T R E I N T A Y N U E V E

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KAIDEN

Solo iba mirando a mi lado cuando Carmín paró de golpe viendo a mi oficina. La curiosidad me ganó y fije mi vista en aquel punto.

—Que bueno es verlos nuevamente.

La voz me llegó directo a los oídos, ronca como la recordaba, y sin pensarlo mi brazo se alargó y escondí a Carmín en mis espaldas como si fuera casi un instinto.

—Salem.

La espalda cubierta de la chaqueta de cuero negra volteó dejando ver el rostro que odiaba. Mandíbula afilada, el tatuaje de cruz invertida bajo su ojo, el piercing en su nariz, aquella actitud como si fuera un puto Dios.

—Tenemos que hablar.—dijo pero esta vez me desconcertó su tono, rostro y expresión.

Ya no tenía aquella expresión de superioridad o de locura extrema, que seguramente yo si tenía en aquel momento.

—No.—le corté mientras me tensaba pero seguía cubriendo el cuerpo de víbora tras de mi sintiendo que temblaba.—Fuera.

—Kaiden...

—Fuera de mi puta oficina.—volví a decir con una calma que llegaba a dar miedo.

Su cara no cambiaba. Estaba preocupado... ¿lo estaba?

—Kaiden, está pasando algo. Y no hubiera vuelto a L.A. o no hubiera hecho lo que te hice si es que...

—Salem. Sal. De. Una. Puta. Vez.—volví a espetar pauteando dando pasos en su dirección.

—Por favor, escucha. Jamás quise que te pasara lo que provoqué, no eran mis intenciones y entenderías todo si...

—Llamaré a la policía.—avisó Carmín y me volteé con la misma cara de panico que Salem.—No me desafíes, Salem. Dejaste a mi novio grave, no hagas que la accion se te devuelva.

—Baja eso, Carmin.—espeté yo mientras veía el móvil con los dígitos marcados.

—Me iré.—avisó Salem.—Pero no digas que no te avise, Rouge. Han vuelto.

Y con eso salió de la habitación.

════ ⋆ ✩ ⋆ ════

—¿Que crees que era lo que Salem decía...?—preguntó Carmín acostada en mi sofá de la oficina mientras yo terminaba unos negocios por escrito.

Despegué la vista de la pantalla y le vi con sus ojos preocupados sobre mi. Pensé en decirle el porqué de que no quisiera que llamara a la policía con Salem cerca, y la única razón era de que se podía chivar con mi secreto, pero me guardé aquello y no le di importancia.

—Nada importante.—respondí y volví a dejar mis ojos en la pantalla.

De reojo vi que comenzó a llegar a saltos hacia mi dirección con su pie esta vez entre las vendas en vez de la bota ya que se la podía quitar cuando estuviera recostada.

Me hice el desinteresado cuando llego al borde de mi escritorio, pero seguí escribiendo en mi laptop sin verle sintiendo sus ojos encima de mi.

Mi cruel obsesión《+21 》(borrador)Where stories live. Discover now