Capítulo Seis

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     El restaurante era hermoso, nunca había estado en un lugar así. Era como una cabaña rústica al pie del océano, con un balcón que quedaba sobre el agua y que algunas veces quedaba mojado por las olas. Subí los pies para no estropear los zapatos y me abracé a mí misma. Los lobos miraban curiosamente al alfa y la bellator sentados en el balcón.

— ¿Así que es como tu única familiar?—Dijo Rowran, pasándome su abrigo. Lo rechacé, no necesitaba oler a él cuando llegara a la casa. No necesitaba tener que darme más explicaciones a McWilliams. Eso y prefería no darle ánimos a O’Reilly para que hiciera más comentarios.

—Bueno, tengo padres adoptivos, pero…

— ¿Pero no tienen una buena relación?—Dijo por mí, yo asentí—. Y, si no es mucho preguntar, ¿Qué le paso a tus padres biológicos?

—Te dije que te diría que me pasó cuando me dijeras por qué me tienes miedo.

—Princesa, no asustarías ni a una mosca.

—Conozco un chico que me tiene miedo por ser una guerrera.

—Conozco a otro que te quiere, pero no lejos.

— ¿Por eso de “amor de lejos felices los cuatro”?—Se encogió de hombros.

—No soy un hombre celoso.

Puse mis codos en la mesa y me incliné hacia él.

— ¿Me compartirías?—Le dije.

—Ah, no—dijo entrecerrando los ojos—, pero se cuándo me debo preocupar y cuando estoy siendo estúpido.

— ¿Cómo ahora, cuando no me quieres aceptar?

Rodó los ojos.

—No, eso debe ser una señal de que estoy en lo correcto—dijo.

— ¿Alguna vez trajiste a Edeline aquí?—Dije cambiando el tema.

—Tú si eres celosa.

—No lo niego—dije encogiéndome de hombros—. Lo que es mío es mío.

Me sonrió, sus ojos grises brillando contra las luces del restaurante. Sus cabellos oscuros se estaban saliendo de su lugar así que el paso una mano por ellos. Sus brazos se flexionaron con el movimiento.

— ¿Dulce o picante?—Dijo.

— ¿Ah?—Dije perdida.

— ¿Te gustan las cosas dulces o picantes?

— ¿Por qué no preguntas cosas normales como, no sé, mi color favorito?

— ¿En qué demonios me va ayudar el saber tu color favorito al momento de conquistarte?—Reí.

— ¿Al comprarme un peluche?

—No pensé que fueras el tipo al que le gustan los peluches.

—Ah, no, cierto, consígueme un hacha o una pistola—. Se rio, haciendo que el sonido retumbara contra las paredes de piedra.

—Sabes a lo que me refiero. Creo que preferirías que te llevara a una feria a que te regalara un collar de diamantes.

——Bueno—dije arrastrando la e—, no nos vayamos a los extremos.

Nos reímos juntos. Rowran era tan diferente a todos los chicos que conocía. Era libre, feliz, dominante solo cuando tenía que serlo y nada de posesivo- excepto por esa parte de querer que me quedara aquí para siempre, pero nadie estaba hablando de eso. Verlo así, riéndose con líneas bajo sus ojos y en los bordes de su boca, sus ojos brillando y mirándome solo a mí, me hacía dudar mis elecciones. ¿Había hecho lo correcto al escoger ser guerrera sobre él? ¿Había complicado las cosas con la apuesta?

Alges: La GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora