Mis párpados se empiezan a cerrar y mi subconsciente me regala un sueño bonito donde Hailey y yo retozamos en total regocijo.

Cuando despierto me siento contento, por el bonito sueño. El aire se ha vuelto frío y la tarde se ha convertido en noche. Miro en el reloj que apenas son las 7. Quiero seguir durmiendo, pero el estómago empieza a rugirme. Recuerdo que no comí a mediodía.

Caliento un poco de comida en el microondas. Dastan come tanto que apenas y me ha dejado algo, de modo que ordeno pizza. No tengo ánimos para cocinar.

Me dedico a perder el tiempo. Oficialmente las clases han terminado. Las vacaciones de invierno han comenzado. Regresamos en febrero. Amo el invierno, y amaría más mis vacaciones de no ser por el bruto de Dastan quien vive en el mismo lugar que yo. Extraño los días donde solo estábamos la soledad, el silencio y yo en casa. Era deprimente en ocasiones, pero incluso eso se me hace mejor que estar con Dastan.

Recuerdo hace casi un año, cuando me caí en el lago mientras patinaba. Fue doloroso y humillante, pero me gustaría revivirlo solo por el hecho de que Hailey se me acercó y me brindó su ayuda. Esa muchacha vale más que el oro, los diamantes y cualquier joya. No tengo oportunidad con ella, pero es una luz que alumbra mis días más oscuros; estaré ahí para ella pase lo que pase, es lo mínimo que puedo hacer por ella.

Alguien toca a la puerta. Espero con ansias que sea la pizza, pero es Adara. Sigue tan vivaracha como siempre. Creo que ese suéter verde resalta sus ojos y su cabello. Parece una muñequita.

—Hola Noah, me dijo Tommy que querías información sobre los campamentos.

—Hola Adara. Claro, si tienes algún volante podría leerlo.

—¡Los volantes no te dicen todo Noah! —exclama con emoción—. Yo misma te lo contaré.

—Por favor, pasa —digo haciendo un gesto con la mano.

—Gracias.

Durante los siguientes minutos se encarga de contarme sus experiencias en esos dichosos campamentos. Hay para chicos y chicas por separado. Hacen varias cosas como senderismo, paseos en kayak, pesca, tiro con arco, construcción de iglús, paseos a caballo y un sinfín de cosas más. Me agrada Adara, pero es como mi madre. Habla, habla y habla. Por otro lado, no tengo que hablar y me dedico a escuchar, algo que se me da muy bien.

En un determinado momento llega la pizza (por fin; muero de hambre). La invito a cenar, por cortesía.

—Gracias Noah, pero temo que declinaré la invitación.

—¿No te gusta la pizza? —pregunto intentando averiguar el porqué de su inapetencia.

—No es eso. Es que... ya sabes. Tengo novio y no me gustaría que pensara mal de esto.

—¿Chris es celoso? —pregunto sin poder creérmelo.

—Solo un poquito. Es lindo que te celen, siempre que no se pasen de la raya.

—¿Te molesta si como? No he comido.

—No, adelante. Quería preguntarte por qué no fuiste con nosotros a celebrar. Desapareciste después del partido. Fuimos a comer hamburguesas.

—Lo siento, tuve que irme. No me sentía muy bien —confieso antes de darle una mordida a mi rebanada pizza. Intento masticar en lugar de engullirla.

—¿Te dolía la cabeza o algo así?

«No, me dolía el corazón».

—Algo así —mido bien mis palabras intentando evitar sonar sospechoso con lo que digo—: ¿Quiénes fueron a celebrar?

IMPOSSIBLE LOVEWhere stories live. Discover now