Capítulo 3.

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El mediodía estaba a punto de llegar a Tokio, dejando fluir, por el norte del barrio de Nakano, un gran ajetreo de personas, como era común de un día entre semana. Ya habían pasado semanas desde que Rorēna despertó y fue, aquella soleada mañana, cuando se atrevió a salir por primera vez.

El tiempo bajo supervisión del CCG transcurría monótono. Una estricta rutina diaria le caracterizaba: entrenamientos severos y terapias, las cuáles eran totalmente imprecisas, junto a continuas revisiones médicas y medicación, inútiles reuniones y muy pocos momentos de intimidad. Todo eso sumado, por supuesto, a su papel como madre y a lo que eso conlleva.

Los rayos del sol golpearon su cara al salir, desde una estrecha calle, a la avenida principal, causando desconectarla de repente de sus cavilaciones.

Los rayos del sol golpearon su cara al salir, desde una estrecha calle, a la avenida principal, causando desconectarla de repente de sus cavilaciones

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Rodó sus ojos hacia el carrito que llevaba, con una sonrisa, y se dispuso a adelantar su paso hacia un parque cercano. Hikari observaba embelesada a su alrededor con los ojos como platos, atraída por cientos de estímulos, mientras chupaba enérgicamente su chupete.

Llegadas al parque de Arai, se sentaron en uno de los bancos que rodeaban a una zona de juegos. El lugar se acondicionaba en torno a esta, con escasa vegetación alrededor.
El viento dejaba nacer pequeños torbellinos de viento y polvo, donde papeles y bolsas arrojadas al suelo subían en espirales. Aunque el sol lucía en un intenso cielo azul, la temperatura allí se volvía fresca debido al choque de corrientes que se establecía. 

Rorēna leía un libro de psicopatología, deteniéndose atentamente en aquellas páginas que hablaban sobre diversas alucinaciones y delirios. Llevaba largos días buscando una respuesta acerca de sus visiones con aquél extraño, llegando a pensar que, quizás, todo lo ocurrido había causado en ella algún trastorno. Mordió sus labios, atormentada. La gran agudización de sus sentidos intervenía en su atención, consiguiendo escuchar, incluso, hasta la respiración y el arrastre de los zapatos contra el suelo de cada transeúnte. Sacudió la cabeza, intentando sacar de ella el cúmulo de ruido.

 Sacudió la cabeza, intentando sacar de ella el cúmulo de ruido

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Monstruo. (Renji Yomo - Tokyo Ghoul)Where stories live. Discover now