Capítulo 11. El presentimiento se vuelve realidad

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Unos grandes y elegantes portones negros daban la bienvenida a una enorme mansión. Pague lo que me indicaba el taxista y baje rápidamente. El cielo se estaba tornando gris y no quería que las gotas rebeldes mojaran mi abrigo.

-Señorita identifíquese. -Un hombre alto con un traje negro y lentes oscuros era quien me hablaba del otro lado de los portones. Llevaba en una de sus mano una carpeta y en la otra un radio de comunicación portátil.

-Soy Megan Parker. Meredith me esta esperando. -Respondí pensando si era que el taxista se había equivocado de lugar. Comencé a buscar en mi bolso mi teléfono para llamar a Meredith. Marque su número y levante de nuevo la vista para observar al hombre de traje. Mi sorpresa fue tan grande que mi teléfono cayo de mis manos, justo en el momento en que Meredith respondía un dulce: Hola cariño. ¿Ya estás aquí?

Otro hombre de traje -Mucho más joven- me apuntaba con un arma, mientras gritaba que me tirara al piso o disparaba. Entre los gritos varios guardias se acercaron e hicieron que el psicópata con el arma se fuera. No sin antes recibir un fuerte regaño por parte de otro hombre mucho mayor.

Una vez que los portones fueron abiertos el hombre mayor se hacerlo a mí y recogió del suelo mi teléfono, verificando que estuviera perfecto me lo entrego.

-Disculpe señorita, Víctor es nuevo en el puesto y quiere destacar e impresionar a la jefa.

-No se preocupe. Todo fue un malentendido. -Sonreí recuperando la calma-. Meredith me esta...

-Si la señora la recibirá de inmediato.

Me guió por todo el camino de pequeñas piedras, que conducían hasta unas puertas doble de madera. Una chica joven, con un uniforme de color negro era quien esperaba.

-Bienvenida, la señora la espera. Sígame señorita. -Me indicó el canino hasta una gran habitación con bonitos sofás y grandes ventanales.

-Cariño, que susto me han dado. -Meredith venía a toda prisa a ni encuentro. Sus brazos me rodearon en un fuerte abrazo.

-Tranquila, no fue nada.

-No volverá a ocurrir, mi hija esta obsesionada con la seguridad, esta casa es una especie de prisión de máxima seguridad. -Responde colocando su mano en mi mejilla.

-Solo fue un momento incomodo. -Le dedique mi mejor sonrisa-. Disculpa si he llegado tarde, pero el camino es algo largo. Créeme nunca pude imaginar que vivieras aquí.

-Me gusta pasar desapercibida, además nunca fui una mujer que alardeara del dinero de la cuenta bancaria. -Respondió alzándose de hombros.

-¿Porque querer ocultar algo así? -Hice un gesto con mi mano para referirme al hermoso lugar.

-Cariño... -Hizo una pausa buscando las palabras adecuadas-. El dinero me quito la felicidad, quiero estar en paz lo que me queda de vida, pero mi hija no deja que viva en un departamento pequeño del centro, ya fue bastante difícil desistir de la ida de guardaespaldas que me acompañen al trabajo.

-Eso dice que tu hija te ama.

-Ella me dio el mejor regalo de todos luego que mi vida dejo de tener sentido, mis dos nietos son la luz que necesitaba para continuar respirando. -Nostalgia veo en sus ojos.

-Abuela.

-Maravilloso, querido ven quiero presentarte a esta hermosa chica.

Mi alma cae al piso. Un hermoso niño rubio, con ojos azules, me da una mirada curiosa, yo solo puedo sonreírle mientras en mi interior me quejo con la vida y con Dios por la injusticia que vive el pequeño.

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