Capítulo Diecisiete

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      —Damián Silver—dijo Dae.

—Imposible—dije—. ¿Damián y ya? ¿No suena sospechosamente fácil?

— ¿Qué estás pensando, Hill?—Preguntó Cole.

—Que tiene que ser una trampa. Esto no puede ser tan fácil, es demasiado obvio.

—No le busques las cuatro patas al lobo—dijo.

—Tiene razón—dijo Emelay—. Él no sería tan directo.

— ¿Lo has visto?—Le pregunté a Dae.

—He visto a su alge—dijo. Apreté mi mandíbula. Su alge. Sí, claro.

— ¿Ella es la que te ha estado dando órdenes?

—Sí, ordenes muy directas, y, no es por preocupar, pero a mí me parece que sabe más de lo normal de esta manada—dijo Dae, mirando a alfa Emelay.

— ¿Sugieres que tenemos un traidor?

—Solo digo—. Dae alzó sus manitas y se trepó en el escritorio para quedar a nuestra altura—. Ella sabe los horarios de las rondas y la localización especifica de los bancos de sangre. No creo que todas las lunas sepan eso de otras manadas.

—Investigaremos eso—dijo alfa Emelay.

— ¿Deberíamos arriesgarnos a intentar romper el hechizo con Damián?—Pregunté. Dae frunció sus cejas rojizas.

—No lo sé—dijo—. Lo que sé es que están planeando algo grande que envuelve a todas las manadas y mientras más tiempo pasa, más fuertes son.

— ¿Son? ¿Hay más de un alfa envuelto en esto?—Dijo alfa Emelay, poniéndose de pie—. ¿Alguno de mis alfas?

—No. Son los malvados por excelencia: Silver Moon, Eklof, Deireens.

— ¿Deireens?—Dije alarmada—. ¿Qué tiene que ver Deireens en esto?

—Lo siento, darling, pero Deireens siempre ha sido de moralidad ambigua—dijo Holloway desde la esquina.

—Esto me afecta a mí también—dijo O’Reilly. Claro, el bellator de la manada Eklof. Por suerte no teníamos bellator de Silver Light aun ya que García había dejado el puesto vacante.

—Pero todos sabemos que tú no estás en desacuerdo con sus prácticas—dijo Holloway dándole una sonrisa.

—Soy un bellator, soy neutral. Mi objetivo es ayudar a las manadas, no preocuparme por una guerra en la que yo quedaría del lado equivocado—contestó O’Reilly.

—Nunca pensé que diría esto—dije—, pero O’Reilly tiene razón. Esto nos pone en riesgo, pone en riesgo nuestros títulos y nuestra credibilidad. Ningún alfa va a querer a dos bellatores cuyas intenciones pueden ser cuestionadas.

— ¿Sabes para que quieren la sangre?—Preguntó O’Reilly.

—Probablemente para mantener la comida cerca. Si esta guerra explota no tendrían que detenerse cada par de días para cazar, simplemente toman las bolsas de sangre y siguen como buenos soldados—dijo Dae.

— ¿Crees que es inevitable?—Preguntó alfa Emelay.

—Nunca se sabe—dijo Dae.

—Lo que sí se sabe es que hay que romper ese hechizo para que no se sigan fortaleciendo—dijo Cole—. Así que, ¿cómo se hace?

Dae me miró y movió una mano, como para decirme que lo explicara yo. Rodé los ojos.

—Hay que presentar un sacrificio de sangre—. Todos gritaron y yo alcé las manos para que se callaran—. No hay que matar a nadie, por Dios, si no que se debe llegar a cierta cantidad de sangre. Luego, la sangre se mezcla con un par de cosas de elfos, se dicen unos encantamientos y listo.

Alges: La GuerreraWhere stories live. Discover now