CAPÍTULO II

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PRESENTACIÓN OPORTUNA.

—No entiendo.— mi vista se posa de nuevo en ese papel blanco donde solo existe una tenue mancha de tinta que simula ser la silueta de Donato.— ¿Cómo diablos....?

—Boun.— una voz masculina se presenta a mis espaldas.

Me giro sobre mis talones, él esta parado en la puerta, con el semblante serio y ese cabello oscuro tapando parte de su frente. En su boca puedo percibir el indicio de una mueca de desagrado, pero también de superioridad como la primera vez que nos conocimos. Su cuerpo esbelto se desplaza por mi oficina y se postra en uno de los sofás cercanos a la puerta. Cruza sus piernas y deja su arma sobre una mesita de centro con efecto transparente. 

Su semblante no me dice mas que prepotencia. Y eso me enfada sin embargo me mantengo sereno, tranquilo y una sonrisa sale de mis labios como si de un gato silvestre me tratase. 

La tensión se puede tocar con la yema de los dedos de cualquiera de los dos.

—Has hecho de esta oficina un habitad animal.

—Ve al grano Ohm.— hablo con la voz mas retadora y calmada posible.— ¿Solo has venido a verme? Sabes que mi culo no esta en venta mi amor.

Su semblante se distorsiona y se forma una mueca en su boca burlesca. 

—Púdrete.— responde.— No me interesa meterme contigo, una rubia puta.— gira su rostro hacia la izquierda.— que asqueroso. 

—Ajá.

Me paro de mi asiento y me poso frente al escritorio dejando caer mi trasero sobre la fría madera. Sus ojos recorren mi cuerpo y desinteresadamente se para del sofá donde esta, guarda su en el arnés de su cintura y camina en dirección a la puerta, su mano envuelve el mango y lo jala, pero antes de salir y con su espalda ancha dándome la mejor de las vista, se decide a hablar de nuevo. Me mira por el rabillo del ojo, sobre su hombro izquierdo.

—La general me dijo que fueras a su oficina.— esa simple oración vasta para descolocarme, y él lo sabe porque sonríe más amplio.— Parece que a cierto niño no le gusto la noticia. 

—Soy mayor que tu imbécil.— me paro del escritorio.— Respétame por una puta vez en la vida. 

—Como sea P' Boun.— atraviesa la puerta y estando fuera me enseña su dedo medio con una fina sonrisa.

Cierra antes de que pueda decir algo. Con frustración llevo mis manos a mi rostro y paso una y otra vez por el mismo lugar intentando limar mis desgracias, cosa que no consigo para nada. 

Ya resignado, me pongo en marcha, tomo el saco que esta sobre el perchero que esta junto a la puerta y lo coloco, dejando obviamente mi corbata esta vez azul a la vista. Jalo el mango de la puerta dispuesto a enfrentar todo de una puta vez por todas. En las afueras de la oficina puedo ver a varios agentes ir y venir, unos solos y otros con sus respectivos compañeros. Eso simplemente hace que mi estómago se apriete, porque se que muchas veces me he librado de tener un compañero y esta vez no será una de esas veces, lo sé, lo tengo mas que claro por como la general fue tan persistente ayer. 

Subo al ascensor, las puertas del cubo metálico se cierran conmigo adentro y en completa soledad, mi semblante se vuelve frio, así la persona que será mi nuevo compañero tendrá en claro quien es quien en esta relación laboral. Ni siquiera planeo mantener una relación de amistad. Las puertas del ascensor se abren y salgo de ahí con la cara en alto y ese porte arrogante que tantas veces me a servido como un caparazón. Recorro todo el pasillo de luces ambarinas y me detengo en aquella puerta en color blanco con detalles en gris. Respiro hondo y profundo llenando mis pulmones de oxigeno y cobrando aquella frialdad tan característica en mis ojos. 

Detective [Bounprem].Where stories live. Discover now