Capítulo 35

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Kian's POV

Caminé en mi habitación dando vueltas sin sentido. Era como estar en un callejón sin salida. Jalé mi cabello con toda la rabia contenida, tratando de botar el estrés y la frustración. No poder manejar las cosas me ponía los nervios de punta, y más cuando se trataba de Dylan. Si bien sabía, esos hijos de puta nunca se quedarían con los brazos cruzados después de lo que pasó con mi hermano, aun así pensé que nunca más los volvería a ver, pero fui demasiado ingenuo. Mierda, no les había bastado con quitarle la vida a mi hermano, y ahora la cargaban toda conmigo y con mi novia.

Me apreté el puente de la nariz, soltando respiraciones rápidas. Encendí un cigarro, expulsando todas esas amenazas que mamá alguna vez me había hecho con respecto a fumar dentro de la casa. En este momento era lo que menos me importaba. Le di unas cuantas caladas y me quedé mirando como el humo plomizo se esparcía por la habitación. La rabia seguía burbujeando dentro de mí, nublando mis sentidos cuando comencé a patear cualquier cosa que se encontraba por mi camino.

Mi móvil vibró en el bolsillo de mis pantalones y solté un gruñido. Lo deslicé contra mi mano y desbloqueé la pantalla para leer el mensaje.

Número desconocido:

Deja de patear las cosas, no tienen la culpa de los errores que cometió tu hermano en el pasado. Ahora es el momento que tú pagues por sus acciones.

Releí el mensaje como cinco veces hasta que caí en l cuenta que me estaban observando. Mis sentidos se agudizaron y comencé a recorrer la habitación con la mirada, fijándome en todos los detalles. Todo estaba como lo había dejado hace unas horas atrás, sin mencionar el basurero que estaba esparcido por la alfombra, algunos libros que tiré en mi momento de locura y la ceniza del cigarro que recién había apagado.

Caminé con cautela para fijar mi vista en la ventana, viendo cada detalle también. La noche estaba tranquila y el sonido de algunos grillos se colaba desde afuera. El teléfono volvió a vibrar, avisando un nuevo mensaje.

Número desconocido:

Es una hermosa noche, ¿no, Kian? Está tan tranquila..., espero que lo estés tú también, porque no servirá de nada perder los estribos. Solo empeorarás las cosas.

Abrí de un solo golpe la cortina de mi ventana. Estos hijos de puta me estaban observando. Fijé la mirada en el árbol que estaba frente a mí ventana, pero nada se veía fuera del lugar. Ahogué un gemido de preocupación y me giré para caminar hasta la pequeña mesita de noche. Tomé la pequeña foto de Dyaln y yo la acaricié con mis dedos, sintiendo como los ojos se me empañaban. "No, Kian, tienes que ser fuerte. Tienes que ser fuerte por Dylan y por Robert. No te quiebres." Maldición, como si fuera tan fácil.

El móvil vibró por tercera vez  en mi mano. Lo desbloqueé y el mismo remitente apareció.

Número desconocido:

Es una muchacha hermosa, ¿no? Aunque debo confesar que sus chillidos me están haciendo perder la paciencia. ¿Es tan buena chillando en la cama?

Comencé a caminar a grandes zancadas hasta la puerta, la abrí de golpe haciendo que pegara un fuerte estruendo contra la pared. Me había vuelto loco. Bajé los escalones de dos en dos, sin importarme la mirada de mi hermana desde la sala. Mamá venía saliendo con una bandeja de bocadillos en sus manos, la sonrisa que adornaba en su rostro desapareció al momento en que vio mi rostro desfigurado por la furia.

―¿Qué sucede, Kian? ―la escuché preguntar, pero no me detuve a responderle.

Abrí la puerta con fuerza. Miré a todos los lados, sintiéndome de pronto encerrado en una habitación oscura, sin salida. Nadie se veía en la calle, pero estaba tan seguro como el infierno de que ellos estaban aquí, viendo cada movimiento que hacía.

Mi móvil volvió a vibrar. Sabía que eran ellos jodiéndome la vida.

Número desconocido:

Mantén la calma, chico, a no ser que quieras que tu novia sufra las consecuencias por tu culpa. Te estamos observando, por lo que ya pudiste darte cuenta, así que ahora no te queda nada más que esperar.

¿Esperar qué? ¿Esperar a que ellos se aburran y le hagan daño a Dylan? Ni muerto.

―¡¿Dónde están?! ―grité a la nada. ―¡Sé que me están escuchando, malditos hijos de puta! ¡Si les hacen algo a ella, les juró que les arrancaré la piel! ¡¿Escucharon?! ¡Los mataré!

boyfriend; kian lawley (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora