CAPÍTULO 05 | Pista de baile

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ZAYN

La fiesta era un desastre, uno de los buenos.

Había un bar a un costado al estilo retro, con taburetes y hombres de corbata deslizando vasos con bebidas por la barrera. También se podían ver muchas mesas, algunas personas las corrieron para alejarse de parejas que llamaban demasiado la atención y otras personas ni siquiera se habían percatado de lo que tenían a sus espaldas. En el centro de la gran sala una pista de baile iluminaba todo, acompañada con diferentes luces de colores vibrantes y llamativos. Ese era el centro, ese era el punto de encuentro de todos los que íbamos a ser alguien y desaparecer por una noche. La música pitaba en mis oídos y parecía palpitar junto a mi corazón.

Había estado en esa situación tantas veces que parecía rutina.

Daniel se apresuró a escabullirse entre la gente y abrirse paso hasta una de las mesas del bar. Lo seguí sólo porque no quería perderlo de vista. Se dejó caer sobre el taburete y luego le echó un vistazo rápido a la fiesta como si estuviese pensando en alguna forma de entrar en contacto con ella o, de lo contrario, evitar acercarse demasiado. No pude abstenerme de observarlo con una sonrisa cómplice mientras arrastraba uno de los taburetes para poder sentarme a su lado.

Estaba desesperado por beber algo y emborracharme cuanto antes. Sin embargo, el tiempo pasaba y ninguno de nosotros decía nada, así que me dediqué a hacer lo que él. Vi que en la pista de baile algunas personas tomaron la inteligente decisión de dejar el asunto y comenzar a cambiar de planes. Poco a poco la pista se fue quedando con menos movimiento y la música comenzó a ascender, en busca de atraerlos de nuevo hacia ese lugar. Puse los ojos en blanco y salté del taburete. Cuando me giré hacia Daniel algo atrajo mi atención a sus espaldas. Era una mano alzada y cuando ubiqué que se trataba de una chica rubia que estaba intentando hacerse notar, clavé mis ojos en ella. Al percatarse de ello me guiñó el ojo y no tardó en lanzarme uno de esos besos que ves en las películas cuando la pareja cursi y empalagosa está a punto de separarse. Puse los ojos en blanco, pasé de ella y tomé a Daniel para arrastrarlo a la pista de baile.

Conseguí ver antes de meterme entre el lío de gente la hora. Faltaba muy poco para medianoche. Ya iba a tener tiempo para beber después.

Algunas personas aún seguían dándolo todo entre las luces. Divisé a una chica peculiar, pelirroja, bailando con energía en el medio de la pista. Movía sus caderas, bajaba y volvía a levantarse con lentitud. Sentí que todo el mundo debería tener sus ojos puestos en tal maravilla. Me acerqué a ella antes de poder detenerme y, cuando se giró hacia mí al sentir mi presencia, me sorprendí al notar que era la misma a la que había saludado de camino a la fiesta.

—Vaya casualidad—murmuré para mí mismo.

Sus pestañas revolotearon. Captó el mensaje como si fuese para ella y no tardó en sonreír y acercarse a mí al ritmo de la música. Cerré los ojos para dejarme llevar pero, en lugar de hacerlo, sentí al instante que alguien me daba un puntapié. Chillé a causa del repentino y agudo dolor pero, para cuando quise abrir otra vez los ojos, la extraña ya no estaba.

Entonces, algo frustrado, lancé uno de esos suspiros que los personajes de las películas sueltan cuando no tienen opciones. En fin, ya iba necesitando un trago.

Intenté ubicar a Daniel y lo divisé fuera del movimiento, otra vez sentado en el mismo taburete. Pero no estaba solo. Hablaba con una muchacha de cabello negro bastante esbelta y de buena figura. Veía que ella sonreía pero mi amijo lo único que hacía era observarla mientras hablaba, asintiendo de vez en cuando con la cabeza. Esa pequeña escena consiguió sacarme una sonrisa pero terminé por pasar de ella para seguir bailando al menos un rato más.

Al cabo de unos minutos prácticamente era el único que seguía ahí así que salí de la pista para buscar de nuevo a mi amigo. Todavía tenía que buscar la forma de alegrarle un poco su, al parecer, penosa existencia. Para mi suerte estaba solo, la chica ya lo había abandonado así que no se quejó ni intentó zafarse cuando tiré de él hacia uno de los sofás que se encontraban casi en la entrada de la sala. Nos dejamos caer en él antes de que alguien pueda arrebatárnoslo.

Tomé aire. La música ya estaba comenzando a confundirme, y eso que todavía no había bebido ni un poco de alcohol.

—Tengo su número—dijo Daniel victorioso antes de extender un papel con un número de móvil justo delante de mis ojos.

Estaba restregándomelo. Me habría molestado de no ser porque estaba sonriendo.

Lo observé a los ojos sin decir nada. Por primera vez veía una sonrisa real en sus labios. Bueno, es verdad, terminó por convertirse en la sombra de una sonrisa, pero me alcanzó como para creer que en realidad no se siente tan mal cambiar de métodos algunas veces y que estaba funcionando aquella vez el intentar ayudarlo como hacia la mayoría de las veces.

—¿Por qué salimos de la pista de baile?

Su repentina pregunta me tomó desprevenido. Me acomodé, algo incómodo, e intenté soltarle mi idea de una forma sutil.

—Vamos a beber.

Ladeó la cabeza en señal negativa. Enarqué una ceja.

—La foto—le recordé, desviando la mirada hacia la pista de baile.

Cuando refunfuñó no pude evitar reírme en voz baja.

—No podría odiarte ni un poco más en este momento—se quejó, apartando la mirada, con aire contraído.

Me levanté dispuesto a comenzar mi búsqueda de alcohol en alguna de las barreras en las que lo servían. Tenía bastante dinero conmigo así que no estaba por negarme ningún capricho. Una vez en el estado que quería, mi plan era ayudar a Daniel a encontrar alguna chica con la que estar un rato. La pelirroja no era una mala opción, aunque esa extraña con la que había estado hablando tampoco quedada fuera.

Me acerqué a la barra y pedí cuatro tragos, los más fuertes y apropiados para la noche. Primero el alcohol, luego mis planes. Ese era mi lema de vida, al menos durante ese tipo de situaciones. Sabía que primero tenía que poner en situación a Daniel, pero tampoco podía darme el lujo de perder de vista a los principales objetivos.

Tomé un poco del alcohol que ya había conseguido y no intenté perder mucho tiempo observando la pista de baile. Sólo hizo falta echarle una mirada al bar continuo al que me encontraba y allí la encontré, estaba hablando con la chica rubia que me había lanzado besos y con otra castaña. Debían ser amigas. Bufé por lo bajo, parecía una broma mal hecha. Aun así me acerqué a ella por sus espaldas y en cuanto sus amigas me vieron se apresuraron a hacerse a un lado, dejándonos solos. Bueno, tan solos como se puede estar al encontrarnos rodeados por muchas otras personas.

—¿Crees poder hacer algo por mí?— le dije sin acercarme demasiado. En cuanto ella percibió mi voz, se giró. Quedamos frente a frente e incluso podía sentir cómo su respiración comenzaba a acelerarse. De todas maneras su mirada sólo reflejaba de alguna forma desprecio hacia mí. Sus amigas nos observaban, podía sentirlo—. Se trata de mi amigo, está buenísimo y por el momento soltero—agregué y ladeé la cabeza en dirección a Daniel. Ella lo divisó y luego volvió a observarme, encogiéndose de hombros—, bueno, hoy se siente un poco triste. ¿Crees poder hacer algo con él?

No se negó pero hizo una mueca de disgusto. En mi mente estaba deseando que no lo pensara de mal forma, mis intenciones no eran ser un completo imbécil pero sabía que estaba actuando contra esas buenas intenciones, quedando como un varón más. Enojado conmigo mismo, me giré y comencé a caminar hacia Daniel con las débiles esperanzas de que la pelirroja me siguiera.

En cualquier caso podía decir que el alcohol combinado con un amigo triste y la necesidad de ayudarlo me habían llevado a tomar decisiones de extrema necesidad, como por ejemplo la de ser tan imbécil.

Sin embargo, antes de alcanzar a llegar algo me detuvo. Fue un ruido extraño, como un crack lejano y no ocurrió nada demasiado importante hasta que todos comenzaron a alterarse con lentitud.

No sé cómo, tampoco me había percatado hasta que la música se detuvo y en consecuencia pude volver a pensar.

Todas las luces, de repente, se habían apagado.


GIF DE ESTHER EN MULTIMEDIA.

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