18. Visitas inesperadas y Leo.

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-Estamos buscando un perrito-le conté.

-¿Para qué?

-Para tener compañía, para darle mucho amor...

-Si si, ya lo capto-me cortó-¿Segura que estás con Ryan?

-¡Si!-exclamé con frustración, llamando la atención de algunos clientes.-¿Que quieres?-bajé la voz, avergonzada.

-Marta necesita que traigas nueces del supermercado ¿Te queda fácil?

-Creo que si-alejé el teléfono-Podemos parar en el supermercado?

-Claro-respondió Ryan.

Volví a acercarme a la llamada.

-¿Necesitas algo más?

-¡Condones!-respondieron mi hermano y alguien más al unísono.

-¿Con quién estás tú?-lo acusé sorprendida-Eres un mujeriego irremediable, Seth Robert Smith, no puedo creer que...

-¡Soy yo!-exclamó la otra voz tras la linea.

-¿Mia?-pregunté sorprendida-¿Lo perdonaste?

-¿Lo hizo?-Ryan se incorporó en su asiento y se acercó más sobre la mesa.

-Larga historia. Tú ve por lo que te dije-me cortó Seth de nuevo y colgó sin despedirse.

-Parece que si-le respondí a Ryan, dejando de nuevo mi teléfono sobre la mesa-Sé que fue la canción, maldito suertudo.

-La música siempre es la solución-tomó su billetera y se levantó de la silla-Yo también cantó, ¿Quieres oír?-tomó aire y estuvo a punto de darme un concierto frente al resto de clientes.

-Ya luego me muestras-me levanté para ir con el a la caja antes de que se le ocurriera cantar.


Después de pagar, seguimos rumbo hasta el supermercado más cercano. Ryan se desapareció y me dejó luego de comprar las nueces, diciendo que él también necesitaba comprar cosas. Después de pensármelo por varios minutos, decidí ir yo sola por los condones, porque al fin y al cabo no podía ser tan difícil.

Llegué a la sección de medicamentos donde solo había un chico alto viendo condones y una monja viendo jarabes. Genial.

Me acerqué hasta el chico y comencé a leer las marcas de los condones frente a nosotros. De reojo, vi que él tomaba unos de paquete azul, ¿Serían esos los que Mia y Seth querían?

-Mm, Hola-dije llamando la atención del chico.

-Hola-se volteó hacia mi y arrojó los condones en su carrito.

-Mmm, ¿Sabes cuales son mejores?-pregunté señalando los condones, y su sonrisa se ensanchó.

-¿Estas tratando de ligar conmigo?-preguntó acercándose.

-¿Qué?-pregunté confundida. A nuestro lado, la monja soltó un ruidito de desaprobación y nos miró mal antes de tomar uno de los jarabes e irse.-Olvídalo-rodé los ojos. Llevaría cualquier cosa, al final, si resultaba mal, siempre había querido ser tía.

-¡Espera!, ¡es broma!-dijo sonriente y luego señaló los condones-Depende de cual te guste mas.

-Es que no son para mi, son para mi hermano-dije, sintiendo como mis mejillas se tornaban rojas.

-Deberías llamar y preguntar-sugirió.

Qué tonta, ¿Cómo no se me había ocurrido a mi?

Asentí y saque mi teléfono de mi bolsillo trasero, al tercer tono contestaron.

VIVIENDO CON EL ENEMIGO (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora