Capítulo 9: Pacto de Genios

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     —Nos vemos mañana, entonces. Ah, y creo que en tu habitación penan.

     —Y en la tuya hay escorpiones debajo de la almohada, mocoso desabrido.

     Una mirada de odio compartido dio por finalizada su conversación.

✩✩✩✩✩

Los cinco jovencitos habían pasado una extraordinaria jornada juntos. En un principio, decidieron juntarse en el tour gracias a la gran amistad de Sehyoon y Byeongkwan, pero luego se dieron cuenta de que todos habían congeniado de maravilla. Si bien Donghun y Yuchan no escatimaban esfuerzos en demostrar su mutuo encono, hasta ese detalle era divertido de presenciar.

     Dicho sea de paso, Yuchan se había convertido en una especie de guía, ya que conocía más o menos la isla y pudo recomendar los mejores centros turísticos que no estaban incluidos en el tour. Donghun estaba harto de su chillona voz de Cicciobello y mucho más de su estúpida sonrisa cada vez que los demás lo felicitaban por su descripción detallada de cada lugar como si fuera un verdadero guía de turismo. Una razón más para detestarlo.

     Cuando cayó la tarde, Junhee tuvo que excusarse porque no podía desentenderse del todo de sus labores del consejo, ni siquiera en un viaje de placer. Sabía que Sehyoon podría quedarse a cargo del grupo sin problemas —o eso quería creer—, pues confiaba en el sermón que les había dirigido a Yuchan y a Donghun antes de irse. En vista de que tenían el resto de la tarde y noche libres, Sehyoon sugirió que fueran a pasear por la playa, tomando la mano de Byeongkwan en el acto.

     Desde ese momento fue que la tragicomedia comenzó.

     Los dos echaron a correr por la orilla del mar, lanzándose arena y agua como un par de niños inocentes, ante la absorta mirada de sus mejores amigos. Corrían tan rápido que, al poco rato, desaparecieron del mapa y los dos abandonados a su suerte tuvieron que tratar de alcanzarlos, sin éxito. Al cabo de una hora caminando en círculos, finalmente los distinguieron sentados sobre unas rocas elevadas, con el mar golpeando sus pies de vez en cuando, y salpicándolos con la refrescante agua salada. Conversaban y reían de quién sabe qué, mientras sus manos se rozaban constantemente y sus miradas no se apartaban la una de la otra. Sus amigos los espiaban desde la base de las rocas con un gesto de completa exasperación.

     —Esto es repulsivo.

     —Repulsivo, repugnante, asqueroso... Algunos realmente tienen un concepto bastante retorcido de la amistad.

     —Creo que me rindo —declaró Yuchan, dando la espalda a la escalofriante escena.

     —Diablos, hemos estado siguiéndolos todo el tiempo como unos idiotas y no hay forma en que se despeguen. Y cuando queremos convencerlos de que vengan con nosotros, siempre buscan la manera de escabullirse.

     —Bueno, eso es también porque nos distrajimos peleando y aprovecharon el pánico para huir.

     —Es imposible, creo que debemos resignarnos —suspiró, cruzándose de brazos—. Así que supongo que aquí termina nuestra doble entente.

     Yuchan se giró para mirarlo fijamente durante unos segundos antes de poder contestar. ¿Por qué se estaba demorando tanto en dar una respuesta?

     —Por supuesto, ¿qué esperabas?

     —Esperaba poder deshacerme de ti lo antes posible —replicó Donghun.

     —El sentimiento es mutuo.

     Estaban a punto de levantarse cuando, de pronto, dos pequeños detalles los alarmaron. Primero, sus amigos habían desaparecido sin dejar rastro; segundo, observaron que sus ropas comenzaban a humedecerse y, en definitiva, no era a causa del mar. De hecho, era el cielo el que parecía estar llorando por la suma de las penas ajenas del mundo, pues, en cuestión de segundos, ya se encontraban empapados de pies a cabeza, tratando de distinguir algún punto cercano para guarecerse hasta que se detuviera la inclemente lluvia. Tan concentrados habían estado en su objetivo de separar a sus amigos que ni siquiera habían tenido la previsión de consultar el pronóstico del clima. Su suerte estaba echada desde el principio. Donghun advirtió, entonces, una imagen borrosa no muy lejos de donde se hallaban. Tal vez estaban salvados por el momento.

La Némesis del ArcoírisWhere stories live. Discover now