18: Más que perfecto

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Toco su mano un momento.

―No pensemos en eso, estamos festejando, dejemos los negocios para después.

―Estoy de acuerdo. ―Debajo de la mesa siento su zapato tocando mi pierna―. Toda esta adrenalina me ha encendido a mil.

―Me encanta que digas eso. ―Hago una pausa―. Por cierto, una vez que tú también concretes tu venganza, ¿qué harás? Espero que no estés pensando en dejarme.

Se forma un silencio y su sonrisa se borra.

―¿Sabes? Es una buena pregunta, nunca me la había planteado.

Me río.

―¿Es en serio?

―Solo quería vengarme. ―Hace una leve pausa como yo, humedece sus labios cuando los mueve, reacciona por el dolor y luego me mira otra vez―. No planeo volver con mi padre, no después de todo lo que he hecho.

―Cuéntame de tu padre. ―Toco mi copa.

―Christofer Crager. ―confiesa sonriente y me sorprendo.

―Vaya, he oído de él, dicen que tiene una organización privada en contra de las redes de trata. Cristales, creo que se llama.

―He oído un poco, no sé ―expresa incómoda dejando de sonreír―. No quiero hablar de él, si se entera... ―Suspira y mira pensativa su bebida―. Seré la decepción de su vida, hasta estaría más contento de que yo me meta en carreras ilegales que en esto. Aunque a estas alturas, seguro debe pensar que estoy muerta.

―Es probable ―me limito a decir.

Alza la vista hacia mí.

―Mejor cuéntame de tus padres, me asquea hablar de algo que ya no tendré jamás, ni planeo volver a obtener.

―Están muertos ―digo sin titubear―. Yo los maté.

―Vaya ―expresa igual de sorprendida que cuando escuché el nombre de su padre.

Me río.

―Eran ellos o yo, me elegí a mí ―espeto con pura frialdad.

―Me parece bien.

―¿Y tu madre? ―indago―. Has nombrado a tu padre, pero a ella no.

Hace una pausa que parece eterna.

―La verdad es... que la amaba, era una gran mujer, luego desapareció, no tengo idea de su paradero o de lo que está haciendo ahora.

―Ya veo.

Se forma un silencio incómodo. Creo que esta es una de esas pocas veces que tenemos una charla más normal. No estamos hablando de sexo ni de asesinar a alguien. El trabajo corrupto está muy alejado de esta conversación como aclaramos en un principio.

Tomo un poco más de mi copa.

―¿Te gusta este champagne? Lo pedí exclusivamente ―aclaro.

Sonríe.

―Es interesante hablar contigo, Vinicio.

―¿Me vas a pedir un favor? ―me burlo y hace una risilla encantadora.

Su sonrisa me vuelve loco.

―¿Por qué piensas eso?

―No sé, esta noche es demasiado perfecta, puede arruinarse en cualquier momento, estoy seguro.

―¿Piensas que te voy a echar en cara algo? Descuida, mis deudas están saldadas, así que estamos bien, supongo.

―Cuando estábamos bien eras mi prostituta. ―Poso la punta de la copa en mis labios―. Ahora estamos bien y eres mi mujer, es una sensación confusa.

Perversa Oscuridad: ReinaWhere stories live. Discover now