Capítulo VIII

621 101 27
                                    

LA DIVINIDAD DE PREM.

El sonido tranquilo de mi móvil en vibración me saca de mi nube de sueños. Entre abro los ojos y miro en dirección del ventanal abierto donde el arrebol hace acto de presencia creando un hermoso paisaje en los cielos de Italia. Me remuevo entre las sabanas de seda fina y giro mi cuerpo para encontrarme a Boun dormido en la misma posición que antes, con su rostro en mi dirección mientras su cabello rubio se esparce por la almohada. 

Salgo de la cama, estiro mis músculos y me comienzo a encaminar en dirección  a la puerta, abro creando un chirrido de las bisagras por fortuna cuando observo por el rabillo del ojo si Boun se a despertado, este sigue en la misma posición sin abrir los ojos. 

Mis pasos recorren el penthouse hasta que doy con la cocina, saco de la nevera una botella de agua siendo tentando por el Wiski que esta a mi lado derecho pero lo ignoro como tantas otras veces lo he hecho. Me dejo caer sobre el sofá que esta cercano a la ventana de cristales traslúcidos observando los pocos rayos del sol que aun esta sobre las nubes. Suelto un suspiro y lleva la botella a mi boca para poder saciar mi sed. Es trémulo el tiempo cuando estoy tan solo, aunque desde que vivo con el rubio mis días no son tan solitarios como antes. 

Dejo la botella sobre el piso de mármol mientras mis ojos no dejan de ver las calles de Roma donde gente tan ajena a mi pasea, parejas enamoradas que se ven tan felices, familias que seguro hoy tendrán una cena bonita llena de anécdotas de su día. Otros más pasean solos pero aun así se ven mas felices que yo. Sin pensarlo una pequeña lágrima se desliza de mis ojos, no intento detenerlas, nadie me mira de todas formas, no tengo que ocultar el miedo y la melancolía que siento dentro de mi desde que la noticia de mi condición llego a mis oídos. 

—¿Estas bien?

Mi cuerpo se tensa cuando la voz de quien creí dormido se escucha a mi costado. Dejo que el dorso de mi mano limpie las lágrimas que han descendido por mis mejillas y han dejado su rastro salado ahí. Al no obtener respuesta de mi lado solo se deja caer delante de mi con su semblante aun soñoliento. 

—¿Por qué no debería estarlo?

—Estabas llorando.

—Los hombres también lloran P'Boun.

El silencio se instala entre ambos; él juega con sus manos mientras que no deja de prestar atención a cada una de mis acciones, desde mis pies descalzos que están quietos sobre el frio piso hasta mis cabellos plateados desordenados por la almohada. Su mirada me estruja, me analiza pero a comparación de otras personas, la suya esta llenada de preguntas y de compasión por saber que me sucede. 

El aire se cuela por la venta dejando que el frio me cale hasta los huesos, mi aroma a Manzana se esparce por el ambiente, lo sé porque Boun se a removido al percibirlo. Me acaricio los brazos buscando calor que no llega a mi cuerpo debido a la temporada, tratando de ocultar ese aroma que para muchos es idílico. Cuando dicho aroma es explicado por mis palabras, entonces pierde su encanto y se sustituye por la fragancia a la aberración. 

—Es bonito el aroma a tu perfume.— la voz de mi compañero me saca de mis cavilaciones.— Parece nunca terminarse o salir de tu ropa. 

—Esa fragancia esta lejos de ser bonita en narices ajenas.

—No todos pensamos igual Prem. — mi vista deja de ver a las nubes pintadas de rosa para ver al hombre que esta sentando frente a mi.— Podrías poner explicación a tu fragancia, pero aun así podría asegurar que seguirá siendo igual de embriagadora. 

Me quedo quieto, inmóvil ante sus palabras porque muchos habían dicho que ese olor era bonito pero nadie me había pedido explicación de una manera tan ecléctica, tan amable que pareciera mas una pregunta que una exigencia por curar sus constantes incógnitas. Pero no sabría decir si estaba preparado para hablar del tema que fue parteaguas en mi vida, el tema que hizo que todo tuviera punto y a parte. 

Detective [Bounprem].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora