Podría acostumbrarme a esta vida.

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Capítulo 39: Podría acostumbrarme a esta vida.

(tres años después)

—¡Alexa Hemmings será mejor que traigas tu pequeño trasero aquí de inmediato! —gritó Ashton claramente exasperado. La pequeña niña no dejaba de correr por todo el jardín, sus largos cabellos rubios le caían por encima de los hombros y cada vez que sus ojos azules océano se encontraban con la mirada de él, sonreía ampliamente como si se burlara de él—. Luke ya no puedo más, estos niños nunca se cansan... —Luke sonrió y dejó en la mesa redonda de madera la jarra de limonada que había preparado.

—Siempre dices lo mismo —rodó los ojos y Ashton sólo gruñó. Envolvieron sus manos y antes de haberlo notado sus labios ya estaban pegados, como la mayoría del tiempo.

—¡Iugh, qué asco! —se separaron al escuchar la dulce voz de Taylor, acompañada por las risas de Alexa.

—Tú das asco, enana —Luke la señaló con su dedo índice y ella tomó su dedo con fuerza, comenzó a torcerlo juguetonamente y él fingía muecas de dolor. Las niñas reían escandalosamente.

—¡Sólo lo dices porque tú eres un gigante! —argumentó Alexa en defenza de su hermana, Ashton tuvo el suficiente tiempo de abrazarla por atrás y levantarla en el aire, daban vueltas y vueltas, las pequeñas y pálidas piernas de la niña se movían sin ritmo alguno. Su hermana saltaba tratando de tomar sus talones para ayudarla a bajar cuando Luke la tiró al suelo haciéndole algunas cosquillas, comenzó a besar sus mejillas repetidas veces.

—La familia Hemmings es extremadamente alta... —comenzó Ashton pero Luke lo interrumpió.

—¡Excepto por Ashton, él es igual de enano que ustedes! —rieron aún más, y Ashton usó a Alexa como defenza y comenzó a golpear a Luke con las piernas de la pequeña que no podía respirar a causa de la risa.

—Cállate, Luke, sólo eres más grande que yo por diez centímetros. Pero como decía, algún día muy muy lejano ustedes crecerán y serán igual de grandes que Luke.

—¡No quiero ser cómo él! ¡Es gigante y asusta! —los ojos celestes de él se abrieron como platos y comenzó a gatear hacia Alexa, la tomó por las manos y comenzó a besar sus coloradas mejillas.

—¿Así que asusto?

—¡No, no, no, eres el más tierno del mundo pero deja de babear mis cachetes! —Luke sonrió satisfactoriamente al ver cómo se limpiaba desesperadamente la baba inexistente en sus mejillas.

—¿Cómo se conocieron? —Taylor se atrevió a preguntar mientras envolvía la gran espalda de Luke, rió al sentir su irregular respiración sobre su cuello.

—Sienten sus traseros porque es momento de una historia —Ashton palmeó sus piernas y Alexa rápidamente se sentó en ellas con una linda sonrisa estampada en su rostro—. Bueno, yo odiaba a este hombre —señaló a Luke quien rió y negó con la cabeza.

—Y a mí me gustaba mucho —se encogió de hombros.

—Entonces resulta que éramos compañeros de cuarto y...

—¡Bebés! —Celeste gritó y ambas niñas voltearon sus cabezas a la familiar voz femenina que provenía de la puerta de entrada. Se incorporaron en menos de un segundo y corrieron hacia su madre—. ¿Se divirtieron? —asintieron freneticamente—, eso es bueno, pero debemos de irnos, papá nos está esperando y apuesto a que sus tíos ya han tenido suficiente por hoy... 

—Oh, no, estamos bien, tomamos práctica y ellas son maravillosas —Ashton alzó sus pulgares al aire en señal de aprobación. Celeste se limitó a reír y mandarles un beso a ambos chicos, fingieron atraparlo y caer al suelo de la emoción.

—Son unos tontos. Muchas gracias por cuidar de ellos, chicos, Jack manda saludos. ¿Quieren venir mañana a cenar con nosotros?

—Sería un placer —Luke le sonrió.

—De acuerdo, hasta mañana chicos —las niñas corrieron hacia ellos y besaron sus mejillas antes de ir corriendo de nuevo con su madre y aferrarse fuertemente a sus piernas.

—¡Hasta mañana, niñas! —gritó y ellas voltearon para sonreírles antes de abandonar la casa. Desde que Jack y Celeste tuvieron hijas, todo se volvió mejor y la unidad familiar creció considerablemente.

—Supongo que tendremos que limpiar, es lo único malo: son como un mini tornado que destruye todo a su paso —se quejó Luke, nunca ha sido muy fan de los niños pequeños.

—Es lo que esperas cuando tienes hijos... 

—Touché.

—Luke, realmente podría a acostumbrarme a esta vida —Luke lo miró desde la distancia, sostenía una hamburguesa y un pingüino de peluche.

—¿A cuidar a los hijos de mi hermano?

—No, tonto, quiero decir a esto... un hogar.

—Nuestra casa —apuntó Luke, habían decidido mudarse de los dormitorios de la universidad para comprar su propia casa, juntos.

—Sí pero a algo más, quiero que sea más real.

—¿Y cómo logramos eso?

—Luke...

—Ashton —replicó Luke con sus manos en sus caderas.

—Cásate conmigo —soltó sin más, sin siquiera molestarse a girar su cabeza para verlo. Permanecía acostado en el pasto, con su cabeza encima de sus manos entrelazadas, mirando al azul del cielo y las nubes esponjadas. Luke caminó a zancadas hacia él, se sentó encima suyo y comenzó a llenar su cara con húmedos besos—. Déjame, dios, quedaré pegajoso —comentó riendo y tratando de quitárselo de encima, Luke forcejeaba y se aferraba sus hombros.

—Sí.

—¿Sí qué?

—¡Que quiero casarme contigo, idiota! 

—Ya lo sabía, ¿Quién no se querría casar conmigo?

—Dios, te amo.

—Y yo amo esos pequeños y curiosos ojos celestes tuyos —acortó la distancia con un beso prolongado.

—Pero no quiero nada formal.

—Jamás, todo será tan genial, habrá hamburguesas y pizza en lugar de pescado, pollo en crema y esas tonterías...

—Y no nos pondremos los zapatos feos que parecen de duente...

—Nos casaremos con las converse puestas.

—Y usarás tu típica bandana.

—¿Estabas pensando que la dejaría? ¡Nunca! Así como nunca te dejaré ir a ti... —sonrieron y no necesitaron más palabras porque sabían que ya lo habían hecho: un juramento que sólo ellos eran capaces de entender.

Straight //lashtonWhere stories live. Discover now