Capítulo 15: Otra explosión

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No sé cuánto tiempo estuvimos buscando las semillas, pero no fue nada ameno

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No sé cuánto tiempo estuvimos buscando las semillas, pero no fue nada ameno. Aydan no dejaba de regañarme por lo que había hecho y yo no dejaba de decirle que se callara, ¡estaba harta!

Cuando el padre Sol estaba a punto de regresar a su lecho para dejarnos bajo la tutela de su hija Luna, se me ocurrió suspender el lodo en el Aire y las dos semillas aparecieron en el fondo de la fosa que se creó a continuación. Casi grito de la emoción y doy un baile a su alrededor, pero me abstuve... se supone que estaba molesta, ¿no?

Carraspeé sacudiendo la cabeza.

—Yo me encargaré de ellas de ahora en adelante —dijo sin compartir mi alegría, pero cuando su mano quiso tocarlas, los dos salimos despedidos hacia diferentes direcciones.

Mi cabeza chocó fuertemente contra un tronco y las semillas rodaron nuevamente.

—¡No! —grité alarmada a sabiendas de que en la noche ya no las podríamos buscar. Mi grito se propagó entre los árboles, cuando me incorporé tambaleándome y me abalancé sobre ellas.

Quise celebrar mi exitoso rescate, pero un gran peso me impidió incorporarme, me cayó tan inesperadamente que el Aire no entró a mis pulmones a tiempo y sentía que me ahogaba, cuando recordé que no era humana y la respiración era solo un reflejo.

—Aydan... tú no puedes tomarlas, sólo yo —dije con un hilo de voz, enfatizando el "yo". Digo, esperaba que eso sirviera de algo para el hecho de que estaba sobre mí.

—Lo lamento —se disculpó—, es que lo olvidé. La idea de que las volvieras a perder me asustó sobremanera y no pude pensar en otra cosa.

—¿Era necesario? —pregunté refiriéndome al hecho de que no me dejaba respirar, independientemente de que no fuera necesario para mí.

—Sí, lo siento... espera... —pero antes siquiera de que pudiera incorporarse, resbaló y cayó sobre mí, ¡otra vez!

La sensación de no tener Aire fue tan horrible, ¡pero no entendía! ¡Yo no lo requería! ¡¿Por qué se sentía tan feo?!

—Yo... ¡no te muevas! —espeté intentando darme la vuelta.

Él intentó quitarme su peso cuando me di la vuelta y sus manos resbalaron de nuevo. Su nariz golpeó la mía. Mis latidos se aceleraron... ¿Qué sucedía?

Sonrió divertido. A penas lograba ver el contorno de su silueta, pero aquella sonrisa no me pasó desapercibida, porque provocó en mí, una vez más, que mi Agua hirviera, al punto que sentí el calor arder en mis mejillas.

—Esto es demasiado extraño... —comentó.

Intenté asentir con la cabeza, pero al momento de hacerlo, sus labios rozaron los míos. Una extraña pero placentera sensación recorrió mi cuerpo entero.

—Lo siento —murmuré sintiendo ahora sí que mi Agua se iba a evaporar. Y estaba segura que ese calor era producido por mí, no por él, como hubiera sido lo común.

Ojos de Agua y manos de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora