Capítulo 16: Inevitable

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DAFNE

PISTA 16. AMANTES Y AMIGOS – ELSA Y ELMAR

Me miré en el espejo, este me devolvía una visión borrosa y empañada de mí misma. Traté de definir las líneas en mi cabeza, de entender ese sentimiento que se expandía en mi pecho y se asomaba a modo de bobalicona sonrisa en mi cara.

¿Qué me estaba pasando?

¿Esa era yo? No, no lo era.

Limpié el cristal con la mano y me sequé el pelo con lentitud. Con la certeza de que más allá de esas cuatro paredes estaba Jon, y Telmo, pero estaba Jon. Jon, que se escondía de mí. Jon, que tocaba la guitarra mientras yo me desnudaba.

Le había escuchado tocar a través de la pequeña ventana que ventilaba el baño y algo en mí se había retorcido, como si un montón de mariposas hubiesen hecho acto de presencia en mi estómago y acto seguido se hubieran unido, oprimiéndome el pecho y mi pequeño y desgastado corazón.

Me vestí y peiné con rapidez, hice todo aquello con movimientos mecánicos, sin dejarme mucho espacio para divagar porque sabía a ciencia cierta que si me daba cancha acabaría con la cabeza en él, siempre en él. En su "es alguien mil veces mejor" y su "¿ahora somos amigos?" que me habían roto y recompuesto por igual para poco después terminar en su ducha, mientras él tocaba la guitarra y cantaba en la distancia y yo miraba la pluma reposando sobre mi pecho mientras el agua corría y corría.

Aquella tampoco había sido yo. Aquel baño me había transformado, por eso quise adecentarme lo antes posible y regresar al mundo real, al pasillo, a verme abocada a una noche junto a Jon en la gran ciudad... ¡En qué hora!

Con un bufido abrí la puerta y fui hacia mi maleta, que se había quedado en el salón tras el pequeño tour de Telmo.

—¿Está lista la princesa? —Alcé la mirada y me topé con Jon, que se había sentado en el sofá. Me dedicó una sonrisa ladeada, irónica. Mi pecho se volvió a contraer y puse los ojos en blanco.

—¿Lo está el trovador? —cuestioné de igual manera mientras guardaba el neceser en la maleta y tomaba mi bolso.

—Siempre cariño, siempre. —Canturreó poniéndose en pie—. Pues en marcha, la noche es joven.

—Sigo sin creer que esto sea buena idea. ¿No es mejor que nos quedemos? ¿Vamos a dejar a Telmo solo?

—Telmo se las apaña bien, además, está medio dormido en su cama. A Hans le acabo de mandar un mensaje y dice que tiene buenas noticias, así que creo que pronto me enteraré de vuestro secretito y nosotros... —Hizo una pausa y se encogió de hombros—. La calle es menos triste que estar aquí.

Asentí sin estar del todo convencida, ya no solo por el tema de Fred, que me echaba mucho para atrás a la hora de salir por ahí como si nada, sino porque me quería aferrar a cualquier excusa que me evitara acabar a solas con Jon. No había nada, no tenía ni una buena razón para no seguirle hacia la calle.

Subí al ascensor tras él y aproveché el silencio que se instaló entre nosotros para sacar el teléfono del bolso y escribir a Diego. Lo había dejado para más tarde cuando bajamos del avión y después simplemente se me había olvidado. A estas alturas debía estar subiéndose por las paredes.

Dafne:
Hola mi amor, perdón por tardar.
Hemos llegado bien, con un poco de retraso. 
Por aquí todos están hechos polvo, cuando haya novedades te escribo. Espero que el trabajo haya ido bien!!

Tras enviar el mensaje desconecté el teléfono y lo volví a guardar, no quería saber qué me respondía, no quería saber si se enfadaba, prefería mantenerme en la ignorancia, fingir que se me había acabado la batería y descubrir que tenía mil llamadas perdidas.

El día que te olvide 2 © ✓Where stories live. Discover now