Capítulo 45

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                (Penúltimo capítulo, ahre)

Dylan’s POV

Una automática sonrisa se expande en mi rostro. Mi corazón latiendo con fuerza. Mis piernas tiemblan y quería saltar y chillar de felicidad.

Me lanzo a los brazos de Trevor justo en el momento en el que las lágrimas recorrieron mis mejillas. Kian ha despertado y el alivio me inunda el cuerpo.

Me separo de Kian aun con la sonrisa plasmada en mi rostro.

―¿De verdad ha despertado? ―le pregunto, sorbiendo la nariz.

―Así es―asiente―. La señora Lawley me ha llamado a mi, porque dijo que tu no cogías el teléfono. ¿Lo tienes apagado?

―Siempre lo mantengo apagado en clases―sollocé―, quiero verlo, Trevor. Quiero ver a Kian.

―Podemos ir ahora mismo. He conseguido algunos pases―agitó unos papeles en el aire. Inmediatamente asentí―, pero no podrás verlo en el instante en que llegues.

―¿Por qué no?

―Kian ha despertado hace un par de horas. Dos, creo. Y los médicos le están haciendo un par de análisis, revisando si ha quedado con alguna conmoción cerebral. Estuvo tres semanas en coma, es normal.

―Entiendo―susurré―. Espera unos minutos, Trevor. Iré por mis cosas, ¿vale?

―Está bien.

Comencé a emprender camino de regreso al salón, pero me regresé. Apoyé mis manos en sus hombros y me paré de puntitas para besar su mejilla ruidosamente. La sangre fluyendo hasta sus mejillas, sonrojándolas. El ojiazul alborotó su cabello y sonrió. Era tan adorable.

―Gracias―le susurré y caminé de regreso hasta el salón para recoger mis cosas e irme.

(…)

Cuando entré nuevamente a la clínica, la felicidad se esparcía por cada poro de mi cuerpo. Mi corazón latiendo de alegría y en mi mente solo se veía el espejismo de Kian. Caminaba a grandes zancadas, desesperada por llegar a donde Kian.

Llegué al ascensor y Trevor entró junto a mí. Apreté con insistencia el botón con el número doce. Gruñí cuando las puertas metálicas no se cerraban.

―Tranquila―rió Trevor―, lo echarás a perder.

―Lo siento, es solo que no puedo esperar para verlo.

―Lo sé―asintió. Una sonrisa apareciendo en su rostro.

Las puertas del ascensor se cerraron y el nudo en mi estómago se contrajo de la ansiedad. Al fin podría ver a Kian. Al fin podía escuchar su voz.

Al fin se abrieron las puertas del ascensor, salí corriendo por el pasillo. Las enfermeras me miraban recelosas y algunas solo murmuraban por mi hiperactividad. Doblé en la esquina y a lo lejos pude visualizar a la señora Lawley. Estaba hablando con el médico a cargo de Kian. A medida que me acercaba a ella, pude ver la preocupación reflejada en su rostro y su ceño levemente fruncido.

Al verme, sonrío con melancolía. Un nudo formándose en mi garganta. Traté de regular mi respiración cuando llegué a su lado, seguida por Trevor.

―Hola, Dylan―saludó.

―Hola señora Lawley. ¿Cómo está Kian? ―pregunté ansiosa.

―Él está bien, carño.

Miré con el ceño fruncido a Trevor cuando la señora Lawley siguió hablando con el doctor. Trevor solo se encogió de hombros sin saber que responderme acerca de la actitud de la madre de Kian. Hice lo mismo y carraspeé tratando de llamar su atención.

Ambos me miraron.

―¿Puedo pasar a verlo?

―No creo que sea lo mejor―habló el doctor con voz cautelosa.

―¿Por qué? ―inquirí y miré a la madre de Kian― ¿Qué pasó?

―Es mejor que lo averigüe por sí misma, Charlie―opinó la señora Lawley.

El doctor asintió con la cabeza y me hizo un gesto con la mano. Miré a Trevor por sobre mi hombro, y el articuló un ve, alzando ambos pulgares. Asentí dudosa. La alegría se iba desvaneciendo con el correr de los segundos, siendo remplazada por un mal presentimiento.

Con cuidado, agarré la manilla de la puerta. Asomé mi cabeza primero. Kian estaba semi sentado en la camilla. Su torso estaba cubierto por una camisa blanca. Su piel aún estaba pálida y su cabeza rodeada por una venda. Toqué en la puerta, y la mirada de Kian se posó de inmediato en mí.

Entré en la habitación en completo silencia. Kian me miraba confundida, como si no me conociera. El nudo creció en mi garganta.

Caminé por la habitación seguida por su mirada. Tomé la silla que descansaba en el rincón opuesto y la ubiqué frente a la camilla. Me senté y lo miré bien.

El silencio nos rodeó por completo. Nuestras miradas conectadas. Mis ojos temblaban en su rostro. Tenía ganas de llorar, aunque no fuera precisamente de felicidad. Algo en la mirada de Kian me confundía.

Solté un suspiro y aclaré mi garganta, sin saber que decir.

―¿Quieres un poco de agua? ―pregunté y me sentí realmente estúpida. ¿No pude decirle algo mejor? Kian solo asintió en respuesta.

Tomé la jarra de agua que descansaba en la pequeña mesa a mi derecha con las manos temblorosas. Le tendí el vaso a Kian.

Kian bebió con pereza, haciendo una mueca cuando tragó el líquido. Arrugó su nariz. Me tendió el vaso y lo volví a dejar en la mesita. Kian se aclaró la garganta. Sus labios pronunciaron algo que jamás imaginé oír de él.

―¿Quién eres tú?

boyfriend; kian lawley (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora