Capítulo 01

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TODOS LOS PERSONAJES E IMÁGENES LE PERTENECEN A SU RESPECTIVO CREADOR.

Atte: AiElemental

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Kimetsu No Yaiba
"Keitaro"

Los ojos color ciruela de un intenso rojo cautivaron a la mujer.

Keitaro, aquel pequeño ser, se aferró con fuerza al paraguas que su amada mujer le tendió antes de salir a jugar.

—Mi querido Keitaro-kun —suspiró entristecida.

Los ojos del niño avanzaron por la inmensidad de aquel jardín saturado de flores bonitas de llamativos colores. Su mirada ciruela no deja de recorrerlo con curiosidad mientras camina de un lado a otro ensimismado en sus propios pensamientos. Tomándose el atrevimiento de acariciarlas para sentir sus pétalos y luego inclinarse para poder olerlas con devoción. Sonrió. A pesar de sentirse descompuesto cuando la sangre empezó a deslizarse por su nariz se sintió pleno por la armonía que lo rodea.

—Okaa-sama —musitó en un tono tenue, volteando en el lugar para encontrarse con la mencionada—. Otra vez. Está pasando otra vez —murmuró despreocupado.

La mujer, de nombre Keiko, liberó un desesperado suspiró y haciendo un movimiento casi imperceptible retiró un pañuelo de su kimono negro para limpiarle el rostro a su hijo.

La delicadeza que posee la mujer al moverse dejaría a quien sea anonadado, incluso su rapidez y fluidez mantienen un encanto inusual cuando los demás logran percatarse de ella.
No obstante, a pesar de poseer una belleza desmesurada, todo aquello queda atrás cuando los demás se topan con su divina creación, Keitaro.

El niño que, según todos ellos, está maldito por la sangre que fluye por sus venas.

—Okaa-sama, hoy es un día maravilloso —tarareó siendo dulce al curvar con sutileza los labios desvelando los hoyuelos en sus mejillas—. Debería enseñarle su bella sonrisa al mundo, okaa-sama.

A veces unas inmensas ganas de sollozar invaden su cuerpo cuando se encuentra con la hermosa mirada de su hijo. Él es alguien pasivo que carece de malicia, pero por el momento el mundo no está preparado para aceptarlo porque Keitaro es alguien inusual.

Su mismo nombre describe lo que él le ha regalado a su existencia. Keitaro es una bendición para Keiko, quien lastimosamente se ha enamorado del hombre equivocado, y, eso generó que su hijo cargue por el resto de su vida con un peso que no merece.

La hakama negra de Keitaro al igual que su kimono blanco son holgados para su pequeño cuerpo enfermizo y delicado.

Aun así, a pesar de todos los inconvenientes, Keiko trata de iluminar los días grises de su hijo a como dé lugar. No le importa salir lastimada en el intento porque en verdad siente un profundo amor por su hijo. Él es la energía que necesita para recorrer largas millas por su bienestar; no deben dejar rastros en ningún pueblo y no pueden darse el lujo de que ese hombre los encuentre. No cuando se trata de un ser asesino.

—¿Por qué está llorando, okaa-sama? —cuestionó arropando aquellas mejillas repletas de dolor que lo cautivaron.

Las voluptuosas pestañas de la mujer se llenaron de lágrimas al igual que sus ojos humedecidos por la tristeza.

No sabría cómo explicar tal sentimiento que a día de hoy la consume por dentro, mas cuando entiende que su única salida para sobrevivir es huir. De todos modos, está cansada, siente que en cualquier momento puede desvanecerse y esa misma razón le aterra porque no se perdonaría jamás el hecho de abandonar a Keitaro.

Keitaro Kibutsuji | «Kimetsu No Yaiba: "KYOJURO RENGOKU"»Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin