Capítulo 7

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Agarro a Elisabeth entre mis brazos. Sé que ella también está mirando como yo la enorme residencia de los padres de Sandra. La casa es jodidamente grande. Tiene un garaje para dos autos y hasta incluso un pequeño bote. Dentro es bastante acogedor, es moderna, pero tiene detalles de madera que le dan calor y cuadros de distintos ángulos de la playa de Malibú, de noche, de día; y todas en blanco y negro. Frente a nosotras hay una mampara ancha que da hasta el techo y que da paso a la enorme piscina que está en el patio, justo en frente de la orilla del mar, donde hay luces de colores instaladas en la arena.
Billie abre la maleta, puesta sobre la cama. Busca a continuación, una muda de ropa para Elisabeth. El vuelo hasta aquí nos ha cogido de noche y afuera hace algo de frío.

- ¿Sandra por casualidad es narcotraficante? – enarco una ceja, mirando a Billie, que pone los ojos en blanco y niega con la cabeza. – bonita casa, ya has venido aquí ¿verdad?

Ella vuelve a sonreír, como si en su mente estuvieran pasando muchísimos recuerdos divertidos de la infancia. O de la adolescencia. Lo que sea, hace que me tense un poco. Especialmente al imaginarme la segunda opción como una posibilidad peligrosa.

- Vinimos aquí por sus dieciséis. - Billie se acerca a mí, abre los brazos y Elisabeth cae sobre ella. La sienta sobre la cama y empieza a desnudarla. – Ella, un grupo de amigos, sus padres y yo.

- ¿Un grupo de amigos?

Y ahí está. Joder. Me lo imagino todo. Sé que Billie no ha sido el tipo de adolescente que fui yo a los dieciséis, pero de todas formas me preocupa. Hombres, dieciséis años, Malibú, una casa de puta madre...

- ¿Amigos hombres? – pregunto sin expresar muy bien mi preocupación. Maldita sea, ¿por qué estoy preguntándole estas cosas?

Billie enarca una ceja, mirándome divertida. Ha terminado de vestir a Eli y se ha acostado sobre la enorme cama de invitados donde dormiremos los próximos tres días. Eli empieza a jugar con un muñeco de Patricio, de Bob esponja, totalmente distraída.

- Ajá... - canturreó Billie. Sonriéndome. Tiene puesto un short verde que le queda de lujo y deja ver sus piernas. Y más ahora, que está acostada sobre la cama, con las piernas enredadas. Mi lengua moja mi labio inferior, mientras miro con curiosidad todo su cuerpo.

- ¿Me fuiste infiel a los dieciséis?

- ¡No te conocía!

- Oh vale. – levanto los hombros y camino por la lujosa habitación, en dirección al balcón amplio que se expande tras las mamparas. El mar está tranquilo y corre aire del típico ambiente de la costa. Me quedo mirando en la mampara, escuchando los pasos de Billie descalza tras de mí.

- No puedo creer que estés molesta.

- No estoy molesta.

Y ni siquiera sé que demonios tengo. Trago saliva. Solo cuando Billie enreda sus manos tibias entre mi cintura, puedo notar lo tensa que estoy. Y llevo nerviosa desde que hemos partido de New York. Y estaré nerviosa hasta que estos tres días hayan pasado. Y estaré nerviosa hasta que todo haya salido como planeé.

- ¿Entonces? – me pregunta, acariciando sus labios contra mi oído. Mi piel se eriza. Y mi cuerpo se pone a su disposición. Han pasado tres años y sigo tensándome muchísimo cuando me toca de esa manera.

- No lo sé. – vuelvo a levantar los hombros. Por un segundo logro saber que me está pasando, pero llego a pensar que no podré decírselo con facilidad.

Cojo sus manos y la hago posicionarse delante de mí. Su rostro está preocupado, como si buscara una respuesta concreta dentro de mi expresión. Pero no puedo dártela, preciosa, todavía no.

- ¿Estás bien? – me pregunta con seriedad.

- Soy muy idiota, eso es todo.

Ella pone los ojos en blanco.

- Sé que te pasa algo. – susurra, acercándose a mí lo suficiente como para rozar sus labios contra los míos. Su respiración llega a la mía. Y puedo sentirla moviéndose sobre mi boca, aún sin besarme. Me excita tenerla de esa manera, y todavía no logro entender cómo lo hace.

- Digamos que... hay ciertas cosas que vas a entender en estos días. Estoy un tanto tensa, es todo.

- ¿Qué voy a entender? – frunce el ceño y se separa de mi rostro.

- ¿Quieres saberlo? – enarco una ceja, mojo delicadamente mis labios con la lengua. Y ella la mira. Mira mi lengua y eso solo me hace pensar cosas muy...muy malas. – Acércate. – le pido con la voz ronca. Ha salido de mí y es solo una demostración de lo caliente que me tiene. Billie se aproxima a mí, colocando su oído en mi boca.

La veo cerrar los ojos al sentir mis labios cerca. Aparto su cabello y junto sus caderas con las mías. Ella suelta un gemido suave.

- ¿Qué voy a entender? - pregunta casi en gemidos.

- Cosas. – susurro contra su oído. Y cuando regresa a mirarme decepcionada, la cargo, colocándola entre mis brazos, y haciéndola gritar por la sorpresa. Se ríe, mirando a Elisabeth, que también ríe al ver a su madre en mis brazos, como una niña pequeña.

- ¡Bájame! – grita Billie moviendo las piernas. Mirarla me hace reír más.

- Tu madre está loca. – pongo los ojos en blanco, hablándole a Eli, que ríe conmigo. Y paso a mirar a Billie, que se ha quedado callada. – eres una niña sexy.

- Bájame ahora.

- ¿Sabes? Me he dado cuenta que ahí abajo hay una piscina.

- Y eso... ¿eso qué?

- Podemos hacer el amor ahí.

ella abre los ojos y me golpea un brazo con la mano.

- ¡Elisabeth está aquí! – señala y pasa a golpearme de nuevo. Pero sus golpes solo me hacen reír, y a ella también.

- Es momento de probar nuevos lugares.

- Tú estás mal de cabeza.

- Es tu culpa, O'Connell.

- ¿Crees que voy a ir y estar desnuda en esa piscina con Chaz y Travis aquí? – dice totalmente convencida de que jamás lo haría. Su rostro es divertido.

- ¿Crees que los dejaré verte desnuda? Estarán dormidos, los doparé, haré algo, eso es lo de menos.
Ella suelta una carcajada y mientras ríe, la pongo sobre el suelo otra vez. Ni siquiera siente que la he soltado. Se acomoda la playera, pero me ha dejado sentir el volumen de sus senos mientras la he tenido cargada. Y lo he disfrutado bastante.

- ¿Lo haremos? – le pregunto, mirando sin disimulo alguno, el volumen de sus senos otra vez está ante mis ojos. Mi boca se hace agua y mi lengua se mueve.

- Solo si prometes que nadie nos verá.

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Sandra movía las manos mientras hablaba sin parar, síntoma principal de su nerviosismo. Entornaba los ojos de vez en cuando y se detenía solo para tomar aire. Había algo en sus ojos que demostraba más que solo amabilidad, sino más bien algo más fuerte. Y era tal vez por el hombre que le escuchaba. El que tenía al frente. Con una mochila pequeña en el hombro, músculos en el cuerpo y tatuajes en los brazos. La miraba hablar y se fijaba más en su boca, que en las cosas que ella le decía. Sin embargo fingía prestarle atención a cada letra que salía de los labios de Sandra.

- Y si necesitas algo más, solo dímelo. La casa es bastante grande, y si no te gusta esta habitación...

- Me gusta. – habló por fin él. Su voz hizo que el ambiente cambiara. Sandra se quedó callada y tragó saliva. Los magníficos ojos marrones de ese hombre la miraban intensamente, que hasta podía sentir el calor que estos transmitían. Era muy fuerte.

- Uhm... bueno, genial entonces. – ella soltó un suspiro, acompañado de una sonrisa nerviosa. Dejó caer los hombros. – estaré en mi habitación. – dice sin mirarle.

- ¿No ibas a dormir conmigo?

Las palabras de Travis dejaron a Sandra en un completo estado de shock. Sus manos empezaban a sudar, al mirarle, su corazón palpitó todavía más. ¿Era posible? Su mirada decía todo lo que sus actos podían demostrar, y que... ya habían demostrado en días anteriores. Las cosas entre ambos estaban pasando desapercibidas ante los demás, pero internamente, solo ellos sabían que era todo lo contrario.

- No creo que sea buena idea...

Tentation 4 (Billie Eilish y Tu) G!PWhere stories live. Discover now