Capítulo 2: La espinita

152 17 6
                                    

DAFNE

PISTA 2. PARTY IN THE U.S.A – MILEY CYRUS

Casi veinticuatro horas de viaje, un par de Coca-Colas, un taxi y otras veinticuatro horas de sueño me habían traído a este punto.

Me desperté en una cama aún desconocida, con la luz del amanecer colándose por la ventana sin cortinas. A mi lado Diego dormía profundamente. La sábana estaba enrollada en sus piernas, dejando al descubierto su firme pecho. Acaricié la línea entre sus pectorales y suspiré. Parecía tan tranquilo, tan niño así dormido. El pelo se le había aclarado en las puntas, dejándolo más rubio que castaño. Era tan guapo que dolía mirarle, pero ya me había acostumbrado después de un año saliendo juntos.

Se había ganado mi confianza a pulso, había insistido con mesura, siendo respetuoso y amable, dejando salir al Diego que conocí aquel primer día, al que besé sin pensar. Día a día, respetando mis tiempos, había ido colándose en mi vida, esta vez de verdad. Aceptando mis heridas, mis miedos y el dolor que había dejado Jon a su paso. Me trató como a una reina, se ganó la confianza de mis amigos, incluso pidió disculpas a Javi. Había sabido conquistarme sin yo darme cuenta hasta convertirnos en lo que éramos hoy, una joven pareja dispuesta a triunfar, o al menos a sobrevivir.

—¿Vas a besarme ya? ¿O te lo estás pensando? —dijo con la voz grave, esa que me revolvía de arriba abajo, despertando mis deseos, y que solo tenía recién levantado.

—Me lo estoy pensando —Fruncí los labios apoyándome sobre su pecho—. ¿Qué pensaría mi novio?

—Ah, estoy seguro de que no le importaría. Sabe que eres irresistible para cualquiera. —Pasó las manos por mi pelo, peinándolo hacia atrás. Dejando caer sus manos en una caricia por mi nuca hasta estrechar mi cintura.

—¿Tú crees? Es verdad que cuando quiere tiene la mente abierta, pero tanto... —Hice un mohín que Diego mordió.

—No me provoques nena, que al final sales perdiendo. —Me advirtió jocoso.

—Uhhhh qué miedo —Me burlé trazando círculos sobre su pecho, subiendo por el cuello.

Me estiré para dejar un beso en su mejilla y él estrechó más fuerte su abrazo, dejando nuestros cuerpos totalmente pegados.

—¿Has dormido bien? Te veo muy contenta.

—Ajá —Asentí rozando mi nariz con la suya—. Estaba cansadísima.

—Yo también, pero ahora me muero de hambre —Comentó mordisqueando mi hombro con lentitud.

—Hmmm... Saldré a por algo de comer. Si me dejas salir de la cama.

—De eso nada. —Se volteó en la cama dejándome contra el colchón en un rápido movimiento—. De aquí no sales hasta que hayamos desayunado de verdad. —dijo con una sonrisa lobuna dibujándose en su cara.

Cubrió mi cuerpo con caricias, despertando las partes adecuadas, trazando el camino habitual de mi boca a mi pecho y de ahí a zonas más cálidas. Tensando sus brazos a mis costados, provocándome hasta que arqueé la espalda de deseo, buscando más, más cercanía, más de él hasta completarme del todo. Rompiendo los silencios y estrenando aquella nueva vida por todo lo alto.

Vimos amanecer con la respiración acelerada, sudorosos y envueltos en una sábana arrugada.

—Buenos días cariño, ahora sí. —Susurró Diego en mí oído.

Me giré, para poder alcanzar su cuerpo y deposité un beso sobre su corazón.

—Buenos días.

Cuando volvimos a recobrar la consciencia ya era pasado el mediodía y mi tripa rugía con insistencia. Me escabullí de la cama a la ducha y me vestí con rapidez. Al salir me golpeó el aroma salado del mar, el bullicio de la gente y un cálido sol que sólo se podía encontrar allí.

El día que te olvide 2 © ✓Where stories live. Discover now