Arreglarte.

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Capítulo 28: Arreglarte.

Luke gruñó al despertarse. La potente luz solar que se colaba entre las cortinas de la ventana, quemaban sus ojos, los talló intentando cubrirlos de esa fatiga. Miró a su derecha y sonrió apenado cuando vio a Michael recostado boca abajo. Su blanca espalda tenía algunos rasguños que Luke se había encargado de hacer, en su cuello se veía un gran chupetón y su cabello verde revuelto... se veía tan perfecto. Pero no era para él. No se arrepentía de haber pasado la noche con Michael, pero sabía que no era lo correcto. Su corazón, por más cursi que suene, era de alguien más. No huiría, odiaba a los patánes que después de una noche de "amor" huían a la mañana siguiente sin importarles el corazón de su víctima, escapando de las responsabilidades, dejando detrás de ellos un corazón roto, y él no sería de esos.

—Michael... —habló por lo bajo—. Mike, despierta —sacudió cariñosamente el hombro de él. Se giró y lo miró con una sonrisa—. Buenos días.

—Hey —saludó y cubrió su cuerpo con las sábanas, a pesar de que Luke ya lo hubiera examinado de pies a cabeza y conociera todos los lunares de su cuerpo.

—Yo, yo sólo quería...

—Luke, está bien —Luke lo miró un poco asombrado, esperaba que Michael hiciera un mini drama o algo por el estilo, no esa madura reacción—, sé que no soy al que quieres. Y que esto fue un error...

—No fue un error, yo lo quería y no me arrepiento de esto —se defendió.

—Bueno, en todo caso sólo querías el lado físico, no me quieres a mí. Como algo más que amigos, me refiero. Y lo entiendo. Sé que no quieres lastimarme, y no lo harás, yo sabía esto desde que te besé y no me importó, yo lo quería también y descuida tú no tienes la culpa de nada.

—Gracias, creo que es mejor que...

—Que te vayas —sacó de por debajo de la almohada la camiseta que Luke llevaba la noche pasada. Apestaba a alcohol y sudor—. Toma ropa de mi armario, es imposible que te pongas esto.

—Eres asombroso, Mikey —se acercó a él y tomó su cara entre sus manos, le dio un casto beso en la mejilla antes de dirigirse a su armario y escoger ropa al azar. Le quedaba algo justa pero era algo limpio. Corrió hasta la puerta y salió de allí. De la habitación, del bloque, del campus.

Quería y necesitaba despejar su mente. Su estómago gruñía. Un ritmo diferente a lo que él estaba acostumbrado a escuchar comenzó a sonar, venía de un pequeño y colorido local. Se encogió de hombros y lo siguió. Desde la puerta pudo apreciar muchas parejas bailando. Frunció el ceño y estuvo a punto de darse la media vuelta e irse, pero fue detenido.

—¡Epa! ¿A dónde vas? —una delgada y curiosa chica habló con un peculiar acento. Su piel era morena, ojos cafés y un cabello despeinado, y su cuerpo parecía sacado de revista. Mejor que el de cualquier modelo de Victoria's secret.

—¿Hola?

—Soy Gabriela —se presento al instante, regalándole una sonrisa.

—Luke, un placer —le pareció algo extraña aquella situación pero pensó que sería muy descortés de su parte simplemente irse—. ¿Qué es esto?

—Un restaurante —respondió como si fuera lo más obvio del mundo, él notó que el acento aumentaba cada vez que decía alguna palabra con "r."

—No parece uno —rió pero ella negó con la cabeza como si estuviera ofendida, lo tomó de la mano y jaló al interior del lugar. Estaba muy bien iluminado y a pesar de que no pasaban de las doce de la mañana, había mucha gente allí. Olía delicioso, una mezcla de comida, perfumes, y flores frescas. No había visto algo así antes. Y no había visto tampoco ese tipo de baile, se veía entretenido. Todos reían o sonreían. Había parejas de hombres con mujeres o mujeres con mujeres, todos se movían de manera espectacular. Como si supieran que haciendo eso se veían suculentos, como un trozo de carne bien hecho.

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