Capítulo 2. La Británica

17 5 0
                                    


Hoy es el día, el vuelo para New York despega a las 10:00 de la mañana y por políticas del aeropuerto ya tenemos tres horas y medias esperando para abordar. Me alegra saber que todas las personas importantes para mi están aquí, para despedirme y desearme lo mejor en esta nueva etapa.

Mamá, Papá, Ben. Hasta nuestro vecino de 80 años, el señor Gonzalo con su pequinés Dulcinea.

-Princesa, prometerme que cuando llegues me llamarás. -La voz de papá está cargada de tristeza, pero como todo hombre alfa, no se permite derramar una lágrima. Claro hay hombres que lloran y yo simplemente los admiraba.

Las personas que no les avergüenza llorar delante de otros, son dignas de mi admiración, no les importa el qué dirán, se siente en la necesidad de liberar aquello que los entristece o emociona. También existen lágrimas por felicidad.

-Si papá, lo prometo.

-Mi hermosa Meg, nunca pierdas tu esencia y siempre se esa chica valiente que no se rinde tan fácil, no importa aquello que te haga dudar, tu siempre debes de ser más fuerte. -Las palabras de mamá hacen que un abrazo entre ambas perdure por unos cuantos segundos-. Y por la divina providencia, abre tu corazón a chicos guapos.

-Mamá... -Ruedo los ojos-. No empieces por favor, sabes que un chico me quitaría más de la mitad de mi tiempo... Tiempo que debo invertir en estudiar para mantener mi beca.

-En que monstruo te convirtió tu padre. -Que exagerada era-. Hija el amor llega sin pedir permiso y cuando menos lo esperas.

-Señora Mery, su hija es una cabeza dura... No se preocupe tanto Emma como yo nos encargaremos de que consiga un novio guapo, atlético y de buena familia, usted sabe para que no le robe la virtud. -Veo a papá casi desfallecer, sujetándose de lo más cercano. Ashley le causará un infarto.

Una voz femenina anuncia que los pasajeros del vuelo 567 con destino a la ciudad de New York deben abordar por la puerta número 3.

Llego la hora.

Mis padres se unen conmigo en un gran abrazo y varios besos son depositados en mi cabeza. Ben que ha estado un poco alejado se acerca a mí con un paquete envuelto con papel de osos cariñosos. Que infantil

-Toma. -Extiende el paquete en mi dirección-. Ábrelo cuando estés en el avión y trata de no estropearlo, es algo muy valioso y que no se consigue fácil. -Lo tomo y guardo en mi cartera.

¿Diamantes?

-Mmm... Esperó que no sean cucarachas. -Trato de desvanecer los pensamientos que vienen a mi mente. Benjamín para mi cumpleaños número 16, se tomó el atrevimiento de obsequiarme una caja con 50 cucharas muertas 50 CUCARACHAS... Y MUERTAS.

En mi vida son poca las cosas que odio. Primero que alguien insulte a mi familia, segundo las personas ebrias o que tengan debilidad por hacerse transfusiones con alcohol -Excepto Ashley, es mi amiga y la adoro con locura-. y tercero los bichos... Bueno las cucarachas para ser más exactos, las odio.

-Hubiera sido genial regalarte de nuevos esos bellos animalitos. -No noto ni una pizca de sarcasmo en la voz de mi hermano-. Pero no... Es algo muy valioso, así que por lo que más quieras guardarlo como un gran tesoro.

-Te quiero Ben, gracias. -Lo abrazo-. Espero que controles tus hormonas y no embaraces a ninguna de las chicas que llama a casa. -Susurro en su odio. Conozco a este pequeño playboy y sé que es sexualmente activo, algo que no heredo de mí claro está.

-Tranquila hermanita, no pienso darles dolores de cabeza a nuestros padres. -Su sonrisa es algo diabólica en realidad. Y algo me dice que será un dolor de cabeza para mamá y papá.

Te EncontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora