—¿Sabes lo que voy a hacer? Voy a terminar con tu vida —dijo Byou casi riendo—, es lo único que falta. Ya se hizo añicos después de todo y gran parte lo hiciste tu solo, debo decir que no pensé que saldría tan perfecto, me parece que no estás ebrio, una lastima, pensé que podría darte ese beneficio, una ultima copa, ya sabes —caminó por el lugar destrozado, había astillas y piedras por todas partes, el sonido del motor del auto andando—. Siempre he querido preguntarte, ¿qué fue lo que te motivó a matar mi padre? Es decir, ya había llegado la policía, ¿por que no dejarlo vivo? ¿Tenías que ser un maldito desgraciado?

Shou giró los ojos—. ¿Eso es todo? ¿Has hecho todo este maldito drama por Gackt? Debió ser un gran padre —dijo sarcásticamente—, si quieres saber: fue Sakito. Tu grandioso padre se atrevió a mirar a Sakito de una forma en que no debía —exageró. En realidad, Gackt me había disparado, y su muerte había sido más un accidente que otra cosa, Shou había reaccionado por mero instinto en aquella ocasión, no lo hizo con premeditación. También entendía porque lo estaba contando de esa forma.

Byou se rió—. Debes de estar ansioso por matarme entonces, tomando en cuenta que tuve a tu Sakito gimiendo como perra en mi cama —no pudo decir algo más cuando el puño de Shou lo golpeó en la mejilla. Byou se acarició el lugar donde había recibido el golpe, sonrió—. Tienes mucha fuerza para ser un ebrio fracasado —escupió—. ¿Te vuelve loco pensar que le cumplí más a tu novio de lo que tu pudiste en tantos años?

Cerré los ojos ante lo que dijo, no había sido por gusto, no lo había disfrutado y odiaba que lo dijera como si hubiera sido mi idea. Me tragué las lagrimas, un ruido sordo hizo que mis ojos se volvieran a abrir. Shou había empujado tan fuerte a Byou que este había acabado sobre el cofre de uno de los autos. Por un momento pensé que lo seguiría golpeando, pero no se movió.

—¿Por qué no vienes y terminas el trabajo? —Lo retó Byou—. No me he tratado de defender siquiera, puedes hacerme lo que quieras.

Fue el turno de Shou de sonreír—. Tienes un arma en la cintura, en el momento en que te golpee, por mas tiempo del necesario reduciré la distancia para que te asegures que puedas matarme. Además, quiero escuchar todo lo que tengas que decir, quiero que te desahogues, porque va a ser lo ultimo que vas a decir —sabía que lo decía en serio, aún así un vacío me hizo sentir nauseas. Byou se lo merecía, se lo merecía.

—Que agallas las tuyas pensando que de verdad vas a ganar. ¿Realmente piensas que Sakito va a volver contigo si me matas? —Se burló—. ¿Crees que te vas a redimir de pronto? Acéptalo, tu le hiciste mucho mas daño del que yo. De hecho, creo que yo le hice un favor; le di la cogida de su vida.

Shou le soltó un puñetazo al auto que tenía a un lado y suspiró, estaba por todos los medios tratando de controlarse para no seguir golpeando al otro. Fue en ese momento que vi llegar los demás autos, se estacionaron torpemente en el jardín; al primero que vi fue a Manabu quien corría directo hacia Byou. Reita se bajó del auto, seguido de Jin, detrás de los autos venía Kazuki corriendo; Tora y Saga bajaron de otro.

—Byou —pronunció Manabu—, nos traicionaron —señaló hacia Kazuki y Jin.

Byou sonrió de lado—, debería haberlo imaginado. Son muy débiles —dijo con tranquilidad.

—Claro que no —gritó Jin—, ¿porque no detienes esta locura? Aún hay tiempo, no eres tu mismo. Podemos negociar, vamos Byou.

El otro los vio casi con asco, sacó el arma de su pantalón; Reita también lo hizo apuntándole directo.

—Ni lo intentes —advirtió.

—Reita, no le vayas a disparar —dijo Shou—. Mejor ve a buscar a Mana, yo me encargo.

2Fast, 2Beautiful [The Gazette]Where stories live. Discover now