24: Modificar el contrato

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Keyla

El sonido de la campanita al abrir la puerta de la cafetería suena cuando entro. Es temprano en la mañana y hay un sol tremendo. Me quito los lentes oscuros, siento el aire acondicionado del lugar, luego observo el sitio buscando al hombre que me citó aquí. Sonrío cuando lo veo y me le acerco, me siento en la silla que tiene en frente. Tomo una de las medialunas que ordenó, entonces le doy un mordisco.

―Gracias por llamarme, creí que no lo harías. ―Revoloteo las pestañas―. Empezaba a pensar que ya no te interesaba más.

Se ríe.

―Al contrario, cada vez quiero saber más de ti.

―¿A qué se debe tu llamado? ―Voy directo al punto.

Mira la sortija en mi dedo anular.

―¿Te vas a casar? ―cuestiona intrigado.

Me carcajeo.

―Espero que no.

―¿Por qué no? ¿El candidato no es el adecuado?

―El candidato ya no me sirve. ―Sonrío con malicia―. De hecho podría remplazarlo contigo ahora mismo.

Se acerca a mi rostro y ni me inmuto.

―¿Sabes que soy peor que Vinicio, cierto? ―Era evidente que sabía que hablaba de él, me tiene en la mira y sabe más de lo que dice.

Acorto todavía más los centímetros que quedan entre nuestros rostros.

―Yo soy peor que Vinicio. ―Afianzo mi confianza con mi acotación.

―Chica peligrosa ―expresa satisfecho ante mi coqueteo.

―¿Interesado? ―Enarco una ceja.

―Por supuesto que sí.

―O sea que me llamaste para flirtear. ―Regreso al tema anterior de manera ingeniosa―. Me parece bien.

Se ríe.

―Me atrapaste, no hay otras intenciones en esto. ―Su calzado toca mi pierna―. Es totalmente cierto, quiero estar entre tus piernas y calculo que tú lo deseas igual que yo, aunque por negocios.

Retrocedo alejando mi rostro de él y apoyo mi espalda en el respaldo de la silla, entonces me cruzo de piernas con total confianza.

―Estás en lo correcto, esperaba tu llamado porque necesito varias cosas de ti, una sobre tu abuelo, que no sé si me la concederás, y otra por Vinicio, que es más probable que me ayudes.

Apoya el codo en la mesa y la mano en su mejilla.

―Pruébame, puede ser en todos los sentidos que quieras. ―Mueve las cejas.

―Ya soy socia de Vinicio, pero su trato me cancela todos los negocios, quiero matarlo y modificar el contrato, aunque para eso necesito una cuartada.

Agarra un pedacito de medialuna y se lo traga.

―¿Y sobre mi abuelo? ―Ni se inmuta.

Perfecto.

―Soy ambiciosa, quiero ser administradora, además de que si me convierto en una, hallaré a los hombres que trabajaban con mi enterrador y también los asesinaré.

―Ah, cierto, felicidades, al fin lo conseguiste. ―expresa alegre.

―Gracias.

―No hay de qué. ―Se acomoda de la misma forma que yo en su silla―. Bien, acepto todas tus demandas.

―¿Así de fácil? ―Enarco una ceja.

Sospechoso.

―Considero que tendremos muy buen sexo y además hacer negocios contigo me enciende mucho, incluso matar juntos me parece candente.

No le creo nada, puede ser que quiera fornicar conmigo, pero es evidente que oculta algo, pero lo averiguaré.

Me levanto de mi silla y me pongo los lentes de sol.

―Estaremos en contacto.

~~~

En los próximos días Drew me consigue una cuartada, supuestamente me iré de viaje, aunque la fecha es falsificada. Tuve suerte, mi nuevo socio sabe sobre papeleo, así que me servirá también para que cambie las cláusulas del contrato, podré hacer negocios con otros.

Investigo los últimos movimientos de Vinicio, entonces elijo el lugar donde encontrarlo para generarle su muerte, preparo mi arma y me dirijo hasta allí.

Irónico, ¿no? Justo en una fábrica abandonada como lo hizo con Nolan.

Se encuentra ahí debatiendo sobre la mercancía, mujeres. Morirá donde se merece, en el mismo lugar donde comercializa personas.

Una vez que sus hombres se retiran y queda solo, casi a punto de irse, me encargo de deshacerme de su arma, la cual apoyo en una mesa, aunque calculo que tendrá otra entre sus ropas.

Alzo mi revólver.

―Vinicio ―lo llamo y se da la vuelta.

―Lo sospechaba ―expresa serio y acerca su mano para agarrar su otra arma, pero soy más rápida, entonces le disparo allí, hace un chillido de dolor―. ¡Ag!

―¿Últimas palabras? ―digo fríamente mientras su mano se desangra.

Alza la vista dejando de concentrarse en el dolor.

―Ambos sabemos que no hubiera podido dispararte, así que ese tiro fue un gasto de balas innecesario. ―Se pone erguido y alza las manos, me observa afligido―. Perdí, rompiste mi orgullo, así que me entrego a la muerte. ―Cierra los ojos―. Te amo, Keyla.

―Adiós, Vinicio, fue un placer trabajar contigo. ―Tiro del gatillo.

La bala le da en la cabeza, justo en el ojo, cae al suelo y este se llena de sangre. Estoy algo nerviosa porque lo conocía de hace tiempo, pero de todas formas, aunque con mis manos templando, guardo mi arma y me retiro de allí, como si nada hubiera pasado.

Me comunico con Drew y espero en la casa de Vinicio sentada en su sillón, mirando a la nada, perdida en mis pensamientos, en la oscuridad.

Tyner

Quedo tildado como si el mundo se hubiera detenido, Vinicio está muerto.

Uno de sus empleados me lo ha comunicado y no puedo creerlo, pero es la total, la más pura verdad.

De nuevo está ocurriendo.

Otra vez un ser cercano a mí ha fallecido, solo me queda caer de rodillas y gritar. Lágrimas recorren mi rostro sin control, mi pecho se contrae y mi garganta duele. Mi mejor amigo ya no está conmigo, ya no me queda nada, no hay consuelo. No sé cómo tomarme esto. Mi padre y ahora Vinicio.

Decido aislarme del mundo un tiempo para pensar.

Perversa Oscuridad: ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora