Capítulo 33: Los ocho grupos

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Muchas gracias por sus comentarios, de verdad ! Aún continúo con la historia y bueno, ya con nuevos personajes espero que se ponga más divertido.

Saludos e inspiración a todos.

Nessy ^.^

Golpeé una vez más el punching bag sin demasiado entusiasmo

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Golpeé una vez más el punching bag sin demasiado entusiasmo.

La extensa sala estaba apenas iluminada, todos habían dejado el entrenamiento para ver a los nuevos elementos.

Esta vez la patada que propiné al saco fue con fuerza, soltando mi energía acumulada. Por alguna extraña razón siempre la tenía.

—¿De nuevo pensando en casa? —preguntó una grave voz detrás de mí. Suspiré acercando mi frente a la dura tela— Tú salvaste a los nuevos... deberías estar feliz.

—No seré feliz hasta no ver mi reino recuperado —dije entre dientes.

—Iris... —sentí su mano posarse sobre mi hombro— para eso falta mucho.

Asentí con la cabeza, suspirando una vez más, y me volví hacia Gayle, que me miraba con un cierto pesar marcado en sus profundos ojos azules.

Él era de mi estatura, bronceado y de cabello castaño, por lo que sus ojos particularmente resaltaban de una forma hipnotizante y misteriosa. En todos mis años de experiencia, los hijos de Agua siempre habían tenido una mirada que parecía dar a un Océano infinito, reflejando los distintos tonos azulados, pero Gayle tenía un aura especial.

—Es hora. Max te quiere en el cuarto de operaciones —me informó sin perderme de vista.

Asentí con la cabeza y en un breve arrebato pasional le robé un beso.

Sentí sus labios contraerse en una agradable sonrisa antes de retroceder un paso y devolverle la sonrisa. Él era el único que lograba robarme sonrisas de esa manera.

—Vayamos —dije con un hilo de voz, dando la media vuelta.

Él me tomó por el codo sin permitirme moverme.

Me volví hacia él sorprendida.

—Estás radiante, Iris. Déjame apreciarte un momento —su voz se deslizó por mis oídos como miel en un tarro.

Lo miré fijamente.

Haber conocido a Gayle era un calmante para mi dolor. La sombra de mi familia y la devastación que causó Gaiam me hacían temblar en las noches, pero él siempre tenía las palabras adecuadas para consolarme. De todos los años que llevaba en aquella dimensión, él era el único ser que había llamado mi atención. No era pretensioso, ni tampoco sobreprotector, sino un compañero excepcional. Su elemento le permitía tener una fluidez emocional que definitivamente complementaba mi inestabilidad.

Él se acercó, besó mi mejilla y me soltó suavemente antes de que nos dirigiéramos hacia la salida.

Caminamos por los anchos pasillos hasta llegar al cuarto de operaciones. Para entrar, Gayle colocó su mano sobre la pared metálica y por un momento, la imagen que tuvimos al frente era la de la playa y las Olas, después se materializó la puerta y entramos.

Ojos de Agua y manos de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora