Pan

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Daegu, 25 de octubre del 1998.

Querida alma gemela:

Hoy sé qué fecha es porque lo vi en el calendario de la panadería.

Alma gemela, volví a verte. No pude evitar ser un payaso en mi reencuentro contigo y créeme que tuve que aguantar las inmensas ganas por echarme a llorar cuando me dirigiste la palabra para que no te dieras cuenta.

Hoy muy temprano por la mañana estuve entrando sacos de harina otra vez. La señora Kim alagó mi esfuerzo y perseverancia por levantarme temprano, pero lo que ella no sabe es que cada día despierto cerca de las cinco de la mañana cuando el cielo sigue oscuro y todavía aguarda algunas estrellas.

- Come esto, niño – dijo entregándome un pan con queso caliente – Te lo has ganado.

- Muchas gracias – acepté su ofrenda con humildad. Mi estómago estaba causándome problemas debido a que no le estaba dando comida, así que lo comí y fue exquisito.

He tenido tiempo de sobra para observar a la anciana. Apenas se pone su delantal de cocina y se abre camino entre los hornos, lugar el cual es tan ardiente como el infierno debo decir, cambia de ser una dulce ancianita a una apasionada que ama la cocina.

Hay panaderos y "maestros"; ella es una maestra en lo que hace.

Comienza su labor a eso de las siete de la mañana. A amasar y amasar, a cargar o prender los hornos, a cocer el pan. Ella por sí sola se encarga de la levadura exacta que necesita la masa, la sal y el agua.

El tiempo pasa rápidamente en la cocina. Casi a las diez de la mañana es hora de un pequeño receso para comer y beber algo caliente. Como solamente solos tres personas trabajando para ella, cada uno tenemos un trabajo en particular que debemos hacer antes de que se nos acabe el tiempo de descanso. Ella prepara el té, mi compañero lleva a la mesa algunas cosas para untarle al pan y yo soy el encargado de rebanar el mismo.

Allí comemos, reímos, sufrimos y cotilleamos sobre los clientes. En realidad yo no tengo mucho que contar, pero siempre digo que la hija de la señora Park me parece hermosa.

Pero es que es realmente hermosa, alma gemela. Es una mujer de cabello corto con ojos preciosos.

La señora Kim dice que debería hablarle algún día, pero yo le recuerdo que ya tengo un enamorado. Mi alma gemela no me ama, pero yo lo seguiré haciendo por toda la eternidad de mi alma.

Por cierto, a ella no le agradas. Dice que no le cabe en la cabeza que pueda existir alguien que rechace a alguien como yo, pero ella no sabe toda la historia, así que cambio de tema rápidamente porque me enfada que hablen mal de ti.

Casi a eso de las once de la mañana todo el lugar es un infierno; los hornos funcionando a toda máquina, el pan enfriándose para ser entregado, gente que viene y va, todo es un caos.

- Jimin quédate en la caja por ahora – me dijo la señora Kim mientras iba con mi compañero a los hornos – La gente ya se ha dispersado, pero tenemos que seguir para la entrega de la tarde. Hay un pedido enorme en la escuela cinco.

- Está bien – asentí posicionándome en la caja registradora. Todavía no sé muy bien cómo usarla o contar el dinero, pero estoy aprendiendo.

Un cliente entró haciendo sonar la campanilla de la puerta, cogió algunos panes y me pagó con un billete de color morado. Empecé a contar con los dedos sacándole una risilla al sujeto, pero creo que le di el cambio adecuado. Luego se fue dándole una olfateada a la bolsa del pan que llevaba en los brazos. Realmente este pan huele bien.

QUERIDA ALMA GEMELA | YOONMINWhere stories live. Discover now