O C H O

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KAIDEN

«¡¿Que?!»

Literal, me dejo mas duro que roca por ella junto a sus acciones, se paró y se fue.

Así de simple.

Abrí los ojos como plato al verla irse por las puertas del balcón moviéndose como solo ella sabía mientras no podía procesar lo que estaba pasando. Eso era jugar con fuego, y se lo advertí.

Me paré exaltado y con el pecho subiendo y bajando agresivamente gracias a los movimientos desprevenidos de Carmin. Me arregle mi pantalón junto al gran detalle interviniendo cuando salí del salón ignorando a todos los que estaban ahí, casi corrí bajando las escaleras para ir a agarrarla antes de que fuera tarde.

La música pitaba en mis oídos, únicamente por irritación que llevaba en la sangre latentemente. Tenía que encontrarla, ¿para que? Ni yo sabía.

Caminé por la gente viendo en el reloj de mi muñeca que ya marcaban las tres de la madrugada cuando vi a Juan Carlos atendiendo a Chase Black, un amigo lejano mientras hablaban, pero no estaba Carmín metida entre ellos.

¿Donde estaba?

Decidí darme por vencido luego de estar rondando quince minutos buscándola como loco, hasta que me senté en la barra donde atendía el tal Juca descarado que ni le tiritaba el ojo cuando flirteaba con mi víbora.

«Mi. No.»

—Dame un whiskey.—espete cuando asintió y se fue a buscar botellas mientras servía el contenido en un vaso. La música ya no me parecía alegre, la gente me parecía irritante y lo único que quería era emborracharme o encontrar a Carmin.

La primera opción era la más cuerda considerando que perdería mi trabajo si le volvía a buscar aunque me hubiera provocado y siguiera duro como roca.

Me tomé el trago de un jalón cuando Juan Carlos se río. ¿De que se río? .

La garganta me ardió levemente pero era lo de menos. Estaba acostumbrado a sentir aquel escozor gracias al licor, no era de mucho.

—¿Viste a la hija de Mercer Crivain por aquí?—pregunté cuando el negó con la cabeza y se fue del lugar. Mejor si era sincero, no quería empezar a tomar para luego lanzarle en la cara de porque intentaba flirtearsela.

—¡Aquí estas!—un chillido me hizo apretar la mandíbula y entrecerrar los ojos al sentir lo fuerte que gritó. Anny me dio un beso en la mejilla cuando me giro para verla. Le forcé una sonrisa sarcástica cuando frunció el ceño.—Me habías dejado.

—Yo no te invite a Miami.—respondí secamente cuando hizo pucheros. Pero era verdad, nadie la llamo. Se entero por nuestro grupo de amigos que yo y Pax veníamos y no se le ocurrió ninguna mejor idea que seguirnos únicamente para su conveniencias.

Se bufo cuando agarró mi cara entre sus manos y me dio un beso en la nariz haciéndome arrugar la mía de desagrado. Me termine mi trago y le mire esperando a que mierda me iría a decir ahora. Sus ojos estaba dilatados por el alcohol, sus labios hinchados porque seguramente ya había estado besando a alguien más y su pelo revuelto rubio con frizz.

—¿Y porque mejor no me muestras tu habitación?—preguntó con su tono provocador casi gangoso o bueno forzando la voz más grave cuando empecé a replantearme todo. En un comienzo cuando recién la conocí en la universidad encontraba de lo más excitante aquellas miradas o en como me provocaba, pero luego de años aquella gracia había desaparecido. Era atractiva y de buen físico, pero luego de ya un largo tiempo comiendo de lo mismo, me cansaba.

Entonces lo pensé.

Carmín vino, me provocó luego de que yo le hiciera lo mismo, me dejo con las ganas recorriendo mi cuero y jamas la iría a obligar a hacer algo solo por mi satisfacción. Y aquí a mi lado tenía a Anny, con ganas de coger y de probar mis gran atributos. Aceptaba.

Mi cruel obsesión《+21 》(borrador)Where stories live. Discover now