Charlie le dio una pequeña propina al botones, por lo que este se marchó rápidamente de la habitación con una buena sonrisa. Miré a Charlie, esperando a lo que tuviese que decirme.

—El señor LeBlanc pasará a buscarla sobre las siete. —Asentí como respuesta y él con una leve sonrisa abandonó la habitación.

Giré levemente sobre mí misma y caí en la cama abriendo los brazos. Todo esto era realmente impresionante.

Después de analizar punto por punto mi habitación, tomé mi teléfono móvil pensando en Tyler y el enfado que se había esfumado hace horas.

"Ty, tengo una cama enorme y no estás aquí. Diablos, ven ahora. Tu ratoncita."

Sonreí dejando el móvil sobre la cama y entré en el baño a la vez que la boca se me desencajaba. ¿Esto era perfume francés? Maldita sea, lo había echado de menos.

Lo cogí y vi que había una pequeña nota al lado. "Pensé que una mujer bonita necesita un buen perfume, princesa." Reconocí que era de Gerard al leer ese princesa, él siempre me llamaba así. No muy conforme con saber que era suyo, dejé el perfume donde estaba y volví a la cama. Cogí el móvil y vi que había recibido un mensaje.

"¿Por qué no llamas a tu marido? Tyler."  Fruncí el ceño y pensé en mandarle a la mierda, pero de verdad mi enfado se había esfumado, por lo que algo calmada le escribí el siguiente mensaje.

"Quizás debería hacerlo, pero primero te avisé a ti. Si no estás aquí en veinte minutos va a ser cierto que tenga que avisarle a él. Último aviso, tu ratoncita desesperada por besarte."

Adjunté en el mensaje la localización del hotel, por  lo que si no venía sería porque no querría. Sabía perfectamente que él se hospedaba en el mismo hotel, porque todos los asistentes a los premios se hospedan aquí ya que era el más cercano al lugar.

Saqué de mi pequeña maleta un esmalte de uña color rojo y comencé a pintar cada una de mis uñas mientras de fondo se escuchaba 'Thinking out loud' de Ed Sheeran.

— ¡Cariño, te seguiré amando hasta que tengamos 70 años! —Cantaba con una elevada voz.

Quizás fuese el lujo que la habitación me transmitía o quizás no, pero estaba feliz y lo dejaba transmitir a través de mis reales gallos llamados cantes.

En la puerta sonó un fuerte pero seco golpe. Elevé la vista y dejé el esmalte en la mesita de noche. Soplé mis uñas a medida que abría la puerta. Alcé mi vista para ver un Tyler serio, pero seguro. Entró en la habitación y tomó mi rostro para besarme sin posibilidad alguna de rechazarlo. Continué con gusto aquel apasionado beso. Cuando este terminó, ambos nos separamos y he de decir que sonreí como una auténtica quinceañera. Él no sonrió pero pude ver en sus ojos brillos de ilusión.

—Tus gritos de espanto se escuchan desde pasillos atrás. —Dijo y yo sonreí.

Pasé mis brazos alrededor de su cuello y jugueteé un poco con mi lengua, sabía que no podría resistirse mucho, si es que tenía intención de poner resistencia.

Tyler pasó sus manos por mi cadera y me llevó lentamente hacia la cama. ¡Por fin!

Se podría decir que hicimos el amor de la manera más salvaje que conocía, no había visto un Tyler así nunca, ni él había visto una Julia tan llena de pasión como esa tarde me encontraba. Pasionalmente salvaje sería la definición.

Jugueteé un poco con la yema de dedo sobre el desnudo torso de Tyler, noté una sonrisa en su rostro a la vez que una de sus manos pasearon lentamente por mi espalda, acariciándola.

—Ha hecho un buen trabajo tu marido al pagarte esta bonita suit para que podamos disfrutarla. —Dijo y elevé mi mirada para mirarlo.

—Marido por poco tiempo. —Afirmé y él me miró ahora. —Mañana hemos quedado con nuestros abogados para formalizar el divorcio.

BúscameWhere stories live. Discover now