VI

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Noviembre

El funeral del señor Blythe llegó el día domingo, el pueblo de Avonlea no tuvo objeción en dejar que se haga en esa fecha y que el discurso matutino y semanal de padre se cancelará. Primero se despidió del muerto en la iglesia para después marchar hasta la casa de Gilbert.

Durante todo el servicio Gilbert no dejó que Sonia se apartara de su lado tomándola de la mano, la joven en ningún momento tuvo intenciones de que eso cambiase. Poco a poco el servicio que ofreció el padre fue terminando, haciendo que todos los invitados del funeral se dirigieran a la casa de Gilbert. Pero eso no fue el caso de los dos amigos, el joven Blythe se dirigió al banco que estaba frente del pequeño cementerio familiar, sin soltar la mano de Sonia.

Ambos dos se sentaron mirando como llenaba de tierra el agujero en el que yacía el cuerpo inerte del señor Blythe. Fueron varios minutos de silencio hasta que empezó a nevar, ninguno se movió o hizo algo para que esa paz se destruya. El día anterior Sonia se había quedado todo tiempo a su lado, dejando que el joven llore, se enojara y traté de recomponerme miles de veces, era el ciclo de batalla que tenía Gilbert. Si era sincera nunca lo había visto tan roto y con tanto dolor en su espalda, pero entendía perfectamente por qué lo sentía y no iba a juzgarlo por eso.

Gilbert seguía con la vista completamente perdida, trataba de pensar en cualquier cosa que no fuera su padre o la muerte. Cada tanto dejaba que su mente volara recordando cosas felices, en su mayoría eran recuerdos con Sonia, ella siempre era un hueco de felicidad en su corazón. Pero siempre terminaba recordando a su padre y todos los viajes que habían hecho juntos, inconscientemente siempre traía el dolor de su pérdida. Aun así, no quería llorar, había llorado todo el día de ayer, se había frustrado demasiado con ese sentimiento que ahora solo quería estar en paz, poder centrarse un rato y no llorar.

De la nada empezó a nevar, no escandalosamente, sino de una manera delicada; Gilbert extendió su brazo dejando que un copo de nieve cayera sobre su mano. El copo se convirtió en agua que se deslizaba en su mano y a la par de este una lágrima caía por su mejilla. Sonia se percató de que su amigo estaba llorando y se levantó para quedar frente de él, aún sin separar sus manos y limpió la lágrima que caía. Gilbert la miró a los ojos y ella le entregó una pequeña sonrisa, entre ellos comunicarse con palabras no funcionaba, pero en sus actos ahí entendían todo lo que el otro les quería decir. Después de pasar un rato en el banco, Gilbert se levantó de repente y sin soltar la mano de su amiga se dirigió hacia su casa; aunque, en el medio del camino, este frenó y se quedó admirando la construcción.

-Gil. - lo llamó Sonia preocupada de que se volviera a derrumbar.

-Vamos. - comentó el joven Blythe dando la media vuelta para alejarse de su casa y llevarse a Sonia con él.

- ¡Gilbert! - lo llamo Anne, ambos amigos se dieron la vuelta para ver a la joven pelirroja acercarse a ellos. Sonia lo miró preguntándose si se debía quedar con él o no, pero la respuesta se la dio al instante cuando soltó su mano. Sonia se alejó un poco de Gilbert y Anne para que pudieran conversar en paz, pero se quedó lo suficientemente cerca para escuchar la conversación. - Ha sido un servicio muy blanco y tranquilo, a mi parecer el padre tiene un tinte melancólico cuando habla, no me imagino como serán los bautismos. - hasta el momento las palabras de Anne eran acordes a la situación, si era sincera hasta le pareció de buen gusto la pequeña broma que realizó. - Ser huérfano tiene sus desafíos, pero si corres con más oportunidades, te irá mucho mejor que a mí. Si lo piensas bien tienes bastante suerte.

MY PRETTY LADY |G.B.|Where stories live. Discover now