CAPÍTULO 08 | Alguien sin experiencia

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ZAYN

Sé que vas a juzgarme, yo también lo hago por haber sido tan estúpido. Cuando divisé a la pelirroja supe que tenía que hacerlo. Envié al cuerno todo, daban igual los rumores. Ni siquiera lo pensé, sólo me giré hacia Daniel para decirle:

—Vamos a hacerlo.

Él reaccionó al instante, tan aterrado como lo estaría una persona pensante que, claro está, yo no estaba siendo.

—¿Qué?—exclamó. Tomé su brazo—. No, Zayn. No. ¡No!

Pero ya era muy tarde. Mi mano estaba elevada, una luz blanca nos iluminaba y yo grité.

—¡Nosotros!

Jalé de mi amijo para que se levantara, tuve que poner todo mi empeño en arrastrarlo hasta las escaleras que brillaron a nuestros pies. Me sentía bien, algo me decía que no debía alterarme y sólo tenía que esperar a que se acabe. 00:00 no podía ser real, era sólo un cuento estúpido que se había creado por ahí.

No tenía razones para temerle si ni siquiera existía una sola prueba de que fuera real. El mundo está lleno de conspiraciones, la mayoría de ellas falsas. ¿Qué podía salir mal, verdad?

En serio pensaba que no tenía por qué tenerle miedo.

Entonces alcé la mirada. La vi, la chica rubia también estaba ahí. Y recuerdo que casi tropiezo cuando noté que ella desviaba la mirada como si estuviese incómoda y no tardaba en girarse hacia su amiga. Sonreí de manera inevitable al darme cuenta de que ese juego se volvía cada vez más divertido.

Me di cuenta de que quizás levantar la mano había valido la pena.

No tenía idea.

Llegamos a la plataforma, me coloqué justo al lado de una chica castaña que parecía estar a punto de llorar pero se controlaba bastante bien. Me giré en dirección a los demás y tomé aire, dejé de escucharlos a todos cuando una mano se aferró a mi brazo y me echó hacia atrás con disimulo.

—¿Por qué hiciste eso?—soltó Daniel con cierto enojo.

Me observaba sin parpadear. Noté que fruncía el ceño. No me daba ningún tipo de alegría su cara. Quizás no debía haberle contado lo de 00:00 antes de arrastrarlo conmigo, pero en el momento lo vi necesario.

—Daniel, son solo rumores. Conspiraciones. ¿Qué probabilidad hay de que sea real?—intenté tranquilizarlo—. Confía en mí. Vamos a estar bien.

—¿Que vamos a estar bien?—frunció el ceño con bastantes ganas, ladeando la cabeza—. Zayn, estamos metiéndonos en un puto juego sangriento del que es muy probable que no logremos a salir. ¡Dijiste que este tipo secuestra y tortura personas y luego nos arrastraste a ambos hacia sus manos! ¿Qué crees que va a hacer ese imbécil con nosotros? ¿Felicitarnos y mandarnos a casa con un pastel?

Ante su desesperación sólo pude reír. Me observó con rabia. Bajé los hombros, era evidente que no nos estábamos entendiendo.

—Escúchame—dije, ahora intentando estabilizarlo y salvar la situación a la vez—. Vamos a estar bien porque 00:00 no existe, ¿entiendes? Olvida eso, lo que en verdad va a ocurrir ahora—me giré, señalé a la pelirroja solo con la cabeza y sonreí como un completo estúpido—, es que vas a besar a esa de ahí.

—¿Sigues insistiendo con esa mierda?—Daniel comenzó a masajearse la sien—. ¿Por qué te empeñas en joderme de esta forma, Zayn?

Mi rostro se contrajo, comencé a enfadarme con él porque de verdad su actitud me estaba hartando. Nunca antes lo había hecho pero ahora sólo estaba tratándome como el culo. Y yo, por alguna razón, no pensaba tolerar eso.

—¡Sólo estoy intentando ayudarte!—protesté—. Es lo único que estuve intentando esta noche así que, mira, lamento ser un aguafiestas, pero estás actuando como un imbécil.

Se encogió de hombros antes de voltearse. Pobre de mí que no me daba cuenta de que en realidad el imbécil estaba siendo yo.

—Vete a la mierda—soltó entonces, y no volvió a dirigirme la palabra.

VICTORIA

Tuve problemas para expresar mis sentimientos cuando era pequeña, pero eso no significa que no los tuviese también cuando crecí.

Pensaba mucho. Siempre creía que eran tonterías o ese tipo de imaginaciones de una persona sin experiencia, de alguien que sólo aparenta saber algo inteligente pero que es sólo silencio, son sólo ideas sin relación que hasta terminaban por ser contradictorias. No quería ser ridícula, tenía miedo de no ser alguien. Antes de hablar ya sabía lo que iba a decir. No buscaba herir a nadie, estaba buscando sin parar la forma de aparentar ser interesante, no aburrida y vacía como en realidad me sentía.

Supongo que eso es lo que nos lleva a todos a meter la pata.

Buscar tanto la perfección hasta darnos cuenta de que es inalcanzable.

Aquella noche llevaba un vestido azul oscuro que yo no había elegido para mí. Mi cabello negro comenzaba a molestarme, lo sentía como una peluca. Sólo podía esperar que todo acabe, que las camionetas lleguen de una vez y el sufrimiento se esfumara por un instante. Sabía que me importaría sólo unos minutos, luego encontraría la manera de pasar de eso e intentar aceptar el destino que me había tocado. Suponía que, a veces, es lo único que nos queda. Nada de contradecir. Nada de negarse. Nada de pensar. Aceptar.

Ese era mi plan.

Me sentía pequeña y frágil pero sabía que estaba dando otra imagen. Tenía que hacerlo de esa manera.

Cuando la plataforma descendió me obligué a mí misma a actuar con confianza. Formamos un círculo alrededor de Richard y él comenzó a hablar. No le presté atención, sabía lo que estaba a punto de explicarles qué íbamos a hacer a continuación y poco más.

En su lugar me concentré en analizar los rostros de quienes iban a acompañarme durante un buen tiempo. En mi cabeza todos ellos se veían como alguien que ya conocía, eso me irritó un poco pero intenté convencerme de que ellos no sabían nada. No tenían la culpa.

No todavía al menos.

Divisé al instante las debilidades y fortalezas de cada uno. Sus miradas, la forma en la que cada uno se erguía, de repente entendí lo fácil que puede ser hacerse una idea de una persona. Me dio igual ser prejuiciosa, sabía que 00:00 no era cualquier cosa y que algunos de ellos en definitiva no iban a soportarlo. Era como darle a un niño un cuchillo y decirle que mate a sus padres. Una locura.

En algún momento salí de entre mis pensamientos para percatarme de que Richard me estaba observando. Todos lo estaban haciendo. Esperaban que dijera algo.

—No te preocupes, Richard—dije entonces poniendo los ojos en blanco—. Lo tengo claro.

Él sonrió. Una fuerza incontrolable tiró de mí para golpearle pero me contuve a tiempo. Siempre terminaba haciéndolo.

—Es raro que vuelvas a intentar morir—dijo al cabo de unos segundos.

Me encogí de hombros, intenté tomar aire. Cuando lo observé entendí que iba en serio.

—Con suerte—mascullé siguiéndole el juego.

No quise hablar más, me limité a esperar a que él continúe con sus mierdas. Pero no lo hizo. Se limitó a girarse sobre sus talones para hacer que lo sigamos. Alcanzamos una de las puertas traseras, salimos a un callejón y luego seguimos a Richard en dirección a una calle bastante solitaria. La verdad es que no había nadie, estaba a oscuras, siempre había sido así. No podríamos escapar. Se me cruzó por la cabeza la idea de intentarlo, la de correr porque sabía que podía, pero me detuve a mí misma.

«Aceptar, Victoria».

No tenía otra opción. 


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