Capítulo 17: ¿Eres tú?

73 10 2
                                    

JON

PISTA 17. TE ESPERO - EDE

¿Cómo se le dice a alguien que le quieres a pesar de todo? ¿Cómo se le dice que llevas esperando su perdón tanto tiempo que no puedes evitar vivir de ilusiones? Me estaba debatiendo en si volver a meter la pata y soltar alguna ñoñería o simplemente mirarla embelesado mientras comía arroz como si no hubiera un mañana.

Mentiría si dijese que no había estado seguro de que en algún momento cedería y acabaríamos así, con una distancia acordada, pero unidos por algo superior a nosotros: amigos. Amigos era una nueva promesa que sí podíamos cumplir. Y eso me servía, podía ser feliz con su amistad, al menos eso creía en ese momento.

—¿Quieres un poco más arroz para tu salsa? —pregunté con humor al ver que se había echado medio bote de salsa de soja al poco arroz que quedaba.

—No gracias, creo que tengo suficiente. Voy a morir de sed. —respondió de igual manera mientras revolvía la comida en el plato, como si estuviera trazando la estrategia perfecta para engullir aquella bomba.

—Déjalo venga, voy a pagar y damos una vuelta. Eso no puede ser sano.

Se dio por vencida dejando los cubiertos sobre el plato y fui directo a pagar, al poco estuvimos de vuelta en la calle, ya eran cerca de las doce y se veía bastante movimiento por las calles. Empezamos a andar sin rumbo fijo, bajando hacia el río con paso constante y sin hablar mucho. Me daba un poco de miedo, Dafne me daba miedo porque podía responderme muy bien o muy mal. No quería empujarla a una conversación no deseada, no quería hacerle una encerrona ni nada por el estilo, pero desde que me había imaginado en el lugar de Fred y ella había aparecido en mis sueños como mi salvadora... Supe que tenía que volver a sacar el tema, tenía que arrancarme esa espinita como fuera, dar por cerrado ese capítulo de mi vida y seguir adelante; seguramente ella también lo necesitaba.

—Dafne... ¿Recuerdas lo que te pregunté el otro día?

—¿El qué? —me miró sin saber a qué me refería con esos ojazos verdosos que quitaban el aliento.

Tomé aire, tragué saliva y lo volvía a intentar:

—¿Por qué no te has quitado el colgante, pero incumpliste nuestras promesas? —Ya está, ya lo había dicho.

—¿Por qué no te lo has quitado tú?

—Porque te quiero y creo en lo que nos dijimos aquel día en el parque. Nos hemos ayudado mutuamente y sin ti pierdo fuerza, me gusta la idea de ser libre contigo.

—Me pasa lo mismo. —Lo tomó entre sus manos y miró la pluma como si fuese la causante de todo, el centro de nuestros problemas y nuestro universo entero—. Me da pánico quitármela, cada vez que me pongo nerviosa, dudo de mí misma o... Te echo de menos, la miro. Me da fuerzas, y esperanza.

—¿Entonces? —insistí buscando esa ansiada respuesta.

—¿Entonces qué Jon? ¿Por qué crees que te dejé?

—Al principio no lo sabía, ¡Dios me enfadé tanto contigo!

—Pero no fuiste tras de mí. —me interrumpió con tono dolorido y mirada triste.

Yo negué con la cabeza abatido.

—No, tardé en reaccionar, llevábamos casi un día encerrados en el estudio y ya no me enteraba de nada. Pero luego salí, salí a buscarte y ya te habías ido. Estaba fuera de mí, en cuanto entendí qué estaba pasando me puse hecho una furia, me duele hasta recordarlo. ¡Incluso me pegué con la pared! No sé qué me pasó. —comenté mirando las pequeñas cicatrices que habían quedado en mis nudillos—. Estuve mucho tiempo furioso, te odiaba por haberme abandonado, dejé hasta de ir a grabar. Ese día... Me lo pasé perdido por la ciudad hasta que estuve seguro de que te habías ido. No podía ni imaginar cómo me sentiría si te volvía a ver correr lejos de mí. Luego, con las semanas y los nervios del disco la ira fue convirtiéndose en otra cosa y cuando empezamos la gira entendí por qué te habías ido y empecé a echarte de menos.

—¿Y por qué me fui Jon? —me animó a seguir hablando, ya casi habíamos llegado al mirador, a lo lejos se distinguía el puente de Brooklyn. Ya no pude dejar de hablar. Me propuse liberarlo todo antes de llegar allí.

—Porque, aunque te hubieses quedado no habría tenido tiempo para ti. Acabamos el disco y empezó la promoción, luego la gira, luego las entrevistas y yo... Te abría dejado sola y ni me hubiese enterado. ¡Para mi todo estaba bien! Fui un puto egoísta y tu me dejaste vivir mi sueño. Fue eso, ¿no? Fuiste demasiado buena conmigo cuando deberías haberme dicho que era un imbécil, pero te lo agradezco. Gracias por dejarme ser.

—De nada. —murmuró sin apartar sus ojos de los míos—. Yo también te odié ¿sabes? Te quería tanto como te detestaba. Pensé que eras un cobarde, que ya no me querías; pese a que fui yo la que te dejó allí sentí que todo era culpa tuya. Por más que racionalizaba todo no era capaz de entender cómo me sentía. Me hundí mucho, hice cosas que jamás imaginarías en mí; hasta que Diego volvió a mi vida. Estaba fuera de control, no escuchaba a nadie, y él me salvó de ti. De tu recuerdo, de tus promesas. Por eso me enfadé el otro día cuando me dijiste que yo no cumplí. Sí lo hice, te dejé volar Jon. Pero a cambio di mi libertad, di la persona que era junto a ti, la chica que volvía a ser feliz.

—Lo siento. De verdad que lo hago. Yo nunca te he dejado de querer Dafne, y no creo que lo haga. —admití lo último en voz baja. Casi con la esperanza de que ella no lo pudiera escuchar.

—Yo tampoco Jon. —Buscó mi mano y las unió provocando un calambre que recorrió mi brazo directo a mi corazón: la luz parpadeó de nuevo en mi interior—. No podría olvidarte ni queriendo. Eres mi talón de Aquiles, pero ya no hay vuelta atrás.

—Eso significa que...

—Que no vamos a volver a estar juntos, pero la promesa sigue en pie. —me dio un apretón seguido de una sonrisa cómplice y luego me soltó.

—¿Juntos?

—Juntos y volando bien alto. —asintió—. Pero... —me señaló con un dedo acusador—. Nada de meterte con Diego, ¿me lo prometes?

¡Puto Diego! Siempre por medio como un mal dolor de muelas. ¿Por qué tenía que aparecer en cada conversación que teníamos? ¿No podíamos ser al margen de él? ¿Tan difícil era olvidarle por unos segundos e imaginar un mundo en el que sólo estuviéramos ella y yo en nuestra "relación"? Al parecer sí, era imposible, desde que ese capullo la había salvado de ella misma y de los destrozos que yo había causado él tenía preferencia y derecho a meterse por medio.

¿O era yo el que se metía por medio?

El caso es que no podía quejarme, no viendo que todo seguía adelante, que las verdades ya habían sido dichas y nos acabábamos de declarar mientras admitíamos que lo nuestro era imposible.

—Te prometo que no seré demasiado duro con él. Pero sabes que no me cae bien y no puedo cambiarlo. Le agradezco que te ayudara cuando yo no pude hacerlo, pero no vamos a ser amigos y lo sabes. No te voy a mentir. No me gusta de lo que va por la vida.

—Me sirve. —aceptó con un encogimiento de hombros.

Al poco llegamos al mirador y nos apoyamos en la valla para observar la ciudad reluciendo como un faro en la noche. Fue entonces cuando me asaltó una nueva duda. ¿Era ella? ¿Era ella mi faro, mi luz en la noche y mi única oportunidad de sentir amor de verdad? Porque si era así, si ella era la única... Acababa de terminar más mal parado que el Titanic. Cada declaración había sido un iceberg y cada sueño frustrado un grito de socorro a la nada. Y si era ella, mi ella, entonces el ser amigos no era nada, papel mojado en la noche. Porque volar a cielo abierto cada uno por su lado no era parte del plan, sin guía ni brújula, sin nadie en quién apoyarse... No era lo mismo.

—Prometo no decir nada más después de esto —volví a romper el silencio aprovechando que la oscuridad disimulaba mi rubor, no tanto mis titubeos—, pero el otro día cuando vi... cuando Fred murió. Pensé que yo podría haber acabado igual: que un día podría haberme pasado de copas o haberme metido con la persona equivocada y, bueno, me acojoné, la verdad. Y soñé contigo, eras como un ángel y sé que es estúpido, que no tengo que idealizarte, pero era un sueño y si supiera interpretarlos seguro que significaría algo así como que te necesito, o que eres mi destino o una movida profunda y retorcida. El caso es que, por si no ha quedado claro ya, espero que algún día acabemos juntos. Sé que es una locura, no voy a hacer nada porque suceda y por favor no digas una palabra, sólo quería que lo supieras. Que cuando digo que te quiero es con todo, pase lo que pase, en lo bueno y lo malo. Aunque tú ya no me veas de esa manera. 

El día que te olvide 2 © ✓Where stories live. Discover now