ᴘ ʀ ᴏ ᴘ ᴜ ᴇ s ᴛ ᴀ ɪ ɴ ᴅ ᴇ ᴄ ᴇ ɴ ᴛ ᴇ

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Se limitó a respirar pesadamente mientras que con una de sus manos, pegaba el pequeño envoltorio en la espalda de Horacio, bajando lentamente hasta encontrar el bolsillo trasero del pantalón del inspector, guardando el condón en este. Dan no se inmutó ante el tacto sorpresivo del comisario, sin embargo, empezaba a calentarse. 

Despegó su cuerpo del de Horacio, quedando nuevamente frente a frente. Se miraron a los ojos y solo uno habló. 

— Nos vemos mañana, inspector Dan. 

El comisario salió del edificio con una postura recta, en dirección al parking.

Horacio vio como este se perdía entre la oscura noche. Se alejó del mostrador en dirección a la puerta principal y mientras caminaba, se tocó el bolsillo trasero, sintió algo pequeño, lo sacó sin dejar de avanzar. Cuando lo miró, supo que no esperaría hasta mañana para ver al comisario, sino que esa misma noche habría de encontrárselo en el club.  

A través de la ventanilla de la puerta que daba a los vestuarios, Greco había presenciado una propuesta que le erizó los pelos de la nuca, combinado con un torrente de adrenalina en sus venas. Se mostraba inexpresivo, pero la realidad era otra. Salió de comisaria en dirección al Queens. 

El inspector no pasó a su casa, pues recordó que en su mismo camerino había ya vestuarios predeterminados que él mismo podía escoger. El conjunto del primer día había tomado por sorpresa a Alessandro, que le ofreció traer todos lo que quisiera, que él le  haría espacio, y que si no le gustaba alguno de lo que él le había dejado, le avisara, que él los quitaba de inmediato. 

Horacio se había convertido en su estrella con tan solo presentarse una noche. 

Aparcó su auto en el estacionamiento exclusivo para trabajadores, se encaminó a la puerta trasera después de haberle puesto alarma al vehículo. Entre manos solo traía su pequeña cosmetiquera que llevaba casi a todos lados. Ingresó al lugar luego de que el guardia que vigilaba esa puerta, verificara su nombre en la lista de empleados. 

Pasó de toda la gente que trabajaba ahí, repartiendo solo unas cuantas sonrisas en forma de saludo, se limitó a dirigirse hacía el pasillo de camerino e ingresar al primero de la fila, que era el suyo. Abrió sin prisas la puerta y la cerró detrás de él, cuando se volvió, se encontró con Conway y Alessandro manteniendo una charla en la pequeña salita. Frunció el ceño confundido, pues la última vez que se habían visto Conway casi saca la porra y ahora estaban incluso hasta riendo.    

 Se acercó lentamente hacía  ellos, intentando no capturar su atención, pero fue imposible. En cuanto quiso pasar desapercibida hacía el pequeño clóset, Conway alzó la mano que tenía descansando en un reposabrazos, en dirección a Horacio. Alessandro, al ver el gesto, se volteó a ver a donde apuntaba la palma de su compañero. 

— ¡Hablando del rey de Roma! 

La voz aparentemente alegre de Conway, descolocó a Horacio, quien ya no pudo finalizar su camino hacía el clóset. La extremidad del superintendente se movió, indicando un gesto de que se acercara a ellos, Horacio titubeó en su caminar, pero al final se animó a sentarse en uno de los sillones, atrayendo las miradas de ambos hombres. 

Alessandro mostró una sonrisa que Horacio nunca había visto, era una grande, que dejaba mostrar sus dientes. El  mismo gesto aparecía en el rostro de Conway. Aquello se estaba empezando a tornar un poco extraño. 

— Dinos, Horacio, ¿cómo es que supiste que tu vocación era ser madero? 

La pregunta tomó por sorpresa a Horacio, no sabía que Alessandro supiera que él, por el día, trabajaba de poli. De hecho, se supone que nadie debería de saber que él estaba trabajando en eso, precisamente utilizaba otra identidad. 

𝐋𝐄𝐓'𝐒 𝐏𝐋𝐀𝐘, 𝐁𝐀𝐁𝐘   [Multishipp]Where stories live. Discover now