Capitulo 10

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El peli negro de ojos carmesí se hizo aún lado cuando un pelirrojo trató de abrazarlo, lo miró con asco

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El peli negro de ojos carmesí se hizo aún lado cuando un pelirrojo trató de abrazarlo, lo miró con asco

—ah~ Bässe por qué me amas tanto?—comentó sarcásticamente

—Vámonos Sebastián—habló el de ojo azul

Caminaron por la mansión y entre todo el paisaje de muertos

Cabe destacar que el olor a hierro se intensificaba cada vez más y eso hacía que el conde fuera más rápido.

Un carruaje se escuchó avanzar y cuando el conde buscó a los pasajeros se encontró con una mirada verdosa que le veía con burla, el cuerpo de su hermana se encontraba recargado al hombre.

—¡Sebastián es una orden, trae a ___ de nuevo!—dijo quitándose el parche

—Yes, my lord —respondió Hincándose

El carruaje comenzó a dar con toda la velocidad que se podía, afuera llovía a cántaros, algo que en absoluto es bueno.

La puerta del carruaje se abrió y el azabache asomó su (hermosa preciosa) cabeza observando que no había nadie, como si se hubieran esfumado.

—Lo siento joven amo, pero no se encontraban en el carruaje cuando los intercepte— se disculpó Sebastián ofreciendo la mano a Ciel

El conde suspiró con cólera —habrá que ir a visitar a ese tal Adrián a primera hora—

El conde suspiró con cólera —habrá que ir a visitar a ese tal Adrián a primera hora—

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—¿Adrián? Estás aquí?—pregunto La azabache

—He horneado las galletas que te gustan—destapo un poco la pequeña canasta

—Parece que engordare ya que tendré que comerme todas—tomó una galleta y comenzó a comer

Unos brazos la envolvieron —Buenos días ___ —

—Buenos días Adrián —sonrió la azabache poniendo una galleta en la boca del mayor

—¿Donde estabas? No te pude encontrar por más que buscaba en la casa—sonrió la chica

—Estaba preparando unos asuntos, creo que tendremos invitados—sonrió, la chica beso la mejilla del hombre y corrió hacia lo que era la biblioteca

El hombre sonrió y la siguió, ella buscaba entre las estanterías algo en especial hasta que encontró lo que quería, un libro de cocina.

—Si sigues cocinando así me matarás de lo lleno—rio el peli gris, la chica lo abrazó acariciando el cabello de este

—Me gusta esta paz... que tengo cuando estoy contigo—sonrió mientras cerraba los ojos, sentía que esa paz duraría muy poco.

Comieron juntos y el peligris se dispuso a atender unos negocios, el ser un enterrador solo era una fachada.

Después en las tardes pasaban bailando y en las noches dormían como dos gomas de mascar, demasiado pegados, la chica abrazándolo y el chico atrayéndola a ella le besaba la frente, y así llegaban al sueño.

Después en las tardes pasaban bailando y en las noches dormían como dos gomas de mascar, demasiado pegados, la chica abrazándolo y el chico atrayéndola a ella le besaba la frente, y así llegaban al sueño

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𝓜𝓲𝓻𝓪𝓭𝓪𝓼Where stories live. Discover now