CAPÍTULO PRIMERO.

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BOUN EN TIEMPOS DE CRISIS.

Cuando el caso se presento, el jueves por la mañana del 21 de noviembre, algunos miembros de la Interpol fueron llevados a la escena del crimen. Donato había sido encontrado tendido en su cama, muerto. Al parecer fue un suicidio el que el Italiano cometió pasadas las cinco de la madrugada. Mi presencia no fue requerida cuando el occiso fue llevado a la morgue, el magnate fue incinerado por ordenes de sus hijos quienes aún siguen sin mostrar presencia.

Dos semanas mas tarde, agentes del FBI de Italia llegaron a Bangkok con una carta con destino a Donato que fue encontrada en las oficinas postales de Roma, donde se le informaba que alguien estaba dispuesto a pagar millones de Bahts con el simple objetivo de matarlo y borrar evidencias. La carta no tenía remitente. La única pista fue la caligrafía en italiano. 

—Maldita sea.— palmo la mesa con fuerza creando un sonido estrepitoso.— ¡Joder! ¿Es qué este tipo era un fantasma?

Veo los planos de nuevo, los rostros de posibles sospechosos están en blancos y la única prueba colgada en mi tablero frente a mis narices, es esa estúpida epístola sin remitente. Pareciera que la muy hija de perra se burlara de mi incompetencia. 

Me relajo, suelto los hombros y retiro mis manos de la mesa de madera. Doy la espalda al tablero que no tiene mas que notas inservibles y motas de polvo en medio de hojas en blanco que están sostenidas por chinchetas de colores. Me encamino hacia donde guardo mis vinos, observo las etiquetas de los mas preciados licores hasta tener entre mis manos un cosecha del 75, tinto y fabricado en Roma. A lado de mi licorera están un par de copas, tomo la mas grande y sirvo de la bebida embriagante para después volver a colocar la botella en su lugar. 

Con mi diestra, tomo la copa, el frio cristal se siente bajo mis dedos, agito haciendo circulos al vino rojizo. Lo acerco a mi nariz hasta que su dulce olor se penetra en mis fosas nasales causando que mis sentidos se embriaguen y mis músculos se destensen. Llevo su agradable sabor hasta mi boca, pasa por mi lengua dejando rastros dulces y raspa mi garganta hasta caer a mi estómago. Tan exquisito sabor. 

Postro mi atención a mi lugar de trabajo una vez más, pasan de las cinco de la tarde y los rayos del sol se cuelan por mi oficina, las enormes ventanas que están tras mi escritorio dejan a la vista la enorme ciudad de Bangkok y la movilidad de su gente. El sonido del trafico en las calles también es claro a estas horas del día. Sobre mi escritorio, esta mi computadora, algunos documentos regados, cintas y fotografías del occiso en investigación. A un lado esta el tablero donde expongo las evidencias y donde al centro se muestra la fotografía del Magnate Italiano en vida. 

Regreso mi copa a su lugar cuando el sonido de un par de golpes en la puerta se escuchan, con un simple "adelante", las puerta se abren dejando entrar a una mujer de cabello castaño, ojos miel y hermosas mejillas. En sus manos trae una carpeta y su sonrisa burlesca me indica que posiblemente sea mas trabajo. Me encamino hasta mi escritorio con ella detrás de mi. Sus tacones de aguja hacen sonar el piso de mármol de la oficina y se detienen cuando la chica se sienta frente a mi escritorio en una de las sillas. Yo me siento en mi lugar, sin dejar de ver a la intrusa y sus enormes ojos claros que solo parecen tratar de leerme.

Afortunadamente no soy un jodido libro abierto para nadie.

El silencio se rompe cuando ella abre la boca dispuesta a hablar.

—Le general te esta buscando. —extiende una carpeta y la deja sobre mi escritorio.— Es sobre el asunto de Donato.

—Se lo que quiere esa bruja.— tomo la carpeta echando un vistazo en su interior.

Detective [Bounprem].Where stories live. Discover now