Capítulo 09

249 40 3
                                    

Kimetsu No Yaiba
"Técnica de Sangre"

—Cuando se trata de limpiar nuestro ser la lluvia es la mejor opción —musitó percatándose de la presencia de su compañero—. Ella nos deshace porque estamos hechos de papel. No hay en el mundo un cuerpo firme, el cual haya sido lo suficientemente fuerte para soportar el dolor —afirmó girando en el lugar para encontrarse con los ojos dorados de su compañero—. Cuide bien de Keitaro, Rengoku-san —tarareó enseñando su sonrisa, la misma que carece de emociones.

—¡Claro! Estarás a mi cuidado. ¡Seremos un gran equipo! —estalló con euforia, llamando la atención de la chica que desvió la mirada por tal brillo deslumbrante.

"Lo que usted diga, Rengoku-san."

La mirada color ciruela de Keitaro se encontró con el largo camino que ambos tienen que recorrer. No le importa caminar largas distancias, de hecho, disfruta de la paz que le genera observar el paisaje en sus largos viajes. Pero, por alguna extraña razón, se siente un tanto abrumada y no comprende el porqué del origen de tal sentimiento agobiante. Aun así, piensa hacer caso omiso a su habitual postura y seguir por el sendero como siempre hizo.

"Ya pasará, okaa-sama. Los malestares no son eternos."

Concluyó. Se aferró al paraguas ocultándose del sol que habitualmente le nubla los sentidos seguido de caminar pacíficamente junto a su acompañante, Kyojuro Rengoku.

La nariz de Keitaro se arrugó con rudeza cuando sintió en el aire el aroma de él, por lo que volteó sutilmente y carraspeó.

—Su aroma es un tanto peculiar, Rengoku-san —manifestó su desagrado con educación, tocándose sutilmente el puente de la nariz.

No sabe exactamente porqué el aroma de Kyojuro le aqueja tanto, es más, se atreve a deducir que es un aroma distintivo. A diferencia de su padre que tiene una presencia imponente mezclada con ira o su hermano menor que es como las hojas de otoño que caen de los árboles con encanto. Pero él, Kyojuro, le produce incertidumbre.

Kyojuro solo guardó silencio ante la confesión del chico.

🩸🩸🩸🩸

Las palmas abiertas de Keitaro se movían con fluidez acompañando los golpes de su oponente, quien trata de lastimarla a como dé lugar. Pero a ese paso su enfrentamiento se asemeja a una danza sobre aquel tejado de la ciudad en donde sorprendentemente se refugia un grupo de cinco demonios. Ellos no solo generaban disturbios que se resumían a secuestros y muertes en la noche, lo cual generó un toque de queda para todos. Aun así, para quienes no llegaban a sus hogares a tiempo la historia y su final pasaba a ser sangriento.

—¡Te he estado esperando, Keitaro! —estalló el demonio tomando distancia entre ambos.

La coleta de Keitaro acompaña las sutiles ráfagas de viento que agitan sus vestimentas holgadas. La misma tiene una expresión inexpresiva, la cual logra excitar al demonio de gran tamaño.

—Arigato —musitó con dulzura—. Pero no pretenda que el sentimiento sea mutuo —susurró afilando sus uñas.

La pupila se le rasgó acompañando sus venas, las cuales resaltaron con obviedad mientras volteaba a tiempo para defenderse de la llegada de otro monstruo de la ciudad. De todos modos, la torpeza le jugó una mala pasada, se concentró demasiado en el segundo oponente que olvidó al armatoste quien apareció de la nada a su lado y le golpeó la mejilla mandándola a volar por los tejados de la ciudad.

La contextura de la chica se golpeó contra una pared cayendo al suelo, aun así, escupiendo sangre se puso de pie para sacudirse las vestimentas. La sonrisa altanera de su rostro se ensanchó enseñándole los colmillos a esos que la ven divertidos.

—¡Me han sorprendido! Mis hermanos últimamente han sido aburridos —afirmó entre risas acomodándose algunos mechones sueltos detrás de la oreja—. Será interesante, okaa-sama —divagó olvidándose de los demonios.

No obstante, en ese momento, Keitaro se sintió ausente, los ojos de la menor se abrieron de tal manera cuando gritos de auxilio llegaron a sus oídos. El aroma de dos humanos se intensificó en sus fosas nasales, percatándose de la posición de ambos desconocidos.

—¡Haiko debe estar haciendo de las suyas!

El mundo se le desvaneció para la híbrida que volteó olvidándose de sus oponentes para empezar a correr hacia aquellos que aclaman ayuda. La muerta de su madre se apoderó de su mente pasando aquel horrible momento una y otra vez.

"Aguanta, okaa-sama."

Pensó con los ojos humedecidos sintiendo también las presencias de ambos demonios que le pisan los talones, pero honestamente no le importa porque su único objetivo es salvar a esa mujer y niño.

La visión de ambos seres indefensos apegados a esa pared la perturbó de tal manera que lo único que hizo fue interponerse entre ellos y el demonio, recibiendo un arañazo directo en la espalda por parte del contrario.

Se mordió el labio inferior para no gritar mientras la sangre va tiñendo el kimono blanco que posee. Su vista enternecida paró en el pequeño entre los brazos de su madre, llorando a mares mientras la mujer se aferra a él con fuerza para no dejarlo ir.

—Llegué a tiempo, okaa-sama —susurró llamando la atención de la mujer, quien sorprendida dirigió la vista hacia ella.

No le importó recibir más de un arañazo mientras se aferraba a la mujer para cargarla y huir de ahí. Siendo honesta consigo misma jamás se había enfrentado a tres demonios y menos para defender a dos civiles. Y, sinceramente, Keitaro no está dispuesta a perder otra vez a personas inocentes.

En medio de la plaza del pueblo decidió detenerse gracias a su pecho caliente, el mismo que no le permite respirar con normalidad.

Se siente asfixiada.

—Keitaro va a protegerlos, okaa-sama —susurró acariciando con dulzura la mejilla de la mujer y la cabeza del menor.

Se volteó afilando las uñas para poder enseñarles la fiera que lleva escondida en su interior.

—¿Qué sabor tendrá su sangre?

Aquella pregunta generó que su pupila rasgada se dilate con intensidad.

—¡Cierra el hocico, perra! ¡Enfréntame! ¡Solo así sabrán quién manda, escorias! —estalló rabiosa.

Se protegió con el antebrazo recibiendo el ataque del demonio, sintiéndose aturdida por agarrarlo del pie y mandarlo a volar hacia los otros dos. La sangre le hierve por todas aquellas emociones que tiene reprimidas.
Sin embargo, no esperó lo siguiente, se olvidó por completo de las técnicas de sangre de los demonios porque ella carece de una o por el momento desconoce sus habilidades.

Su visión en ese momento vaciló.

Continuará.

Keitaro Kibutsuji | «Kimetsu No Yaiba: "KYOJURO RENGOKU"»Where stories live. Discover now