Capítulo 12. Arde como el infierno

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El departamento de Logan es amplio, con una vista hermosa a Central Park. Pisos de madera, ventanas amplias y una cantidad de libros.

—¿Lees mucho? —Pregunto mirando la cantidad de libros sobre la mesa de la sala de estar.

—Son los libros de Medicina de Marcus. —Responde Logan, ordenando un poco.

—Emma lo describe con un hombre organizado. —Si la rubia supiera que el futuro doctor deja sus pertenencias esparcidas por doquier. No le haría gracia.

—Lo es. —Todos los libros los apila y los lleva en sus brazos— Solo que cuando quiere destacar en un caso clínico no para de leer estos. —Deja un beso sonoro en mi mejilla— Ya vuelvo ángel, dejaré estos en la habitación del futuro Doctor Evans.

—No sabía que vivía contigo.

—Técnicamente, Marcus y yo vivimos con Luck. Este departamento es suyo, claro un regalo de su padre para su pequeño niño Italiano.

—Es curioso y hasta gracioso, que ustedes tres vivan juntos y nosotras cuatro juntas.

—Curioso es que esos dos no se atrevan a dar el siguiente paso con tus amigas, créeme esas mujeres los tienen sujetos de las pelo... —Lo miró con asombró por el comentario que dirá—. Orejas. Los tienen sujetos por las orejas.

—No reprimas tu forma de ser, solo porque estoy contigo. Me gustas con tus comentarios inteligentes y tus comentarios sucios.

—Comentarios sucios... Me gusta. —Dice con un gesto pícaro—. Pero sino me contengo contigo créeme que hoy no verías un película, verías mi anatomía en primera fila —Acerca sus labios a mi oreja izquierda—. Ángel, y tengo una muy buena anatomía.

Trago grueso y trato de sujetarme de los primero que consigo a mi alcance.

—Final del pasillo, tercera puerta a la derecha, espérame ahí mientras voy al segundo piso y dejó esto —Mira los libros— en la cama de Marcus.

Sube de dos en dos los escalones y yo solo puedo mirar la perfección de su trasero. Cuando sus posaderas desaparecen de mi vista me dirijo a donde me indico. Girando la manilla de la puerta me adentro en la habitación, está oscura y busco rápidamente tanteando en la pared hasta que consigo el interruptor e iluminó el espacio.

Una cama amplia, muy amplia en realidad. Un escritorio cerca de la ventana, unas pesas en un rincón, y dos puertas cerradas. Mi curiosidad gana.

Abro la primera puerta y una tina hermosa es lo primero que veo, ducha y todo lo demás que puede contener un baño de un departamento lujoso. La segunda puerta es la que me deja sorprendida —Si aún más— es su armario. Su jodido armario es como una boutique completa. Diversidad de prendas de ropa, zapatos, y múltiples cajones.

Me adentro un poco más y cuando estoy por abrir uno de los cajones una voz que me derrite ea la que hace que me detenga de golpe.

—Ángel no sabía que eras tan curiosa.

—Lo siento, de verdad te pido disculpas.

—Tranquila, solo bromeó. —Coloca sus manos en mis hombros—. Solo que no creo que quieras ver el contenido de ese cajón.

—¿Por qué? —Pregunto mirando el cajón— Dime por favor que no tienes un arma escondida aquí, sería mucho para mí.

—No soy fanático de las armas, puedes estar tranquila. Solo que ese cajón tiene cosas...

—¿Es tú cajón especial? —Lo interrumpo.

—Define "Especial"

—Bueno... Ya sabés —Porque no puede quedarme callada—. Tú cajón con... Con... Con esposas, látigos y esas cosas que muchos hombre les gusta implementar a la hora de estar con una mujer.

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