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Capítulos finales 1/5
Brooke Coleman
Observe a Noah empujar el coche de Rose cuando las puertas del ascensor se abrieron, por mi parte empuje las dos maletas grandes de ambos, y la pequeña de mi hija hasta la puerta del apartamento. Mi esposo busco en su bolsillo y cuando saco las llaves abrió la puerta. El entró con una sonrisa mientras le hablaba a nuestra hija que estaba despierta observándolo. Cuando entre fue imposible que muchos recuerdos no me golpearan, todos demasiados maravillosos que me hacían dibujar una sonrisa. Noah pareció emocionado cuando saco a Rose del coche y la acomodo en sus brazos de forma que ella podía observar todo.
-Mira, cariño-empezó el cuando colgué mi chaqueta al lado de la puerta-Esto es Nueva York-le mostró la ciudad desde la ventana-Es un lugar especial para tu mamá y para mi, como que en el parque de allí-señala una parte específica-Le pedí matrimonio, fue lindo.
-O tal vez que aquí mismo me enteré de que estaba embarazada-le dije besando su mejilla-Eso fue algo nuevo, y extraño-miro a mi bebé que me observa curiosa-Pero maravilloso.
- ¿O te digo que más? -Noah camino alrededor del apartamento-Aquí procreamos a Rose.
- ¡Noah! -le dije con las mejillas rojas-No le digas eso-la carcajada que soltó me hizo reír, pero tomé a mi hija de sus brazos-La cambiaré antes de que decidas darle más detalles.
Me di la vuelta tomando la maleta de Rose. Caminé hasta la habitación que compartimos con Noah los últimos meses que estuve en Nueva York, y el poco tiempo que viví aquí. Recosté a mi hija en la cama y ella soltó una risita cuando mi cabello pasó por su manita casi atrapandolo en un intento.
- ¿Quieres jalar el cabello de mamá? -le dije con una voz chillona, que habíamos llamado voz de mamá, la hacía reír-Tomare eso como un si, pero debes de conformarte con tomar a Blacky-así había empezado a llamar Noah al conejo que siempre tenía Rose, simplemente dijo que cuando menciono un nombre al azar la bebé se rió así que lo bautizaron así, mi hija y su padre eran un caso.
Sonreí cuando Rose tomo al peluche y lo abrazo dejándome cambiarla tranquilamente, agradecía internamente que mi hija fiera tranquila en la mayoría de los aspectos sinceramente amaba que si le dabas algo para distraerse me dejara ponerle un vestido.
Estábamos en Nueva York, de nuevo por una simple razón. Tenía un desfile al que asistir a varias entrevistas que dejé pendiente cuando estuve embarazada, así que tenía que volver al igual que Noah por varias reuniones que tenía con unos accionistas asiáticos que habían preferido reunirse aquí que en Los Ángeles, así que el arreglo todo para poder las mismas fechas aquí.
Al terminar de vestir a Rose la volví a dejar en el coche al lado de su padre que mientras atendía una llamada armaba la cuna que el mismo había comprado con la excusa que vendríamos a Nueva York muchas veces, y este era nuestro hogar.
