Yo, hija de Mar

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La chica de agua... Suena extraño, ¿verdad? Pero es cierto. Soy hija de Mar, que a su vez es hija de Océano, descendiente directa de la gran madre Agua.

Mis hermanos y hermanas, todos somos parte unos de otros. Quisiera decir que me gusta, pero en realidad no es así. Estamos tan juntos que parecemos uno mismo, y no tengo de otra más que seguir el flujo y observar la plenitud de Mar, aquella plenitud en la que se pierde mi individualidad.

Nací en su vientre.

Viviré en su vientre.

Pero no moriré.

Hay una sola cosa que le da color a mi monotonía... y esa es la vida, especialmente la vida humana.

Sí, yo conozco su raza. Es la única que desentona entre mis hermanos vivientes... y por lo mismo me causa tanta curiosidad. A veces los veo entrar protegidos por monstruos metálicos. Se sumergen hasta llegar a las entrañas de Mar, a sus huesos hechos de roca, fluyendo en su sangre, comprendida por sus moradores. A veces nunca regresan de estos viajes, porque el silencio de Mar es tan arrullador y envolvente, que caen en un sueño profundo e inmortal. Es en estas oportunidades que yo aprovecho para explorar su naturaleza, la curiosidad me invade tanto que soy de las primeras en filtrarme por las ranuras que se abren bajo nuestra insistente presión y miró sus extrañas creaciones con maravilla. Toco todo, lo veo todo mientras la sabiduría silenciosa de Mar me embarga, hablando de palabras, dejándome revisar sus textos con apuntes de aventuras extraordinarias.

La verdadera razón por la que plasmo este relato con medios humanos como lo son el papel y la pluma, es porque siempre anhelé hablar, pero pronto ya no podré. En primer lugar, porque soy agua. Y en segundo, porque de donde vengo no hay nadie que me escuche. Las entrañas de Mar son silenciosas.

Sí, creo que para este punto es obvio que la vida le quita la monotonía a mi existencia. Y los humanos, así como yo estoy hecha de agua, están hechos de vida.

Tengo vagos recuerdos de lo que sucedió aquella vez, cuando todo comenzó. Recuerdo que de entre todas mis hermanas, las Olas, famosas por su violencia, me tomaron con una fuerza de la que me fue imposible desprenderme, a pesar de mi insistente lucha por que me soltaran.

Me escupieron en la playa, vencida y exhausta.

El Padre Sol y su hija Luna se turnaron para velar por mí durante un tiempo indefinido. De repente pareció que despertaba de un sueño ajeno con unos ojos que no había tenido antes. Y lo primero de lo que me percaté... fue de que tenía... extremidades humanas.

 extremidades humanas

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Ojos de Agua y manos de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora