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Hoseok se había vuelto distante con Yoongi, y desde hacía días que el minino no recibía esos besos que tanto le gustaban.

El híbrido recordaba con tristeza el último beso frente a la casa de Jimin.

Yoongi no lo sabía, pero su humano había comenzado a tener miedo de sí mismo y de lo que podría hacerle a su linda y adorable mascota.

Para Hoseok la idea de intentar violar a Yoongi era horrible. Se sentía tan sucio como un violador por más que no había llegado a ello. Y por eso había decidido alejarse, como una forma de asegurar que nada pasaría.

Tal como Yoongi no se había cuenta de lo que le ocurría a su humano, Hoseok tampoco se daba cuenta que su gatito se deprimía con cada día que pasaba.

No es que lo ignoraba completamente, seguía recibiendo esas sonrisas de su humano, seguía cuidándolo, pero ya no lo abrazaba por las noches al dormir, y cuando se acurrucaba contra él debajo de las sábanas, Hoseok se alejaba, con suerte recibía algunas caricias en su cabello o en sus orejitas.

Pero se sentía sólo.

Después de todo no era su Hobi, sólo era alguien parecido, pero no el mismo.

Eso hacía a su corazón doler, y no le gustaba.

Miraba hacia afuera desde la ventana del departamento, pequeñas gotitas caían golpeando el vidrio, y lo distraían bastante de la vista a la ciudad y el atardecer.

—Yoonnie —escuchó la voz de su humano, se volteó haciendo él, Hoseok tenía una de sus calidas y suaves manos sobre su hombro, e internamente, Yoongi pidió que le hiciera mimos—. Va a venir un compañero de universidad a hacer un trabajo, tengo que pedirte que mientras él esté te quedes en forma de gato, ¿Sí?

Yoongi ladeó un poco su cabeza, sin entender.

Hoseok suspiró un poco, queriendo abrazar a su gatito por lo adorable que era, se contuvo.

—No quiero que se sepa que tengo un híbrido —dijo.

Y Hoseok se refería a lo peligroso que podía ser que se supiera de su híbrido, porque el tráfico de estas hermosas y adorables personas era totalmente real y peligroso.

Quería mantener a Yoongi en secreto para que nada malo le ocurriese, para que no se lo quitaran nunca.

Pero Yoongi no sabía eso, y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

—¿Te... doy vergüenza? —preguntó.

Hoseok frunció el ceño.

—¿Qué dices, Yoon? ¿Por qué me darías vergüenza?

Escuchó un pequeño sollozo del gatito y quiso abrazarlo con fuerza, pero tampoco lo hizo.

—Hobi... Te aburriste de mí —lo escuchó murmurar—. No eres como antes —continuó, el humano tenía que acercarse a él para escuchar sus palabras—, y-ya no me quieres —sollozó.

A Hoseok no le partía el corazón ver a su gatito tan mal, se arrodilló a su lado y por primera vez en días lo abrazó cálidamente, acomodando el rostro del minino en su pecho, acariciando sus orejitas, dejándolo llorar.

—Yoongi, yo te quiero mucho —dijo, el gatito lloró más fuerte.

Hoseok sintió que las palabras le habían quedado cortas, que no eran precisas, se mordió el labio con frustración, quería golpearse a sí mismo.

—Yoonnie, yo te a-

El golpe en la puerta lo hizo detenerse, mirando hacia la entrada, cambió su vista hacia el reloj, que marcaba las cuatro de la tarde, debía ser su compañero, era la hora que habían pactado.

Sin que se lo dijera, sintió el cuerpo de Yoongi encogerse en sus brazos, hasta que terminó en un gatito negro y bastante peludo sobre su regazo, que se alejó de él en postura triste.

Quiso abofetearse.

Se levantó con ganas, yendo hacia la puerta con todas las intenciones de fingir una sonrisa por su compañero, el chico no merecía su mal humor.

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