Cobardes y egoistas.

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14/02/2020.



Era la fecha especial para algunas parejas, Will no era de los que se emocionaba por San Valentín ya que creía firmemente que el amor y la amistad se puede celebrar todos los días del año, aun así estaba allí, queriendo haber celebrado ese día con todas sus ganas junto a su novio... si es que puede seguir diciéndole así.

Tomó su nuevo celular para mirar la hora, no se acostumbraba del todo a él.
El chico de cabellos azules se sabía de memoria el número de Dipper, por lo que no tenerlo entre sus contactos no evitaba que pudiera llamarlo, aun así no lo hacía, porque era un cobarde.
Entendía por qué Dipper no había ido, debe estar odiándolo.

Soltó un quejido y se levantó con pereza, estiro su cuerpo y algunos huesos le tronaron. Su estómago sonó, no había comido bien.
Sus ojos seguían rojos de tanto llorar y su garganta pedía agua por la deshidratación. William sentía que podía morir de inanición en cualquier momento.
Tal vez estaba sobre exagerando la situación, pero eso era típico de él.

Salió de su habitación, sorbía los mocos de su nariz y caminaba lento. Se encontró a Bill, quien lo miró preocupado, Will quiso darle las buenas noches ya que era hora de acostarse, pero este salió corriendo a la habitación de Phill. El mayor miró confundido la escena.
No le prestó atención, le dolía mucho la cabeza como para estarse preocupando por eso.
Solo quería comer algo y luego continuar con su dramatismo.

Ese viernes estuvo libre de su trabajo de medio tiempo y pudo haberlo pasado con el chico que más quería; pensar en eso hacía que las punzadas a su pecho se volvieran más fuertes y persistentes.
Se quedó en el sillón comiendo el arroz que había quedado del almuerzo con queso. Era algo simple y lo odiaba, no se sentía con las fuerzas de cocinar algo más lo cual era raro, William Cipher ama cocinar.

La película que pasaba en la televisión no era de su agrado, ni sabía ni le importaba de qué trataba así que solo apago el aparato con molestia.
Masticaba con fuerza, buscando quitarse las penas en esas cucharadas de comida.
De repente frente a él dos personas aparecieron, sus hermanos menores, hijos prácticamente.
Miró con curiosidad a ambas personas que no lo miraban a los ojos.
Will se preocupó y dejo el plato a un lado.


— ¿Pasa algo? —dijo por fin con la voz entrecortada.

Bill y Phill seguían sin hablar y esto solo alertó a Will, él podía estar muy triste, pero no quería que sus hermanos estuvieran mal en ningún sentido.


— ¿Chicos?

Bill comenzó a sollozar levemente y Phill apretaba sus labios avergonzado.
El mayor no entendía que pasaba y se sintió culpable, sintió las ganas de llorar también, pues se había metido tanto en sí que descuido a las dos personas que cuidaba.
Hizo que los menores se sentaran en el sillón junto a él, ninguno parecía querer hablar, así que Will los abrazó mientras el rubio sollozaba. Phill parecía querer llorar también, pero solo mordía sus labios intentando controlarse.

Luego de un rato el mayor se separó de los gemelos y pidió una explicación con tranquilidad.


—Díganme, ¿qué paso?


—Perdón, Will... —susurró Phill y Bill hecho a llorar otra vez.


—Lo siento —dijo entre sollozos—, realmente lo siento yo... —tapo su rostro rojo.


—No entiendo. —Se mostró desconcertado—, mis amores, pueden contarme qué paso, pueden confiar en mí.


—Sabemos que podemos confiar en ti —susurro Phill—, el problema es que tú no deberías confiar en nosotros.


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