Encendí el tercer cigarro, pero lo dejé a la mitad. Salí del coche y entré decidida al edificio. Necesitaba apoyar a Tyler, sabía que él no se encontraba bien y mis nervios me comían por pensar que algo malo podría estar pasando.

—Buenas tardes. —Saludé educadamente al portero. — ¿Podría decirme cual es el número del apartamento del matrimonio Blue?

El portero se trataba de un joven de más o menos mi edad. Su cabello castaño, recortado, dejaba apreciar unos ojos negros preciosos, pero los cuales fueron insignificantes para mí. Yo sólo amaba unos ojos, y esos eran los hermosos ojos azules de Tyler.

El joven esbozó una amplia sonrisa y se apoyó en la barra de la portería.

—No sin antes decirme cómo te llamas. —Me guiñó un ojo.

—Julia. —Sonreí nerviosamente. —Por favor, tengo algo de prisa, luego cuando baje acabamos con las presentaciones.

Él asintió algo cortado por mi reacción.

—Piso número 9, puerta H.

Acabó de decirlo y ya me encontraba en el ascensor para subir. Este no tardó en llegar y en poquísimo tiempo me encontraba llegando a la puerta del apartamento. Iba a llamar a la puerta pero una voz me hizo detenerme. Una voz que procedía de dentro.

— ¿Sabes Amanda? —Decía Tyler. —Estoy cansado de tus juegos de niña consentida y malcriada. Desde que nos casamos no ha habido un solo día en el que no te hayas comportado como una niña pequeña, inmadura, una auténtica niñata. Te he dado todo lo que has querido y más. Has tenido dinero, joyas, vestidos de lujos y mucho dinero para cada uno de tus caprichos tontos. He aguantado todas tus tonterías y sobre todo a tus amigas tontas. Porque sí, no soporto a ninguna de tus amigas. He aguantado cómo me prohibías ver a mis amigos porque te sentías celosa de Julia. —Dijo y abrí mis ojos con fuerza. ¿Pero qué? —Pues mira, tengo que darte la razón, me gusta Julia. Me gusta porque es alegre, es comprensible, sabe escuchar y me encanta su manera de ser. Tenías razón, Amanda, me atraía tanto que no podía dejar de pensar en ella. —Lo escuchaba decir y podría jurar que ellos estaban escuchando los latidos de mi corazón. —Y cuando tú te ibas separando de mí, ella se iba acercando. ¿Y sabes? Me enamoré de ella como nunca lo estuve de ti. Y no me siento culpable, porque hoy me has demostrado que no vales. Me das asco y si hiciste esto para que no me divorcie de ti has conseguido justo lo contrario, que tenga muchas más ganas de estar lejos de ti.

— ¡No puedes divorciarte! —Gritaba una Amanda llorando. — ¡Te amo! Juraste en la iglesia que me amarías hasta el día de tu muerte. No puedes divorciarte. Sé que no tenía que husmear en tu vida, pero nunca quisiste contarme sobre tus padres y sabías que algo sospechaba. Nunca has confiado en mí y eso me duele. —Sorbió sus mocos. —Esta ha sido la única manera que he tenido de llamar tu atención. No has contestado ninguna de mis llamadas en estos últimos meses. ¡Te fuiste a Canadá! ¿Fue con esa zorra? ¡Maldita sea! ¡Mírame! ¡Mírame ahora!

— ¡Cállate, Amanda! —Gritó un Tyler furioso. —Juro que si publicas un solo documento de estos, tendrás noticias de todos y cada uno de mis abogados. No me das miedo, y te juro que si recibo una sola llamada por parte de algún editor de alguna revista no pararé hasta verte destrozada, humillada y arruinada. Porque claro, ¿no sabías que los editores de las mejores revistas de Estados Unidos son amigos míos? No, claro que no.

—Tyler, deberías tranquilizarte. —Le pidió una Alison hasta ahora ausente. —Creo que Amanda ya comprendió que no debe publicar eso. ¿No es así, Amanda?

Amanda no respondió, pero sin embargo escuché ruidos de movimientos. Un ruido fuerte que me asustó. ¿Qué estaría pasando? Iba a tocar en la puerta cuando de nuevo las voces me hicieron retroceder.

BúscameWhere stories live. Discover now