Capitulo III - Golpe directo.

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Noviembre 16 del 2009

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Noviembre 16 del 2009

Esa fatídica noche de noviembre, Charlie y yo habíamos muerto para los Barkley y ellos habían muerto para nosotros, el peso del lazo sanguíneo nunca más seria lo suficientemente denso para volver a atarnos a ellos, esas víboras sin sentimientos.

En todo el camino a casa ninguno pronunció palabra, fueron casi treinta minutos tensos en los que el pobre taxista intentó entablar conversación sin éxito. Por fin en casa Charlie se enfrascó en el sótano, un lugar adaptado para él y su taller de artesano, donde puso los Guns and Roses a todo volumen, sin importar que fueran las dos de la mañana. Intenté decirle algo, pero desapareció tan rápido cómo los insectos cuando enciendes la luz.

Sabía que ponía la música alta para que nadie escuchara sus lamentos e insultos al aire y noté un poco después que una botella nueva de Whisky ya no estaba en el estante de licores. Si, Charlie tenía una buena cantidad de licores en casa, él administraba un pub, sabía de licores y a mí me parecía muy normal, desde muy temprana edad, ver botellas de whisky, Brandy, Vodka y ron adornando estanterías en la sala de estar.

Era seguro que él iba a embriagarse en medio de su tristeza, cómo muchas otras veces lo hizo por otras razones, y esta vez yo moría de ganas de hacer lo mismo en medio de mi rabia y tristeza de esa noche. Pero no lo hice, tan solo subí a mi habitación y me quedé bajo las cobijas, llorando cómo tonta por la rabia y frustración acumuladas, hasta caer dormida.

En la mañana bajé para ver cómo seguía Charlie y lo encontré durmiendo en un amplio sofá que mantenía en su taller subterráneo. Todo era un caos, habían cosas rotas por todos lados, dos botellas vacías y una escultura en arcilla rota que hace meses el pobre Charlie venía haciendo. Me acerqué y le acaricié el cabello, le quité los zapatos y le puse una frazada encima. Luego regresé arriba y me hundí en mi cama, deseosa de dormir por la eternidad ante el agujero negro de tristeza que invadía la casa y mi alma en ese momento. No recuerdo cuanto dormí, tan sólo que al despertar el sol comenzaba a caer.

Salí, apesadumbrada, buscando a Charlie y lo encontré cómo si nada hubiese pasado la noche anterior, cómo si no le hubiesen roto el alma. Estaba vestido con sus botas de combate, su jean ajustado, su remera de "Black Sabbath, The End World tour" y su chaqueta de cuero; se miraba al espejo de la sala, acomodando su revoltoso cabello castaño y al notarme me regaló una mirada rápida, para volver a acomodar sus cabellos.

—¿Descansaste bien?

—Ajam...—Respondí con aquel gesto, mientras caminaba hacia la cocina al fondo de la primera planta.

Desde allí lo observaba preocupada, intentando comparar su presencia de hoy con la de anoche, recordando sus lamentos casi cubiertos por la música alta que usó cómo cortinilla y contrastados con esa frescura que desbordaba sin que hubiesen pasado veinticuatro horas de aquel desastre. No iba a preguntarle nada aunque me muriera de ganas, tendría que tragarme todo esto por el bien de ambos, así que me centré en devorar un sándwich sin dejar de mirarle.

Rachel [Actualizada lentamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora