Quién eres y dónde estás? —la respuesta de la voz no se hizo esperar.

—Estoy aquí.

En frente de él debía estar la criatura de quien salía aquella voz, pero no era así, la voz salía de la nada, rápidamente dedujo que la criatura debía ser invisible. En cierta manera era correcto, pero la voz volvió hablar.

—Aquí estoy —y de inmediato una silueta aparecía, lo invisible se volvía visible a los ojos de Charlie. Era una criatura pequeña, como una lagartija erguida sobre sus patas traseras y traía en una de sus manos un bastón, era una lámpara.

—¿Buscas llegar al final del laberinto muchacho? —empezó hablar la criatura que ahora era visible —.Quizás te pueda ayudar.

Charlie observaba con curiosidad a la criatura que era un poco más pequeña que él.

— Cómo me puedes ayudar? —Respondió con suavidad — ¿Y que eres tú?

—Te puedo guiar hacia lo que buscas, yo conozco este laberinto de pared a pared —la criatura se movía de izquierda a derecha mientras hablaba —.Podk es mi nombre, soy un Kobold, de los muchos que habitan este laberinto, tienes suerte de haberte encontrado conmigo.

—Quiero llegar al final del laberinto —le dijo el chico —. Llévame.

—Si... Te llevare, pero tienes algo a cambio que puedas darme, ya que tendré que protegerte de los otros, de los que no serán amigables como yo ¿Qué puedes darme?

No tenía nada... Lo único que llevaba era el arco que debía estar en su espalda, pero cuando entro a la Torre de Cristal desapareció sin darse cuenta, apenas lo recordaba. Llevo sus manos a los bolsillos del pantalón y noto algo, llevaba unas pequeñas cosas allí, las semillas de Treth. Introdujo su mano en el bolsillo y saco dos de estas.

—Tengo esto. —dijo mostrando las dos semillas al Kobold.

La cara que puso la pequeña bestia al observar las semillas, le aseguro a Charlie que este le llevaría hacia el final del laberinto.

—Excelente —trato de tomar las semillas, pero Charlie las deposito en su bolsillo nuevamente. —Llévame al final del laberinto y serán tuyas.

El Kobold, agito su bastón y se hizo invisible de nuevo.

—Sígueme —fue lo último que dijo.

Pero como iba a seguir a alguien invisible si no podía verlo.

Crónicas de Mil Sueños I: El Hombre del Sombrero NegroWhere stories live. Discover now