Capítulo 45

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ÉL:

Escuché y leí muchas veces, opiniones de personas que hablaban de cuando su mundo se detenía y que en ese segundo, se daban cuenta de lo felices que eran. Jamás me había pasado y hasta cierto punto, creí que podía llegar a ser una mentira. Es que, ¿Cómo es posible que cuando eres feliz a tu máximo, no te des cuenta de ello? Sencillo, estamos tan ocupados riéndonos y viviendo el momento, que no te detienes a pensar, no entiendes que todo lo que has vivido hasta este momento ha valido la pena y que estás dispuesto a muchas cosas más para sentirte igual de vivo... Pero esta vez no fue mi caso. Mi mundo se detuvo cuando menos lo esperaba.

Me sentía completo.

No pensaba con claridad en ese momento, sólo estaba seguro de que estaba realmente feliz y que daría cualquier cosa por volverme a sentir de esa manera. Tenía a mis padres frente a mí y a mi hermana a mi lado. ¿Qué más puedo pedir?

Me fue difícil dejar de sonreír el resto del día y espero mantener esa actitud por mucho tiempo más. Estoy seguro de que me lo merezco, nosotros estábamos destinados a ser felices y no quiero perder más tiempo, me niego rotundamente a eso... Fue por ese pensamiento que me animé a decirle mamá cuando nos abrazamos.

No estoy seguro de si Adriana ya le había dicho papá a papá, quiero decir, lo había mencionado frente a mí pero jamás la escuché llamarlo de esa manera frente a él y por otro lado, yo tampoco lo había hecho. A pesar de recordar a Emma y no tener ninguna duda de que era ella, me era difícil llamarla esa manera, no sabía cómo iba a reaccionar y no quería incomodarla. Seguramente es una excusa estúpida pero no puedo explicar lo que sentía, simplemente no hay una razón lógica en mi cabeza de porqué no lo hice antes así que me animé a hacerlo.

Y joder que no me arrepiento.

Verla sonreír tan ampliamente después de haber dicho, Feliz navidad, mamá... ¡Dios! Ese sentimiento se quedará grabado en mi mente.

— Es bastante extraño que siga dormida. No suele despertar tan tarde — dijo para nada preocupada, de hecho se escuchó más como una burla.

Estábamos sentados en la isla de la cocina y en unos minutos será medio día. Llevábamos una conversación animada entre papá, mamá, Galilea, Joseph, Madeleine y los abuelos. Éramos los únicos que nos encontrábamos aquí, los demás estaban en la sala y la tía Selma, la tía Silvia y el tío Álvaro junto con sus hijos, había ido a sus hogares. Esto se resume a que Jessica y Adriana son las únicas que siguen durmiendo.

— Yo le dije a mi Solecito que las habíamos despertado demasiado temprano ayer. Seguramente solo están cansadas — dijo el abuelo y sonreí levemente, algo así dijo cuando fueron a despertarme. Baje la mirada a la isla de la cocina donde tenía mi móvil, este empezó a vibrar indicando una llamada entrante.

— Bueno, Jessica podría dormir el día entero como alguien que tengo frente a mi — habló Madeleine mirándome.

— Mejor me voy porque están empezando a sacar mis verdades. Adiós — dije como excusa para irme aunque en realidad todos notaron que me llamaba. Solo lo hice para agregar algo de drama.

Salí de la cocina y fui hasta mí habitación lo más rápido posible para contestar la llamada antes de que colgara.

No tengo idea de porqué no dude en responderle pero sin duda alguna mi actitud con él no ha cambiado en lo absoluto.

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— ¿Se te ofrece algo?

— No esperaba que fueras a responder.

— Bueno, lo hice. ¿Qué sucede? — lo escuché suspirar en un intento de armarse de valor.

— Feliz navidad.

Otro tipo de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora