¿Qué sucedería si, entre todos los sucesos que ya conocemos, algunos sentimientos no pasan inadvertidos?
En Tokio no existe tregua para la guerra entre humanos y Ghouls.
Por un lado, Renji Yomo, a quien, tras la muerte de un ser querido, sólo queda...
¡Hola! Antes que nada... ¿Cómo estáis? Sé que no soy de escribir notas pero hoy me apetecía ^^. Primero, daros las gracias por dar una oportunidad a lo que escribo. De verdad que valoro muchísimo vuestros votos y comentarios. Tanto las personas que llevan aquí desde el principio, y bien saben quienes son, como las que han empezado a leer esta historia... Me encantáis y para lo que sea estaré encantada de ayudaros, escucharos o hablar de cualquier cosa ♥. Segundo, disculparme por tardar tanto en actualizar, últimamente ando muy ocupada por las cosas de la facultad y el trabajo y no tengo mucho tiempo para mí :( Aún así, he intentado traeros una actualización más larga. También he de confesar que en este capítulo he tenido muchas controversias, porque no sabía como expresar lo que tenía en mente peeeero bueno, aquí está y espero realmente que os guste. :3
Cuidaros mucho.
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Kishou observaba de reojo a Rorēna, posicionada a su lado. Esta curioseaba varios libros, asociados a los distintos volúmenes de Psicopatología. Tras un largo rato caminando por los amplios pasillos de una de las grandes librerías de la capital, ojeando pausadamente las distintas estanterías que se establecían a ambos lados, la mujer suspiró, encogiéndose de brazos.
- Ni rastro de lo que buscamos. - Anunció.
- ¿No hay ningún otro que te interese? - Preguntó, acomodando sus gafas, alzando su vista por encima de decenas de títulos. Rorēna sacudió la cabeza, en un gesto de negación. - Mm... Vayamos a tomar algo. -
- ¿Dónde pretendes que vaya con estas pintas? Te recuerdo que hace unas horas estaba en busca y captura por medio Tokio. - Contestó, exaltada, señalando por encima su prestada vestimenta, la cual le quedaba de gran tamaño. - Además, debo volver con Hikari... -
El peliblanco dejó escapar una suave carcajada al ojear sus pintas, basadas en lucir uno de sus uniformes de Investigador y una trenza despeinada. - Después de encontrarte desaliñada en aquella celda, esta era la mejor manera de la que podías salir de la sede. - Habló, apoyando la palma de su mano sobre la cabeza de la chica, debido a su baja altura, dándole unos suaves toques de afecto. - La pequeña está perfectamente, tómatelo como un momento de desconexión. -
* * *
Unos ojos de color miel se reflejaban sobre la superficie de una taza de café, Rorēna se entretenía a mover, con una cuchara, el líquido del interior.
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