Mi brazo izquierdo repitió el mismo proceso para apoyar mi cabeza sobre mi mano.

— ¿No has pensado en instalarte o afirmarte en un sitio? — quise que mi verdadera intención fuera algo oculta debajo de aquella pregunta.

No podía ser desubicada y preguntar si había pensado en encontrar a alguien y asentarse en un sitio, sería muy maleducado de mi parte irrumpir abruptamente con una pregunta de ese tono. Agregando que no quería que malentendiera el objetivo de la pregunta.

— Lo he pensado, pero no ha llegado a nada más que eso. — suspiró pesadamente. — No quiero forzar algo cuando sé que llegará solo, lo sabré cuando lo vea. — sus dedos jugaban con la costura del almohadón de sofá.

Suspiré cuando un silencio cómodo nos abordó a ambos, escuchando como Blue y Marvin comían sonoramente sus raciones.
Dejé caer mi cabeza hacia atrás, apoyándola sobre el respaldo del sofá.

— ¿Cansada? — su voz ronca me hizo erizar al tener mis ojos cerrados y asentí con mi cabeza, antes de girar levemente mi rostro y abrir uno de mis ojos. — Deberías ir a descansar, Angeline. — me reprendió como un padre a su niña.

— Estás aquí, no voy a dormirme teniendo un invitado en casa. — levanté mi cabeza e hice una mueca de obviedad con mi rostro antes de que Harry riera.

Continuamos charlando, esta vez de temas completamente variados, dejándonos sumergirnos en la confianza generada. Adoraba el hecho de que me encontraba forjando una amistad de una manera tan sencilla. Porque reconocía eso de su parte; con él es muy sencillo, es sencillo hablar, confiar y ceder para crear un vínculo.

No requería de mucho para sentirme cómoda a su lado y eso es muy difícil de encontrar hoy en día.

— Debería irme. — frunció sus labios observando la pantalla de su teléfono.

El peso nuevamente cayó sobre mi cuerpo, desalentándome por completo.

Claro, Angeline. Tiene una vida ocupada, no puede quedarse contigo porque tú te encuentres necesitada de compañía.

Suspiré y le indiqué que lo acompañaría hasta la puerta. Giré el pomo de la puerta con mi mano, antes de apoyar levemente mi cabeza sobre la misma y permitirle el paso.

— ¿Estarás bien? — giró sobre sus pies encontrándose fuera del hogar, para mirarme con cierta desconfianza.

— Lo estaré. — sonreí acercándome hasta dejar ambas manos sobre sus hombros y besar su mejilla como forma de despedida.

Él tragó saliva y observó la pulsera que colgaba de su muñeca derecha.

— Cuídate, ¿sí? — sonrió de lado para luego bajar los peldaños de la entrada. — Hasta luego, Angeline. — levantó una mano y la sacudió en el aire al mismo tiempo que caminaba en dirección a su vehículo estacionado.

— ¡Hasta luego, Harry! — repetí su acto, generando por parte de él una honesta y hermosa sonrisa para ingresar a su vehículo.

Cerré la puerta detrás de mí y esperé escuchar el sonido del motor, pero eso nunca pasó.
Fruncí el ceño y me sobresalté al escuchar dos leves golpes en la puerta.

— Toma esto. — extendió un papel hacia mí cuando abrí la puerta. — Es mi número, de este modo podemos estar en contacto. — miró mis manos y la manera en la que mis dedos jugaban con el papel.

— Gracias, Harry. — sonreí sin despegar mi mirada del trozo de papel.

— No hay porqué agradecer. — se encogió de hombros, acomodando su cabello por última vez. — Promete llamarme, ¿está bien? — levantó ambas cejas, preguntándome con delicadeza.

Beachwood Cafe |h.s.|Where stories live. Discover now