XXXI. Everybody's Happy Nowadays

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De vuelta en Jersey, Frank sabía que tenía algo que hacer.

Lo había pensado durante su estadía en California y, a final de cuentas, Gerard tenía razón: la vida le estaba dando la oportunidad de arreglar ese asunto que lo había atormentado por años. Tenía la oportunidad de volver a ver a su padre e intentar tener una relación con él y, si lo había intentado de nuevo con su madre, ¿por qué no lo podía hacer con Cheech?

Lo haría, hablaría con él y luego vería cómo funcionaban las cosas. Sabía que tenía el apoyo de Linda porque ya habían conversado sobre el tema cuando todo había ocurrido, pero sentía que debía hacerlo nuevamente, debía decirle que le permitiría a su padre volver a entrar en su vida.

—Solo quiero que seas feliz, Frank –dijo ella cuando él le contó la situación.

—¿Estás segura de que estás bien con esto, ma'? Quiero que seas sincera conmigo -pidió mordiéndose el labio.

—Claro que estoy segura, cielo -Su voz era suave y comprensiva-. Si tu corazón te dice que lo hagas, entonces hazlo. Siempre sigue a tu corazón, hijo.

—Gracias, mamá -Sintió un nudo formándose en su garganta-. Y... yo también espero que tú seas feliz -Linda guardó silencio unos momentos y luego contestó con voz emocionada.

—Creo que estoy volviendo a serlo –Frank sonrió porque no sabía lo mucho que necesitaba oír eso.

Cortó la llamada y se quedó un momento acostado en su cama mirando el techo de su habitación. Entonces recordó todas las veces en que, en ese mismo lugar, se había preguntado si alguna vez tendría las piezas que le permitieran armar el puzle de los eventos que los habían llevado a él y a su madre a vivir en Jersey.

¿Cuántas veces, en ese mismo lugar, había deseado volver a pronunciar la palabra papá?

Mordió sus labios una vez más mientras escuchaba el pitido del teléfono marcando y su estómago se revolvió cuando escuchó su ronca voz desde el otro lado.

—¿Frank?

—Hola -dijo apenas.

—¿Cómo estás? -preguntó rápidamente, como temiendo que fuera a cortar la llamada.

—Bien, ¿y tú?

—Bien, sí... bien.

Frank abrió la boca para decir algo, pero no pudo. No sabía realmente cómo seguir la conversación. No sabía cómo decirle que estaba dispuesto a intentar tener una especie de vínculo con él.

—No esperaba que llamaras.

—Sí, yo... he estado pensando bastante sobre esto -señaló-. Estoy llamando para decirte que supongo que sería bueno conocernos -Hizo una pausa, pero su padre no dijo nada-. No... no lo sé, pero ¿tal vez podríamos vernos y hacer algo juntos?

—Sí, por supuesto. ¿Puedo pasar por ti mañana?

—No, es viernes y tocamos en The Clash con los chicos -indicó-. Pero el sábado es un buen día.

—El sábado entonces.

—Genial -aceptó y hubo un silencio incómodo entre ambos-. Nos vemos entonces.

—Sí, claro.

—Bueno, adiós -Alejó el móvil para cortar, pero escuchó la voz de Cheech llamándolo.

—Frank.

—¿Sí?

—Gracias -La sinceridad que notó en la voz de su padre casi lo rompió, pero respiró profundo y se sobrepuso.

The Clash {Frank Iero & Gerard Way}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora